Llegar a un evento de ciclocrós es una inmersión en el universo ya familiar de maillots e idiomas varios, furgones, bicis embarradas que montan jinetes de varias generaciones, rodillos, carpas y familias que se agitan por momentos. Y los coloridos chiringuitos rodantes con bocatas y bebidas. Y los imprescindibles fotógrafos, que nos ofrecen otra visión y convierten nuestros particulares carpe diem en historia.
Y las ciclistas que nos dedican unas palabras, sonrisas o un gesto de complicidad en esos instantes claves de su calentamiento. Y todos los aficionados que recorremos y pateamos barro, hierba y arena para ver y sentir de cerca cómo respiran, y eso es la magia del ciclocrós, a aquellos que admiramos.
Uno de los primeros conocidos que me topé nada más llegar al circuito fue a Agustín Ruiz Larringan. Ya con la mirada puesta en la temporada de carretera, le pregunté por la próxima Bira, que como bien sabréis cambia de fechas (a abril) y cuya no inclusión en el World Tour hace peligrar la participación de los grandes equipos. Debatimos sobre las sombras del World Tour que arranca este año para las féminas, los equipos ausentes (Rabo-Liv y Orica), las favoritas en su ausencia … y la subida a Urkiola, por la parte dura, que muy probablemente se haga el último día. Agustín es alguien muy importante para el ciclismo femenino vasco y nacional, y su labor en favor de las féminas en distintos frentes la admiro desde hace años.
El circuito de Torrelavega ha gustado mucho a las ciclistas. Todas coincidían, antes y después de competir, que combinaba perfectamente dificultad con velocidad y técnica. Y las lluvias caídas en los últimos días la hacían un circuito de ciclocrós bastante cercano al mountain-bike.
Así nos lo aseguraba la flamante campeona juvenil, Magda Duran, encantada con su gran rendimiento en el nacional cántabro: «Es un circuito que con el barro se ha vuelto muy de MTB, así que me encanta. Y no, no me voy a pasar al ciclocrós. Lo mío es la montaña y voy a seguir dedicándome a ella totalmente, aunque de vez en cuando me encante hacer alguna incursión en el ciclocrós». Su compañera de selección y amiga Sandra Santanyes protagonizó uno de los momentos más emotivos de la mañana: nada más cruzar la meta, dejó tirada literalmente la bici en el asfalto y corrió hacia la línea de meta para recibir con saltos de alegría y brazos en alto a la flamante campeona juvenil. Pocos segundos después se les unió Mayalen Noriega y la meta se convertía así en una petita festa.
Quien la secundaba en el podio, la gallega Irene Trabazo, no estaba para fiestas. Pese a que le faltaba la plata en su colección de campeonatos nacionales, el comentario no pareció consolarla en absoluto. Se sabía favorita y no pudo ser. Una caída a mitad de carrera en una bajada resbaladiza cuando se batía con la catalana la dejó descolgada, perdiendo sus retro-gafas y probablemente la fe en la victoria. Así son las carreras de un día, puede pasar cualquier cosa y el balance global de su temporada es excelente, con la incursiones en el extranjero como el punto álgido de la misma.
La tercera en Torrelavega fue la valenciana Sofía Rodríguez, a la que se veía encantada con el bronce luciendo sonrisas y agitando su ramo de flores por donde iba.

Otra tercera feliz cual perdiz era la zamorana Sara Yusto, último cajón del podio cadete. Esta categoría fue el duelo vasco esperado entre las dos grandes dominadoras de la temporada. En esta ocasión, el gato al agua (mejor dicho, la bici al barro) se la llevó Luisa Ibarrola, que ha demostrado ir de menos a más en estos meses invernales.
Si Saioa es la elegancia, Luisa es la potencia. Verla pasar por el barro y por las partes más embarradas hacía presagiar desde el principio que no se le escaparía el rojigualda. Una de las rivalidades más preciosas de la temporada de la que sin duda seguiremos disfrutando en temporadas futuras.
Y en categoría élite, los asturianos seguimos de suerte un año más, porque sabemos que salvo sorpresa mayúscula, los puestos del podio se los repartirán las nuestras. Aida estuvo soberbia, dejando atrás el fantasma de una enfermedad que la hacía tener dudas de su rendimiento. Sabía que su mejor arma era soltar a las hermanas González tan pronto como pudiera, y así lo hizo. Verla emocionarse con su rostro lleno de barro,cruzar la meta jadeante y abrazarse con Cástor, con su madre y los suyos, brindarme esa sonrisa total … son momentos que se quedarán para siempre en la retina. Diecisiete campeonatos nacionales en sus piernas, ahí es nada. Cinco títulos que pueden convertirse en 10 porque tenemos Aida para rato. Y su club de fans tendrá que actualizar la bandera y las sudaderas, seguro que lo harán con gran alegría.

Con su parquedad habitual recibían Lucía y Alicia sus medallas de plata y bronce, aunque Alicia se declaraba muy contenta con un título sub-23 que no puedo pelear el año pasado por su rotura de clavícula a mitad de temporada. Más gris se mostraba Alba Teruel, que nos comentaba que había tenido «uno de esos días donde no vas. Una pena porque el circuito me gusta muchísimo, pero no iba nada». Mal sabor de boca para la valenciana, que pese a ello se lleva a casa una medalla de plata. Tercera en el podio la otra chica Lointek, Eider Merino, afectada de una ciática de la que aseguraba una vez en carrera se olvidaría. Así fue.
Por lo demás, despedía el día en Torrelavega sentada en un banco con un bocata de beicon y queso que supo a gloria, mirando el circuito donde los sub-23 calentaban frenéticamente.
Y una de maillots: los juguetones Tom y Jerry en la espalda de Mónica Carrascosa (gracias por sacarnos siempre de lo esperado, Mony) y el precioso Four Factors de Mercè Pacios, que una servidora hacía made in London y mira por dónde es meid in Igualada.
