Qué mejor lugar para despedir la gran vuelta del ciclismo femenino que el santuario de los ciclistas. La novena y última etapa del Giro Rosa terminaba en Madonna del Ghisallo, una ascensión mítica superada en Il Lombardia y, ocasionalmente, en el Giro masculino, y que en esta ocasión decidiría las cosas en una clasificación general que había quedado algo abierta tras la penúltima jornada de competición.
Etapa corta, de solo 80,1 kilómetros, pero que haría algunas diferencia interesantes, que sin embargo mucho no moverían en las primeras plazas de una general que continuó encabezando Marianne Vos, que lograba de esta forma su tercer rosa en cuatro años. La etapa comenzó tranquila, pero en cuanto comenzó la subida a Madonna del Ghisallo se desataron las hostilidades. Pero literales. Que en cada ataque de Mara Abbott (UnitedHealthcare), las Rabobank-Liv, sin necesitarlo, se dedicaban a cerrar a la americana, arrinconándola y no permitiendo que se escapara.
Y apareció Pooley. Emma Pooley (Lotto Belisol), la mejor escaladora del planeta, que con su maillot verde de mejor escaladora (que para eso es la mejor, ya decimos), atacaba y se iba en busca de su tercera victoria parcial. Y se iba. Y se iba. Las RaboLiv no lograban detenerla y la británica lograba alzar los brazos, una vez más, en solitario. Segunda, tercera y cuarta fueron las RaboLiv, que en la general lograban copar el podio con Vos primera, Ferrand-Prévôt segunda y Van der Breggen tercera.