El domingo se disputó en los Campos Elíseos La Course by Le Tour de France, carrera femenina de categoría 1.1 disputada solo unas horas antes de la última etapa del Tour en un recorrido de 89 kilómetros y que debería haber servido para, en teoría, aficionar a los aficionados del ciclismo, valga la redundancia, también al ciclismo femenino.
Que fue una carrera espectacular es difícil discutirlo: pocas veces hemos visto en ese circuito tanta pelea como la que dieron las féminas. Los ataques no cesaron en toda la carrera, y no solo por parte de corredoras que sabían que no tenían nada que hacer en meta, sino viniendo también de corredoras con mucho nombre como Ellen van Dijk, Lizzie Armitstead o Pauline Ferrand-Prévôt. Es muy bonito lo de «el ciclismo femenino tendrá su oportunidad al correr en el escenario más grande del mundo solo unas horas antes que los chicos», pero ¿acaso eso lo ha inventado La Course? La de París no ha sido la primera carrera en implementar edición femenina antes del paso de la prueba masculina, si bien uno de los precedentes más claros, la Flèche Wallonne —desde 1998— también está organizada por ASO.
Pero hay más: ¿acaso ha inventado La Course lo de que haya tele en directo de una carrera femenina? No, y además hay carreras que lo hacen mejor. Claro está el ejemplo de la Ronde van Drenthe, del GP Plouay-Bretagne (ambas Copa del Mundo y con tele desde hace unos años) o del Ladies Tour of Qatar, que si no me falla la memoria implementó este mismo año la emisión televisiva. Y con mejor nivel de retransmisión que La Course, sin duda. Analicemos las razones de esto:
- Jugaron con los espectadores: El 90 % de la gente, y solo hace falta leer tuits para comprobarlo, se pensaba que emitirían la carrera completa, algo que ASO había dado a entender pero que sin embargo no fue así.
- Oh, problemas técnicos: No sé de qué os sorprendisteis cuando José Been tuiteó que se había caído el satélite y que por eso se tenía que retrasar más aún la espera para que entraran las imágenes en directo: ¡es ciclismo femenino!
- La chapuza de los grafismos: No creo que yo fuera el único —y no lo fui— al que le sorprendió que Lisa Brennauer hubiera fichado por Poitou-Charentes.Futuroscope.86 a mitad de carrera, o del de Sarah Roy por a saber qué equipo. El grafista no estaba muy inspirado, se ve, o no tenía ni idea, o simplemente le daba igual. Y para más inri, la televisión no ofreció el top 10 correcto, puesto que en el que emitieron obviaron a la pobre Brennauer, la más troleada de toda la carrera.
- Al menos el podio se vio espectacular. Ah, que no, que no, que no lo pusieron. Para poder verlo hubo que recurrir a un streaming que nadie tiene ni idea de dónde salió, pero que desde luego no era de Eurosport, centrada en emitir un vídeo de Greg LeMond. Un podio que, por cierto, colocó al revés a Wild y a Kirchman.
Pero bueno, tampoco se notaron demasiado esos errores, porque La Course no la vimos demasiada gente. Los que la seguimos con interés fuimos los frikis habituales del ciclismo femenino, los que seguimos desde el Tour de San Luis hasta las carreras brasileñas de noviembre que en realidad no existen. El dato que contaba ayer Peter van der Veen, presente en París, es demoledor: solo el 5 % de las gradas estaban ocupadas, cuando por la tarde, en la última etapa del Tour, se ocupó la mitad. No quiero que este artículo suene como un «criticar por criticar», porque cuando hay que alabar lo que se hace por el ciclismo femenino, se aplaude, como por ejemplo con el brillante Women’s Tour, un claro ejemplo de que el ciclismo femenino puede salir adelante y ser mediático. Ese es el camino a seguir, y no el de La Course, porque a ASO le dan igual las féminas, por lo que si tienen La Course es por puro postureo, por ponerse la medallita de que ellos apoyan el ciclismo femenino.
Imagen destacada © Emilie Drouet | VeloNova