La que parecía una contrarreloj relativamente fácil de predecir terminó por no serlo tanto. Pero los años no pasan por Kristin Armstrong, y a sus 42 ha vuelto a pasar por encima de las nuevas generaciones para conseguir un nuevo oro olímpico. El tercero consecutivo en la disciplina, ni más ni menos, tras los logrados en 2008 y 2012.
Armstrong lo ha hecho en un desenlace muy apretado por delante de Olga Zabelinskaya —un podio inesperado que ha sentado como un jarro de agua fría en muchos círculos, dada la cuestionable trayectoria salpicada por la sombra del dopaje de la rusa— y de Anna van der Breggen, quien se ha quedado a solo 11 segundos de completar lo que hubiera sido un increíble doblete tras su victoria del pasado domingo.
El gran palo moral del día ha recaído en Ellen van Dijk. La neerlandesa cometió un inexplicable error de trazada durante la primera parte del recorrido que terminó con su bici endedada en la vegetación de la cuneta. A pesar de ser desde ese punto la más rápida en completar la crono, la igualdad entre las primeras terminó por desplazarla a una amarga cuarta plaza de cuyos fantasmas probablemente le cueste librarse. Es fácil deducir que hubiese estado en la pelea por el oro sin dicho incidente.
Lisa Brennauer (Alemania) y Evelyn Stevens (USA) estuvieron entre las decepciones de un día difícil, en el que la lluvia y el viento quizá contribuyeron a lo extraño del resultado. Por el contrario, la italiana Elisa Longo Borghini, hábil bajo condiciones duras, sorprendió positivamente en una especialidad que no domina, llegando a acariciar posiciones de medalla que solamente un tramo final más discreto terminó por desvanecer.