30 de agosto de 2008. Francia. Sexta etapa del Trophée d’Or. 100,8 kilómetros por delante con inicio en Saint-German-du-Puy y final en Saint-Amand-Montrond. Un decisivo ataque de Eneritz Iturriagaetxebarria Mazaga, que así con el nombre completo se conocía internacionalmente a Eneritz Iturriaga, daba la victoria parcial a su Safi – Pasta Zara – Manhattan, por delante de nombres muy fuertes como los de Giorgia Bronzini o Rochelle Gilmore, segunda y tercera respectivamente. Quinta fue Marta Vilajosana, quien al igual que Eneritz estaba enrolada en un equipo italiano: el Cmax Dila.
Y ahí acabó todo. Promesas del ciclismo femenino español que por unas razones o por otras no lograban alzar los brazos. Años de penuria. Años de una completa desaparición de las corredoras españolas en las carreras internacionales. Pero llegaba 2011 y la generación del 94 pasaba a ser juvenil. A disputar el Mundial en su primer año compartiendo sede y fechas con el de las profesionales. Sheyla Gutiérrez se alzaba como la principal baza española y, aunque se le hizo largo el esprín, su melena al viento fue sexta. Ahí comenzó todo. Al año siguiente fue séptima, en su segundo año como júnior en el Mundial.
Victoria general sub-23 en la Copa de España 2013 y algunos top-10 en Costa Rica en ese primer año como neopro, fue en 2014 cuando empezó a destacar internacionalmente. Precisamente, el GP Plumelec – Morbihan fue su primera gran actuación: séptimo puesto en la victoria de Audrey Cordon. Y en verano, quinto puesto en la cuarta etapa del loquísimo Tour de l’Ardèche.
6-7-6. En el Omloop van het Hageland belga, clásica de las de verdad, la riojana fue sexta hace tan solo unos meses. Confirmó su gran estado de forma en Cholet Pays de Loire, siendo séptima, y tras Flandes y Dottignies, tuvo que parar. Circunstancias personales la obligaron a echar pie a tierra durante unas cuantas semanas, pero después subió a altura, entrenó, se preparó para lo que tenía por delante, y ¡pum! Ayer, sexto puesto en su segundo día de competición tras el patrón. Y no solo esa fue la buena noticia, y es que su compañera en Lointek y su compañera de año de nacimiento, Eider Merino, subía al podio como tercera en su primer top-3 internacional.
Esta mañana llegaba el GP Plumelec – Morbihan, donde el año pasado fue séptima. Wiggle Honda, con un potentísimo bloque encabezado por la vencedora en 2014, se erguía como principal candidato a hacerse con el triunfo. No defraudaron, controlando la carrera y manejando la situación. Pero no eran protagonistas únicos. El naranja de Lointek se dejó ver, encabezó la carrera, trabajó para ganar… y lo hizo. Sheyla Gutiérrez, con cabeza, sangre fría y unas piernas de oro, lograba superar en meta, en una escapada, a Sandrine Bideau y a Mayuko Hagiwara. Por fin. Siete años después de la última victoria UCI española (Campeonatos de España aparte, evidentemente), Sheyla tomaba el relevo de Eneritz y alzaba los brazos. De nuevo en Francia. De nuevo en fuga. De nuevo ganando. Como ha hecho siempre el ciclismo femenino español. Porque esto no acaba aquí, ni mucho menos. Porque Plumelec ha sido solo la primera piedra de una construcción que arrancó en Copenhague 2011, gracias, Sheyla.
Foto © Lointek