El australiano consiguió desmontar a los equipos de los sprinters con un ataque en los últimos kilómetros. Sin cambios entre los de la general.
Se preveía una etapa propicia para la fuga, y de hecho se salió con muchísima ansia por coger la fuga. Tras varios intentos, el equipo Tinkoff permitió marcharse a un trío compuesto por Ligthart (Lotto), Poels (Omega) y Mangel (FDJ), pero entonces apareció el equipo Giant, para dejar claro que esta etapa la tenía en mente Degenkolb, y controló durante toda la etapa la carrera, ocasionalmente ayudado por el conjunto Orica.
Antes de llegar a Monte Faro, el equipo Giant tenía a los escapados neutralizados, situación que provocó ataques durante la ascensión, eso sí, menos de los esperados. El primero en probarlo fue Lutsenko (Astana), que consiguió coronar con 10″ sobre el grupo, en todo momento liderado por Sky. Durante la ascensión también abrió un pequeño hueco Levarlet (Cofidis), pero no consiguió llegar a rueda del kazajo. En el descenso el pelotón se enfiló, con caídas importantes como la del italiano Cataldo (Sky), pero nada más volver al llano, el trabajo de Barguill en favor de Degenkolb terminó por dar caza al corredor de Astana.
Ahí, a 5 de meta, fue cuando atacó Hansen. Un ataque que terminó por dejar sin compañeros a Degenkolb, y casi huérfano al pelotón de equipo que liderase la caza. En ese momento se abrió la caja de los truenos y algunos otros corredores intentaron aprovecharse de esa incertidumbre creada en el pelotón, pero Orica ejerció de freno y consiguió que no se «revolucionara el avispero». Entre tanta arrancada y parón, Hansen se plantó en meta para celebrar su victoria en la que es su 10.ª gran vuelta consecutiva.
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