El australiano Cadel Evans dice adiós. Con 37 años ha decidido poner punto y final a su carrera como ciclista profesional. Ganador del Tour de Francia en 2011 y campeón del mundo en 2009, Evans se retira con un gran palmarés en su haber; bien es cierto que en más de una ocasión ha declarado que le hubiera gustado ganar una o dos grandes vueltas más, pero su estilo conservador durante gran parte de su carrera le ha privado de ello.
Alabado en los últimos tiempos, Evans siempre ha sido muy criticado por su forma de correr. Siempre a rueda, rara vez atacaba, se aprovechaba del trabajo de otros… y en alguna ocasión fue tachado de soberbio (en el Tour de Francia 2008 llegó a alquilar una limusina el día anterior a la contrarreloj decisiva pensando que arrebataría con facilidad el liderato a Carlos Sastre). Siempre 2º, Evans nunca conseguía tener ese puntito necesario para triunfar en las grandes carreras. Sin embargo, en el Mundial de Mendrisio todo cambió; Evans venía de hacer 3º en la Vuelta Ciclista a España, donde la mala suerte se cebó con él de nuevo en forma de pinchazo en Monachil, haciéndole perder demasiado tiempo en una carrera que tenía más o menos controlada. En Mendrisio, apenas un mes después, Evans se proclamó campeón del mundo. Salió convencido de sus posibilidades, y en el momento clave de la carrera, atacó. Nadie pudo seguirlo y a los 5 minutos celebraba la victoria en meta. A partir de entonces su manera de correr cambió, vio que no todo era ir a rueda y conservar, y obtuvo grandes resultados, los mejores de su carrera. En 2010 fichó por BMC, donde encontró la calma (y los gregarios) que tanto llevaba buscando. Luciendo el maillot arcoíris, ganó la Flecha Valona y se llevó una etapa para recordar en el Giro de Italia, cubierto de barro y tras una fuga que se formó prácticamente de salida. Además finalizó 5º en la clasificación general de aquel Giro. Después, en el Tour de Francia, llegó a vestir el maillot amarillo pero tuvo que abandonar la carrera francesa a causa de una lesión en el hombro.
2011 fue sin ningún género de dudas el año que le encumbró como ciclista. Evans se centró por completo en el Tour de Francia, donde por fin consiguió ganar y vestir de amarillo en París, aunque no lo tuvo nada fácil. Tuvo que sobrevivir a los ataques de locura de Andy Schleck y Contador y supo sufrir como nunca en Galibier y Alpe D’huez para en la crono final arrebatar con facilidad el amarillo a un agotado Schleck. Evans lograba el que era su sueño, ganar el Tour de Francia. Ya con 34 años, Evans no volvió a conseguir rendir al mismo nivel durante los siguientes tres años, aunque continuó a un buen nivel dejándose ver sobre todo en el Giro de Italia, donde logró subir al podio en 2013 y vestir la maglia rosa en 2014. Evans decidió poner punto y final a su carrera tras la disputa del pasado Tour Down Under, donde intentó despedirse por todo lo alto ante la afición australiana, ante su afición. Aunque no lo logró y acabó en un 3º puesto que quizás supo a poco, sintió el cariño de la afición por última vez.
Evans ha sido el primer gran ciclista australiano. A parte de sus victorias en el Tour (donde además ha sido 2º en dos ocasiones, 2007 y 2008) y en el mundial, ha logrado victorias en carreras como la Tirreno Adriatico, el Tour de Romandia o en la clasificación del UCI World Tour, la cual se llevó en 2007. En Australia, donde la tradición ciclista era prácticamente inexistente hace unos cuantos años, ha instaurado mucha afición a este maravilloso deporte que es el ciclismo. Evans ha sido el primer «aussie» en lograr la victoria en el Tour de Francia. Ha sido un modelo a seguir para muchos jóvenes y es el padre de la fantástica generación de ciclistas australianos (Gerrans, Porte, Matthews…etc) que disfrutamos hoy en día. Tal ha sido su impacto, que se ha creado una carrera en su honor, la «Cadel Evans Great Ocean Race», cuya primera edición se ha disputado hace unas horas, donde ha participado Evans, en lo que ha sido su última carrera como ciclista profesional.
Cadel Evans se despide del ciclismo. Ha formado parte de una generación de ciclistas con la que algunos hemos crecido y vibrado y que lamentablemente, empieza a visualizar su final. Disfrutemos de los que quedan y de los que vienen y recordemos con nostalgia a los que se fueron. Gracias Cadel, y adiós.