Vale más maña que fuerza dice el refranero español. Hoy en Siena no fue así. Un Cancellara incontrolable, con la rabia de quien corre sabiendo que cada oportunidad que tenga será la última, venció a la inteligencia y a la estrategia de un Ettix que ansiaba acrecentar su buen inicio de año. Potencia en cada pedalada y mirada fija en la victoria fueron los ingredientes de una victoria que aúpa a Cancellara a los altares de la Strade Bianche. Tres triunfos (2016, 2012, 2008) y un merecido reconocimiento por parte de la prueba italiana: uno de sus únicos y ya míticos tramos de sterrato recibirá su nombre. ¡Quién fuera tramo para llamarse como tú, Fabian!
La carrera se desarrolló según lo previsto, pero sin la aparición de un condicionante que amenazaba con hacer aún más mítica la prueba: la lluvia. Apenas llovió. Lluvia fina y una fuga de quilates: Grivko (Astaná), Bookwalter (BMC), Monfort (Lotto-Soudal), Puccio (Sky) y un incombustible Gianluca Brambilla (Ettix-Quick Step). La calma precedió a una tormenta, en sentido metafórico claro, de emoción y ataques. El pelotón, comandado por los Movistar y los Sky reducía las diferencias mientras se reducían también sus integrantes. Puccio era engullido por el pelotón víctima de un pinchazo y mientras Kwiatowski y Nibali amagaban con lanzar los primeros ataques.
Con los escapados a la vista llegó el antepenúltimo tramo. Rampas cercanas al 15% y dos movimientos que marcarían la carrera. Por delante, Brambilla rompe la fuga y se marcha en solitario mientras por detrás un poderoso demarraje de Peter Sagan solo encontraba respuesta en Stybar y Cancellara. El campeón del Mundo y Cancellara se alternaban a relevos mientras Stybar se relamía ante la ocasión: un compañero por delante y dos favoritos desgastándose para atraparle. Inmejorable.
Con Brambilla capturado y con el resto de favoritos, véase Valverde, Van Avermaet, Benoot, Kwiato, Nibali o Ulissi, desaparecidos, Cancellara lo probaba en medio de la nada. Un simple repecho le bastaba al suizo para amedrentar a sus rivales con un ataque de potencia y carácter. Stybar le cogió rueda y retrasó el festival.
Con los cuatro corredores en cabeza, Brambilla volvió a probarlo. Se marchó y cogió ventaja. 10 segundos le bastaban al italiano para soñar con una victoria en casa. Solo restaba un último escollo. La llegada en las empinadas calles de Siena. ¡Qué escollo!
Brambilla soñó. Acaricio la meta. La vislumbró. Pero el guion ya estaba escrito. Cancellara arrancó. Stybar le esperaba. A él y a su ataque. Aguardaba el checo para repetir triunfo y Cancellara para hacer historia. Sagan hundido jugaba a ser cuarto. Brambilla fue engullido y las calles de Siena, degustaron una nueva delicatessen suiza. Stybar ni siquiera pudo meterle rueda.
Y es que así es el ciclismo y así es Cancellara. Único, irrepetible e inolvidable. ¡Quién fuera tramo para llevar tu nombre, Fabian!