Cuando se mira hacia atrás en esta temporada de ciclocrós en España, lo que más impresiona no es solo quién ganó más carreras, sino lo que la disciplina ha logrado levantar: raíces cada vez más profundas, una cantera vibrante, rivalidades renovadas, y citas históricas que se quedan para siempre en la memoria. Más allá de las grandes pruebas nacionales, las competiciones autonómicas y el Europeo de Pontevedra dibujan un retrato de fortaleza creciente para una disciplina que, hasta hace poco, parecía reservada para los puristas del barro.
España tuvo un punto rojo en el mapa del ciclocrós europeo el primer fin de semana de noviembre de 2024. Pontevedra estrenó un Europeo de categoría, con triunfo de Thibau Nys y una plata histórica de Felipe Orts que reventó el ambiente de la Illa das Esculturas como pocas veces se ha visto en nuestro ciclocrós. En la prueba élite femenina, Fem van Empel impuso jerarquía; Lucía González cerró un brillante top-10 y Sofía Rodríguez fue 14.ª, preludio de lo que vendría en enero. Fue, en todos los sentidos, la confirmación de que España puede organizar, y disputar, un Europeo de primerísimo nivel. No hay que olvidar a las nuevas promesas (o realidades) como Benjamín Noval, que rodó en cabeza gran parte de la prueba para finalizar en el cuarto puesto final, o Lorena Patiño, que completó un magnífico décimo puesto. En sub-23 también brillaron los nuestros con Miguel Rodríguez séptimo y Raúl Mira noveno.
La Copa de España volvió a ser el termómetro doméstico. Kevin Suárez dominó la general con autoridad, construyendo el título a base de victorias desde Gijón hasta Xátiva. En féminas Lucía González volvió a reinar, certificándolo antes del cierre y manteniendo a raya a una Sofía Rodríguez que ya enseñaba colmillo de campeona. Entre los júnior Benjamín Noval sumó todas sus participaciones como victorias dominando desde la primera prueba en su tierra en Gijón mientras que entre las féminas hemos tenido una temporada de más igualdad en la que terminaría imponiéndose Maier Olano.
Y llegó As Pontes (A Coruña) el 12 de enero de 2025: en un circuito denso, de esos que muerden piernas y técnica, Felipe Orts encadenó su séptimo maillot rojigualda, convirtiéndose en plusmarquista histórico del nacional; Sofía Rodríguez firmó el golpe del curso, batiendo a Lucía en la élite femenina. Lorena Patiño se coronó en junior y Galicia celebró a lo grande repitiendo la celebración con el entorchado sub-23 de Miguel Rodríguez. Entre los júnior no hubo sorpresas y Benjamín Noval arrasó como se esperaba. As Pontes fue barro, táctica y emoción, y un punto de inflexión para varias generaciones.
El escaparate internacional nos enseñó a un Orts superélite: plata continental en casa, podio en las Copas del Mundo de Hulst y Dublín y en el Superprestige de Niel y victorias fuera que ya no suenan a sorpresa, sino a rutina ganadora. En paralelo, el calendario volvió a Benidorm (19 de enero) con el ruido de la Copa del Mundo y el público valenciano entregado, un hito que ayuda a explicar por qué el ciclocross español ya no es una rareza de otoño.
Las autonómicas, el kilómetro cero del barro

El tejido que sostiene la temporada se cose cada fin de semana en las copas autonómicas. No es un apéndice: es el corazón. Aquí se hacen y se curten los nombres propios que luego vemos en Xàtiva, Benidorm o Namur.
Euskadi vertebró el otoño con el Ranking ETxF, la «liga vasca» donde la disciplina tiene su esencia más original, con final en el Campeonato de Euskadi, confirmando que el norte sigue siendo la escuela natural del ciclocrós en España y en la que un viejo rockero como Aitor Hernández sigue brillando con 3 victorias y la general final, mientras que entre las féminas el triunfo fue para Magali Albisu.
En Madrid, la Copa Comunidad volvió a repartir barro de Paracuellos del Jarama a Parla. El cierre del 29 de diciembre dejó como vencedores open a Gabriel Ochando y a Patricia Porris, los nombres que más repitieron en el cajón durante el otoño. Un calendario compacto, bien arropado por los clubes, que sigue funcionando como una liga en miniatura donde siempre asoman juniors con hambre como Carla Jiménez o Hugo Zarapuz.
En la Comunitat Valenciana, donde la afición y los circuitos no faltan, el calendario de la Challenge CV volvió a ser un imán. Entre Castalla, Alginet o Burriana, Sara Bonillo fue la que coleccionó más triunfos, aunque no disputar todas las pruebas fue una penalización y la regularidad de Lluna Hervás la coronó como vencedora. En las mangas masculinas los triunfos estuvieron más repartidos entre Manuel Sánchez, Javier Zaera o Raúl Mira según el día, aunque la general final fue para Jordi Fournies.
Asturias, volvió a ser un ecosistema perfecto para que Mario Junquera, Alicia y Lucía González o Sara Cueto entrenaran victorias, barro y piernas de cara a nacionales y Copa de España.
Galicia defendió su identidad de barro y público pegado a la cinta con una Copa Galicia que viajó de Boiro a Brión y resolvió el título en Navidad con la dupla Maceda-Nigrán. Nombres como Iván Feijoo, Miguel Rodríguez o Sarela Conde dieron y tomaron protagonismo en jornadas muy disputadas, de esas que cuidan cantera y espectáculo a la vez y en las que se coronaron como vencedores absolutos Iria Nieto y Luis Fernández Oliveira.
Cantabria mantuvo viva su Copa con tres citas (Arenas de Iguña, Torrelavega y Colindres) y con el habitual tirón de públicos y clubes de la tierruca; el cierre en diciembre dejó un circuito vivo y competitivo que sostiene la zona norte junto a Euskadi y Asturias y en el que se coronaron Andrea Velasco y Gonzalo Inguanzo.
Castilla-La Mancha estrenó su primera Copa de ciclocross en 2024: Mocejón, Almansa y el Internacional de Tarancón cosieron un tríptico muy bien armado. Un nacimiento con vocación de quedarse.
Aragón firmó una Copa con sello pirenaico desde Cerler y Castejón de Sos hasta finalizar en Los Fayos: César González se llevó la general élite-sub23 masculina, mientras que en la élite-sub23 femenina el maillot fue para Ana Riveiro. El arranque con el Festival Puro Pirineo dejó claro el patrón que se quiere dotar a la disciplina en el territorio del antiguo Reino: circuitos exigentes y público cerca de las cintas.
La 2024-25 fue, sobre todo, una temporada de madurez: un Europeo impecable en Pontevedra; una Copa de España con identidad; un nacional de barro «de los de antes»; Benidorm como altavoz mundial; y un reguero de copas autonómicas que sostienen el edificio. Si algo dejó claro el invierno es que España ya no entiende el ciclocrós como excepción: lo vive como una certeza que cada otoño vuelve a casa.



