Es holandés, le consideraban contrarrelojista y se llama Tom Dumoulin (Giant-Alpecin). Solo ha completado 64 días de competición y apenas 9500 kilómetros esta temporada. Sin duda, menos de los que tenía planteados y de los que le hubiera gustado disputar. Pese a su enorme salto de nivel, se ha quedado a las puertas de ser la gran revelación de la temporada.
Buenos puestos en el Eneco Tour o Québec y un prometedor futuro en prólogos y pruebas contra el crono, esa era su carta de presentación. Pero 2015 tenía que ser un año especial, la temporada en la que iba a demostrar hasta dónde podía llegar.
“2015 TENÍA QUE SER UN AÑO ESPECIAL”
Dumoulin comenzó con una genial actuación en Australia. Completó las tres etapas más exigentes entre los cinco mejores y firmó una gran cuarta posición en la general. Era el primer aviso.
No tuvo su mejor día en el prólogo de París-Niza, su siguiente carrera. De hecho, reconoció no llegar en plena forma debido a problemas de salud, y abandonó en la sexta etapa. Poco después, terminó la Milán-San Remo en el grupo de los favoritos y se dispuso a iniciar en País Vasco la consecución de buenos resultados.
País Vasco y Suiza, tres de tres en cronos
Dejó pasar los días más complicados de la Itzulia, las imposibles rampas y exigentes puertos. Guardó fuerzas y consiguió la victoria en la contrarreloj final, en principio poco adecuada para sus cualidades. De hecho, el segundo puesto de Purito Rodríguez (Katusha) es una muestra de lo duros que fueron sus 18 kilómetros con salida y llegada en Aia. Para concluir esta primera parte de la temporada, firmó un discreto puesto 26 en la Amstel y la 25ª plaza en Lieja.

El objetivo era el Tour de Francia. Y el camino para llegar en forma pasaba por Suiza. Debía afinar las piernas y medirse con los grandes. Probarse en las dos cronos de la carrera. O directamente, conseguir el triunfo en ambas y rozar la victoria en la general. Con mucho sufrimiento y sabiendo dosificar los esfuerzos, Dumoulin se quedó únicamente a 19 segundos del ganador absoluto Spilak (Katusha). En la jornada más dura perdió 1:37 con Pinot (FDJ) o 1 minuto con Spilak, diferencia esta última que no pudo recuperar en la contrarreloj decisiva.
Abandono en el Tour
No consiguió revalidar el título nacional contra el reloj. Pero sus esperanzas se mantenían intactas, y las ganas de vestirse de amarillo en Utrecht, la salida del Tour de Francia, iban en aumento. No pudo ser, el recordman Rohan Dennis (BMC) y otros favoritos superaron al ciclista local en el prólogo inicial, donde Dumoulin solo pudo ser cuarto. En la segunda jornada consiguió colarse en el grupo de cabeza y evitar la pérdida de tiempo en los abanicos que sufrieron algunos favoritos, pero su participación en la ronda gala concluyó antes de lo esperado. Una espeluznante caída en la tercera etapa provocó su abandono inmediato por una lesión en el hombro izquierdo y puso el punto final a las ilusiones de firmar un gran Tour de Francia.
Dumoulin se centra en La Vuelta
Comienza a ser una costumbre encontrar en la línea de salida de La Vuelta a España a muchos de los grandes nombres que no están completando una gran temporada. Corredores a los que un mal estado de forma, una enfermedad o caída han privado de cumplir los objetivos y en la última Gran Vuelta prueban suerte. Siguiendo este mismo planteamiento, Dumoulin decidió competir en la carrera. Los análisis esperaban de él una excelente actuación en la crono de Burgos, pero nadie imaginaba el espectáculo que el holandés iba a darnos durante las tres semanas de competición. El holandés daba un paso de gigante, se convertía en un ciclista completo y preparado para ganar una Vuelta de tres semanas.

