Hace una semana escasa en España se paralizaba toda actividad por las elecciones generales del 23-J. Aún parece que no hemos podido pasar con entera disposición la resaca electoral, porque ahí seguimos con el voto CERA y las tiradas de piedras a la cabeza de unos a otros.
Entre tantos, tantas y tantes soplagaitas soltando lindezas, a mí me ha dado por pensar (no crean que lo hago mucho) sobre la relación entre el votar y el ciclismo, y he llegado a la tonta, pero no menos real, conclusión de que también es casualidad que en este 2023 se haya incrementado el número de carreras que se han ido a la porra después de estar más que planificadas, siendo el año en el que se nos ha presentado por partida doble la maravillosa experiencia de ir a las urnas para ejercer ese «necesario derecho».
Las primeras consecuencias de estos comicios del 23 de julio fue el tener que modificar las fechas de carreras tan importantes como la Vuelta a Madrid Sub-23 o la Loinatz Proba. Esto sí que hay que reconocer que es algo anecdótico, pero ahí queda eso. Pero volvamos al meollo de la cuestión. El hecho es que tras un 2022 en el que el calendario élite y sub-23 creció espectacularmente, recuperándose muchísimas pruebas que habían quedado en stand-by por el casi olvidado coronavirus e incluso regresando citas históricas como el Circuito Montañés, que hacía más de una década que no había podido ver la luz, en el 2023 hemos vivido un bajón importante.
Que se lo digan a agosto, que día que pasa, día que cae una carrera. Por lo pronto han dicho adiós a poder salir a la palestra las únicas dos vueltas por etapas de este mes: Vuelta a Toledo Imperial y Vuelta a Tenerife. La organización de la primera ha sido clara: «nos falta pasta». Una pasta que se prometió y se debe del año anterior de diferentes entes gubernativos y que sin ella se hace imposible poder cubrir los gastos que implica la organización de una carrera como Toledo, que ya tenía cerrada sus etapas, la participación e incluso alojamientos.
Díganme si no tiene narices que la mala gestión de alguno acabe salpicando en que de pronto una provincia como Toledo vea de un día para otro que se cancelan de golpe más de 300 habitaciones durante casi una semana. Oiga, es dinero. O yéndonos al puro plano deportivo, que la planificación de la temporada de un equipo o de un ciclista en concreto se vea afectada por una situación como esta, y es que nos consta que para muchos equipos esta ronda toledana era un objetivo clave del verano y había corredores que estaban llevando a cabo un programa específico para llegar en su mejor momento de forma a este principio de agosto. ¿Qué les queda ahora? Pues presumir de físico en la piscina o en la playa.
En cuanto a Tenerife, todo apunta a más de lo mismo. En este caso un ayuntamiento como el de La Laguna parece que se ha cansado de tirar solo del carro para poder sacar cada año una histórica fecha como es la vuelta tinerfeña, que a sus espaldas tiene nada más y nada menos que 65 ediciones. Y claro, si con el cierre de legislatura, las arcas municipales (como suele pasar en todo municipio) están más que esquilmadas, pues se hace complicado que haya algo de panoja para que una única cartera pueda pagar la fiesta.
Pero como decía al inicio, esta conclusión seguramente sea tonta e irreal, aunque me llama poderosamente la atención comprobar que antes de los resultados electorales (tanto de autonómicas como de generales) y dando igual el color político reinante, dentro del pelotón se escucharan frases del estilo: «Con lo bonita que está siendo X carrera en estos últimos años (para no dañar sensibilidades), como haya cambio político a ver como queda eso«.
Y es que se teme que en Extremadura («Mierda. Ya lo he dicho«) pueda ocurrir algo parecido a lo sucedido en León. Que la carrera más importante del momento caiga en el olvido. Y uno que es leonés sabe un poco de lo que habla. Que sí, que en León los de antes no hicieron las cosas bien y que seguro que algún billete cayó donde no estaba previsto (o sí), y si me dejaran a mí montar las leyes a más de uno le iba a faltar la mano derecha por meterla donde no debía, pero tampoco parece sano que los de ahora no solo no intentaran seguir la estela de la gran Vuelta a León, si no que en una provincia tan ciclista y con tantísimo que enseñar, no hayamos podido ver al pelotón élite y sub-23 rodando ni un solo kilómetro en estos últimos 4 años. Es que no me digan que no es raro y que es lógico que uno no vea más que conspiraciones y vendettas.
En esa línea, ahí está también una premisa bastante habitual en los entresijos del mundo del pedal y que no acabo yo de entender del todo: «Sí claro, es que si en la Diputación esta este partido, los ayuntamientos de salida y llegada tienen que ser del mismo«. Y yo me pregunto: «¿Por qué?«, qué pasa, ¿qué en una provincia en la que que la diputación está en manos del PSOE, los vecinos de un ayuntamiento gobernado por el PSOE son más ciclistas que en uno en el que su alcalde sea del PP, VOX o Sumar? (pueden intercambiar los nombres de los partidos en el orden que les de la gana).
Si algo tiene de bonito este deporte, es que se puede acercar una caravana ciclista (con todo lo que ello mueve) a cualquier lugar recóndito de nuestro país y que ese pueblo pueda mostrar todos sus encantos y lindezas a los que allí llegan e incluso al resto del mundo (en caso de ser televisada o contar con una buena difusión en redes sociales). Me sirvo de la experiencia. Hace un par de semanas Perilla de Castro acogía la salida de la tercera etapa de la Vuelta a Zamora y en palabras del dueño del bar: «Esto ni en fiestas». No todos los días llegan de golpe a tu pueblo más de 400 invitados.
Que por cierto a Toledo y Tenerife, también se les unió ya las despedidas en este 2023 de otras grandes carreras como Coruña o Segovia, entre otras. Y ojo, que el Torneo Lehendakari lo tenemos en el aire (en este caso por temas con Tráfico) y habrá que estar pendientes de que no se caiga alguna carrera más de las que nos esperan en el siempre intenso mes de septiembre. Esperemos que no sea así.
Veremos en que va quedando todo esto. En si los presagios de algunos con los cambios se cumplen o no. En si las carreras sobreviven a la política o en si estos deciden apoyar sin contemplaciones un deporte que siempre fue del pueblo y para el pueblo. Y todo ello sin votar y a pesar de la política.