El Tour de Francia es un exponente mundial que los franceses usan para vender su pais. La administración queda muy satisfecha gracias a la espectacular realización televisiva que promueve el turismo por allí dónde pasa el Tour. Pero el pueblo no queda tan satisfecho, ellos lo que quieren ver es triunfar a los hijos de la patria. Obviando el tópico de que los franceses se dopan menos (no digo que algo de razón pueda tener), llevan des de el 1985 sin ganar un Tour y eso duele.
Hinault levantó los brazos y aquí se acabó todo. Llevan años buscando la esperanza francesa, aunque en encontrarla no tienen problema, el problema es si luego esta llega a ganar el Tour. Una anécdota que demostraría la enfermedad de los franceses me ocurrió este año volviendo del Mur de Bretagne. Teníamos la radio puesta, y en el programa Club Jalabert hay una sección dónde la gente puede llamar. El elemento que estaba el teléfono cuando Jalabert le preguntó quién ganaría el Tour respondió que Vuillermoz, ni los cinco minutos que llevaba perdidos del día de los abanicos le echaron para atrás.
Así que este año en Francia se preveía un año grande, la vieja generación con el permiso de Péraud daba paso a la nueva. Pinot y Bardet serían los encargados de porque no, en un Tour sin contrarreloj, llevar a los franceses hasta el extásis absoluto y cantar victoria en Paris. Los más eufóricos hasta visualizaban un doblete, bonita sería la foto de dos franceses en el podio que ni se vería el Arco de Triunfo de la tricolor tan grande que habrían colgado de él.
Pero ya en el día de los abanicos nuestros amigos se vinieron un poco abajo. Pinot, Bardet y Péraud se dejaban minuto y medio, y el que en su día también fuera esperanza, Pierre Roland, perdía más de tres. Aunque eso no los desanimó del todo, cuánta montaña queda y que bien suben nuestros chavales decían. Pero nada, primera rampa de Lapierre-Saint Maretin, adiós Bardet, adiós Pinot, adiós Péraud. Tan sólo quedavan por delante Barguil y Gallopin, los franceses pecan de eufóricos pero no tanto, sabían que no era su Tour este año tampoco y no habían empezado los Pirineos aún. “Es la total” gritaba el periodista de la televisión francesa cada día que sus ciclistas se retorcían en las rampas de los Pirineos.
Pero en el día de descanso la euforia del pueblo hexagonal se dispara en vistas a 2016 y más viendo su rendimiento posterior en los Alpes, Romain Bardet ha pasado los Pirineos enfermo. En la etapa de Saint Jean de Maurienne se pegaría una exhibición brutal de coraje y fuerza para calmar al pueblo francés y decirles que estaba de vuelta. Gracias a un par de fugas recuperó el tiempo perdido en el sur del pais para acabar haciendo un más que digno top-10. El fino escalador francés ya es su gran baza para el Tour que se viene.
No tan optimistas eran con la otra joya de la corona, de Pinot no se sabe nada que justifique sus dos malas semanas y media. En montaña ni de lejos se podía enfrentar a los mejores y en la fuga de Pra-Loup volvían los fantasmas del pasado con los descensos. No solo no paraban de recortarle tiempo si no que acabó besando el asfalto. En la primera frase del párrafo he puesto el verbo en pasado porque su subida al Alpe d’Huez enfrentandóse a todo un Quintana les hace volver a soñar otra vez con su hijo pródigo.
La otra baza era Péraud, pero este no fue bien ningún día, tan sólo le vimos tirar del peloton subiendo la Croix de Fer en la penúltima etapa. Eso sí, los franceses lejos de ver las cosas negras se contentaron con tener el “Monsieur Courage” del Tour, o eso decía el comentarisa de la tele francesa.
Dónde ellos ven futuro, y no sólo ellos en este caso si no también todo entendido de ciclismo es en Warren Barguil, el bravo francés debutaba en el Tour y pese a sus dos últimas jornadas negras en Alpes demostró que podía estar delante y no sólo como espectador si no tomando parte del show con ataques lejanos.
Piere Roland ya al borde de los treinta hizo un buen Tour, top-10 y mereció una etapa, pero en vistas al futuro es mejor mirar más arriba del artículo. El ya les hizo soñar en su día con ganar un Tour cuándo derrotó a Alberto y Samu en la subida al Alpe d’Huez.
Y el que fuera el mejor francés durante dos semanas con la alta montaña se vino abajo y terminó llegando con la grupeta. Su buena posición en la general le impidió meterse en fugas así que probablemente para 2016 Tony Gallopin se replantee sus objetivos.
Otras muchas esperanzas tenían en su nueva generación de esprinters, Coquard, Démare y Bouhanni. Aunque estos son aún jóvenes y almenos Bryan y Nacer creo que estrenaran su casillero en el Tour. Pero este año no fue el suyo, Bouhanni al suelo y Démare incapaz de hacer un top-3. Pero si nuestros amigos decíamos que con poco se ilusionan, que mejor que Bryan Coquard terminando segundo en la etapa de Paris y augurandóles un 2016 de gloria.
Eso sí, pese a todas las penas que os he contado, en el podio de Paris subió un francés, Bardet ganó la combatividad.