La semana pasada le fue otorgado a Primoz Roglic (Jumbo) el prestigioso ‘Veló d’Or’ catalogándolo así como el mejor ciclista del año 2020. El premio admitía pocas dudas y se entregó con justicia a un corredor que des de junio dominó casi todas las carreras que corrió anotándose 12 victorias destacando una Gran Vuelta, la Vuelta a España, y un Monumento, la Lieja-Bastogne-Lieja.
Empezó en junio ganando el nacional de Eslovenia y en agosto la general del Tour de l’Ain imponiéndose en dos de las tres etapas de la carrera. Ese mismo mes ganó una etapa en el Dauphiné pero dónde tuvo que abandonar siendo el líder de la carrera por culpa de una caída. Vino entonces el Tour de Francia dónde el esloveno partía como uno de los grandes favoritos. Corrió la carrera dominándola de forma abrumadora. Ganó una etapa y se vistió de líder durante diez días arropado por uno de los mejores equipos de la historia del Tour de Francia. El problema es que no supo aprovechar la insultante superioridad de su equipo para robarle más tiempo a Tadej Pogacar (UAE) quién le robaría el triunfo de la general final en la histórica etapa de la Planche des Belles Filles.
Lejos de necesitar tiempo para superar la derrota el domingo siguiente Roglic estaba hasta el final en la pomada para ganar el Mundial. Pero lo del Mundial solo fue un aviso sobre las capacidades del esloveno en las grandes carreras de un día, domingo siguiente se imponía en la Lieja-Bastogne-Lieja. Alaphilippe (Deceuninck) impidió la más que probable victoria de Hirschi (Sunweb) o Pogacar (UAE) pero eso quita poco mérito al triunfo de Roglic. Ciclista resiliente como pocos peleó una carrera que tenía perdida hasta el último golpe de riñón.
Se tomó quince días sin competir para preparar la Vuelta a España y realizó una de las mejores tres semanas que se recuerdan. Ganó cuatro etapas, vistió de líder gran parte de la carrera y a parte del triunfo final también se llevó la clasificación por puntos.
Con esta victoria Primoz Roglic lograba la dificilísima hazaña de lograr en una misma temporada la victoria en un Monumento y en una Gran Vuelta. Algo que dice mucho de la polivalencia de este corredores y de los muchísimos campos entre los que destaca como de los mejores del mundo. Esta hazaña complementada por las victorias anteriores de este mismo año convierten su temporada en una de las mejores logradas por un corredor en este siglo.
Y es aquí dónde se demuestra la dureza y crueldad del ciclismo. Cuando el aficionado ciclista recuerde la temporada 2020 le vendrá a la mente Primoz Roglic pero para recordar su derrota en la Planche des Belles Filles, una de las más duras de todos los tiempos. Así que lo que no es enseña esta temporada casi inigualable del corredor esloveno es que no solo el segundo es el primero de los perdedores ya que a veces también el primero puede pasar a la historia como un perdedor.
Solo hace falta recordar como abre Laurent Fignon su autobiografía rebelándose contra la concepción que gran parte de la afición ciclista tenía sobre el «yo no soy el hombre que perdió el Tour por ocho segundos, soy el hombre que ganó dos». Veremos como trasciende a la historia esta temporada pero probablemente Roglic tendrá que rebelarse, cuando una y otra vez le hablen de su derrota en la Planche des Belles Filles, para recordar que 2020 fue el año en que ganó un Monumento y una Gran Vuelta.