Sólo dos semanas en el Gran Bretaña, más concretamente en la ciudad costera y turística de Bournemouth, para descubrir la importancia que la bicicleta tiene en la vida cotidiana y la valoración que la gente le da al deporte.
Con sólo tres ejemplos queda en evidencia lo mucho que tienen que cambiar la mentalidad de nuestra sociedad y las políticas viales para convertir el ciclismo y la bicicleta en algo más que un deporte para ver en julio las tardes de calor.
En el escaparate de cualquier librería son comunes las secciones de libros de ciclismo. Los últimos éxitos de David Millar o Tyler Hamilton se anuncian como grandes novelas y estrellas de la talla de Mark Cavendish firman el Prólogo. Se explica así mismo que se trata de superventas y se anuncian descuentos especiales por la compra de dos o más libros relacionados con esta temática.
Pasear por las calles es una auténtica delicia para los amantes de la bicicleta. En cada punto turístico o zona de paseo de la ciudad hay un enorme aparcamiento para bicicletas lleno de ellas. ¿Atadas? Sí, pero sin duda no con el miedo a que al volver a buscarla sólo encontremos un trozo del candado. Es muy común ver a pequeños y mayores ir en bicicleta desde su casa en las afueras al centro o a la playa, para después dejar su bici aparcada y disfrutar de un paseo o de un día soleado (de esos que se cuentan con los dedos de una mano).
Llama la atención la cantidad de gente que utiliza bicicletas de carretera o de contrarreloj para ir de casa a su destino. Existe en Gran Bretaña una marca de bicicletas llamada Carrera, que sería algo parecido a la B-Twin española, disponible en cualquier tienda Decathlon. Es un modelo muy básico de bicicleta de carretera pero que te permite disfrutar del manillar de competición o de unos desarrollos muy cómodos para coger una buena velocidad. También es muy usual ver bicicletas mixtas: cuadro y ruedas de carretera y manillar de paseo. Sin duda la opción más adecuada para ir por carretera con las ventajas de una rueda fina y con un manillar más cómodo. En cualquier caso todo este material no tendría ningún sentido si no existieran en todas las calles principales un carril bici integrado en la carretera. En la mayoría de ocasiones marcado con pintura verde, tiene aproximadamente medio metro de ancho y permite al ciclista avanzar cómodamente sin sentir la presencia de un coche detrás que le atosiga para adelantar. Las bicicletas se rigen por las normas de circulación normal y no tienen semáforos especiales, compartiendo los de los vehículos a motor y comportándose así como un ciclomotor pero con un carril único para ellas.
Por último, el día en que visité la fantástica ciudad de Londres coincidí con un acto benéfico. Consistía en un circuito por la zona de Buckingham Palace y Regent’s Park para bicicletas y cuantas más vueltas dieras más dinero recaudabas. A juzgar por las imágenes que pude tomar, eran varios miles los ciclistas que participaban en el evento. Y esto seguro de que es una de las mejores maneras de potenciar el uso de la bicicleta o simplemente de pasar un día con tus seres queridos recorriendo la ciudad sobre dos ruedas. En el recorrido no había prisas, adelantamientos bruscos ni protestas. Cada uno iba a la velocidad que podía e intentaba pasarlo bien. Disfrutar con la bicicleta.
Tenemos mucho que aprender de los británicos en este aspecto. Y es que ellos parten de la base de que la ciudad no se construye a partir de la carretera, sino al contrario. Primero una buena acera y un carril bici cómodo. Después la carretera. Es muy habitual observar cómo mientras los coches deben alternarse para sortear coches aparcados la bici avanza cómodamente por su carril. Su mentalidad es muy distinta: la bici tiene preferencia y si es necesario recorrer un kilómetro detrás de una de ellas porque no se puede adelantar, se espera dejando entre el vehículo y la bici una distancia prudencial.
El objetivo, hasta ahora utópico, de convertir la bicicleta en una parte importante de nuestras vidas y un medio de transporte realmente eficaz y seguro puede lograrse. Y no hay mejor manera que tomar ejemplos de aquellos lugares en los que existe un modelo que funciona y adaptarlo o mejorarlo al propio país.