Hubo que esperar muy poco para saber que venía dispuesto a pelear hasta el final. En la llegada en el Caminito del Rey, solo Esteban Chaves (Orica-GreenEdge) lograba superarle en la línea de meta. Segunda etapa, segundo puesto en etapa y general. No sería hasta la quinta jornada cuando un corte del pelotón en la parte final permitiría a Dumoulin vestirse de rojo, aunque únicamente fuese por un día.
Un soberbio ataque de Chaves le permitía ganar en Cazorla y recuperar el maillot de líder. Pero el holandés es un tipo duro, y en la agónica ascensión a la Cumbre del Sol sorprendió a todos con una victoria a lo grande. Posiblemente fue ese el momento en el que realmente vimos en él a un serio aspirante al podio de Madrid. Las sensaciones seguían siendo buenas y en la durísima etapa de Andorra llegó a meta a apenas 1:30 de Fabio Aru (Astana). La pérdida era mínima, quedaban las etapas más duras y a la vez la contrarreloj de Burgos le permitía aún un cierto margen de error.
El balance de Dumoulin en las tres jornadas de montaña encadenadas fue simplemente espectacular. Respecto al a vencedor final de La Vuelta, Fabio Aru, solo cedió 20 segundos en Fuente del Chivo, en torno a 35 segundos en Sotres y apenas 25 segundos en Ermita de Alba. En la general, la desventaja era de 1 minuto y 50 segundos con respecto al líder Joaquim Rodríguez, teniendo por delante la crono. Vencedor moral, dijeron algunos.
«El balance de tom dumoulin en las tres jornadas más duras fue espectacular»
Los pronósticos se cumplieron, aunque no lo suficiente. Dumoulin arrasó en Burgos pero solamente consiguió distanciar a Fabio Aru en 1:53. La nueva general dejaba al holandés líder, y al italiano a solo 3 segundos. Quedaba terreno, todo podía pasar. En las siguientes etapas Aru lo probó, pero era Dumoulin quien finalmente logró ampliar hasta los 6 segundos su renta. Faltaba la Sierra de Madrid.
Allí donde Pedro Delgado consiguió la victoria ante Sean Kelly en 1985, en las montañas que proclamaron a tantos vencedores de La Vuelta, Fabio Aru iba a dar su golpe definitivo. El lugar elegido era el Puerto de la Morcuera (1ª), a 50 kilómetros de meta. Un primer acelerón de su compañero Mikel Landa (Astana) puso en jaque la carrera, pero no fue hasta la parte final de la ascensión donde el propio Aru descolgó al líder. El hueco entre los dos grupos aumentaba segundo a segundo, y finalmente los ciclistas que rodaban con Dumoulin se marcharon en el último kilómetro de subida. El holandés coronó solo, y no logró contactar con sus adversarios en el descenso. Faltaba todavía el ascenso al Puerto de Cotos, la diferencia era cada vez mayor. La Vuelta se escapaba para él.
Tras un control fenomenal de las diferencias durante toda la carrera, la acumulación de esfuerzos y la falta de apoyo para la persecución jugaron en su contra. En la llegada de Cercedilla, la pérdida de tiempo de Tom Dumoulin alcanzó los 4 minutos con respecto a Aru. La rabia y el mazazo eran tremendos. Los que pudimos ver su rostro en línea de meta comprendimos en ese momento cuánto había sufrido, y lo cerca que había estado de lograr el triunfo final. En el podio de Madrid recibió el más que merecido premio al corredor más combativo. Amarga recompensa, pero muestra de un reconocido apoyo por parte del público. Porque se destapó como un ciclista capaz de hacernos vibrar y luchar hasta el final.

Discreto final de temporada
Quedaban los Mundiales, pero tampoco allí Dumoulin consiguió grandes resultados pese a partir como favorito para la contrarreloj individual. Solo pudo ser quinto, el mismo puesto que logró junto a su escuadra en la contrarreloj por equipos. Tras abandonar en Lombardía, corrió Abu Dhabi firmando una pobre 41ª posición en la general final.
La cuasi consagración de Dumoulin
Así titulábamos esta entrada. El holandés ocupa desde la pasada Vuelta un puesto entre esos corredores capaces de pelear por una Gran Vuelta. Es valiente, inteligente y joven. El futuro puede depararle enormes resultados. Su buen hacer con la ‘cabra’, y la capacidad de sufrimiento en subidas largas y duras o cortas y explosivas le convierten en un completo ciclista, en un hombre a seguir y del que esperar grandes gestas.