Concentrado desde el pasado martes en Gandía con su equipo, el renovado AG2R-La Mondiale, Domenico Pozzovivo se prepara para afrontar undécimo año en el profesionalismo. Con piernas y sobre todo con un coraje de antaño, su figura es la exaltación más pura del termino escalador. Su escaso 1,60 m de estatura y sus livianos 53 kg encarnan a la perfección el prototipo de “escalador”. Corredor fino, pequeño y que por envergadura y calidad, encuentra en las montañas su paraje preferido. Eso en lo profesional, eso Pozzovivo. El “Domenico” es mucho más que eso. Simpatía, optimismo y una valentía inusitada caracterizan al afable italiano. Nada le hace perder la sonrisa y mucho menos la ilusión. A pesar de tener 33 años, sus ganas y su pasión por este deporte continúan imperecederas.
Lastrado por las lesiones a lo largo de su carrera, tras encadenar tres Giros consecutivos sin bajarse del top-6, parecía estar llamado a optar a un podium que desde 2012 se le resistía. Es su carrera. Allí logró su triunfo más emotivo y prestigioso. Aquel que firmó, vestido aún con el maillot del Colnago, en el Lago Laceno por delante de Beñat Intxausti y Purito Rodríguez. Su romance con el Giro alcanzó entonces su culmen. El podium era ya una necesidad, una obsesión, un premio bien merecido, y por qué no decirlo, un sueño, un sueño truncado.
Corría la tercera etapa de la “corsa italiana” cuando en el descenso de Barbagelate, su cuerpo yacía postrado en el asfalto. El sueño del de AG2R de subirse al cajón en Milán languidecía junto a él en aquella curva. Las cámaras se centraban en él, quizás incluso demasiado (ay el morbo…). Un charco de sangre emanando de su casco preocupaba cuanto menos. Pozzovivo, inmóvil asustaba al pelotón y a las redes sociales (en apenas 10 min fue trending topic mundial).
Los minutos pasaban y lo que parecía una nueva pesadilla, dejaba afortunadamente de parecerse a lo acontecido con Wouter Weylandt en aquel fatídico Giro del 2011. Hasta las imágenes se parecían, “era aterrador” relataba uno de los pilotos de la RAI.
Apenas 24 horas después, en el hospital y tras despertar de la anestesia, el bueno de Domenico, recién operado y visiblemente afectado por la caída, respondía a los medios: “Me sabe muy mal por el Giro. El inicio de temporada había sido óptimo. estaba en las mejores condiciones físicas de mi vida. Pienso que en Suiza podré volver a ser competitivo”. Curiosas palabras para un tipo que acababa de volver a nacer. El lamento por perder una oportunidad de triunfar y el objetivo de volver lo antes posible pueblan sus palabras. Curioso y por qué no decirlo temerario. No hay duda: los ciclistas son de otra pasta.
Y cumplió. En Suiza, apenas tres semanas después volvió a correr. Y lo hizo demostrando una vez más el gran corredor que es. Segundo en la etapa reina, una mediocre última contrarreloj le relegó a un quinto puesto, más triunfal que nunca.
Apartado del Giro, y con la caída demasiado reciente como para apostar por el Tour, la Vuelta fue el destino nuevamente del sonriente italiano. Protagonista en las jornadas de montaña, concluyó la prueba en una meritoria 11ª plaza.
Participó en varias clásicas otoñales, siendo un séptimo puesto en la Milán-Turin su mejor resultado. Así concluía el 2015 para él. Un año de vaivenes, de subidas y bajadas, que no obstante no pudieron borrar la sonrisa de su rostro.
En 2016 se presenta tanto o más ambicioso. Doblete Giro-Tour en el horizonte, parece claro que será en la primera mitad de la temporada cuando veremos sus piernas en plenitud. El regreso a la carrera de sus sueños, el Giro, donde compartirá galones con su compañero Peraud, con el siempre objetivo de ese podium ansiado, y el debut en la carrera de las carreras, el Tour de Francia, para ser el más fiel gregario de Romain Bardet. Dos retos importantes para una temporada que el italiano comenzará en Australia, en el Tour Down Under. Allí en Australia, debutarán también las dos incorporaciones de la formación gala. El francés y siempre combativo Cyril Gautier y el belga, procedente del Trek, Jesse Sergent. Dos buenos refuerzos para un equipo que volverá a encontrar en Peraud, en Bardet y en Pozzovivo a sus jefes de filas, de cara a las tres grandes vueltas.