El castillo de Flamanville vuelve a asomar entre praderas encendidas de verde y taludes que engañan: parece un jardín y, sin embargo, cada giro pide una arrancada nueva. La Copa del Mundo aterriza en Normandía con el eco de Tábor aún vibrando en el manillar. Allí Thibau Nys marcó territorio desde el segundo paso por meta y dejó a Joris Nieuwenhuis mirando su estela helada; carrera limpia, casi quirúrgica, para estrenarse de líder en una temporada que le cae como anillo al dedo. Entre las mujeres, Lucinda Brand volvió a su rutina de ciclocrosista fiable: estocada justa, templada, para contener a una encendida Sara Casasola y a la siempre pulcra Inge van der Heijden. El arranque de la serie, por tanto, dibuja dos certezas: Nys manda con convicción; Brand, con oficio. En España, la carrera podrá seguirse en directo y en abierto por Teledeporte y RTVE Play; todos los detalles de la cobertura, en esta noticia.
El domingo 30 de noviembre, con la brisa del Canal barriendo el parque del château, el programa promete una mañana madrugadora y una tarde con aroma de gran cita: a las 8:50 saldrán los júniors, a las 9:55 será el turno de las júniors, alrededor del mediodía asomarán los sub-23 y ya por la tarde, a las 13:00, correrán las élite mujeres antes de que a las 14:30 eche a rodar el pelotón élite masculino. Flamanville acostumbra a ser veloz, pero obliga a mirar siempre dos curvas más allá; aquí la carrera se gana en ese punto medio donde parece que no pasa nada.
El decorado es conocido y, aún así, cada año sorprende: una vuelta de poco menos de tres kilómetros, apenas treinta metros de desnivel y una secuencia de interrupciones (escaleras, tablones, pasarela) que multiplica las pequeñas fatigas. Si el césped humedece, la tracción manda; si corre el viento del oeste, la colocación antes de cada obstáculo se vuelve moneda cara. A Flamanville se viene con el pulso afinado y la cabeza fría, porque la última vuelta suele pedir un cambio de ritmo más.
España llega con pies en el suelo y dorsal visible. En la manga élite masculina, Kevin Suárez se conoce cada repecho de este parque, años de oficio entre barro y césped, Mario Junquera trae el buen gesto de quien se ha hecho un hueco a fuerza de top-30 y Javier Zaera sigue tocando la puerta de las grandes parrillas; para los tres, la misión pasa por ganar posiciones vuelta a vuelta y encontrar la rueda buena antes de la zona técnica larga. En la femenina, Sofía Rodríguez, campeona nacional, vuelve a medir su pedal en Copa con Lucía González como metrónomo y la sub-23 Ana López Burgos apretando desde la ambición; en un trazado que pide repetir aceleraciones cortas, las tres pueden crecer si llegan con resuello a la penúltima vuelta. La base también asoma: en júniors, Martín Fernández, el campeón nacional Benjamín Noval y Axel Roy se probarán en la densidad de la parrilla franco-belga; en júnior femenino, María Gutiérrez y Jara Portero buscarán ese salto de calidad que se cocina, sobre todo, en las zonas donde no se puede adelantar. Objetivo realista para todos: aferrarse al primer tercio y no dejar escapar el tren de la segunda vuelta.
El libreto de favoritos se escribe casi solo. Nys llega con el golpe en la mesa de Tábor y un circuito que transforma su técnica en velocidad de crucero. Alrededor, la guardia fija: Michael Vanthourenhout y Laurens Sweeck, siempre finos en hierba rápida; el tríptico neerlandés de Lars van der Haar, Pim Ronhaar y Joris Nieuwenhuis, que en parques como este convierten cada recta en una selección por piernas; y Toon Aerts, que si encuentra ritmo puede tensar el elástico donde más duele. La memoria del lugar avisa: aquí Eli Iserbyt ya mandó con jerarquía, y 2023 también guardó una llegada suya con puño en alto. Flamanville, además de bonito, castiga la distracción.
Entre las mujeres, Brand regresa a un escenario que le sienta bien, ganó con solvencia en su última visita, y lo hace con la confianza que da un inicio de invierno repleto de victorias. Van der Heijden viene con pedigrí de líder silenciosa, Alvarado acostumbra a jugar al látigo en circuitos que corren y Denise Betsema, Annemarie Worst o Aniek van Alphen encajan en esa carrera de arrancadas cortas que aquí suele decidir. Si se presenta inspirada, Marion Norbert Riberolle puede agitar la tarde; si la hierba corre de verdad, Marie Schreiber es la tapada perfecta. La foto general, a la espera de que Fem van Empel asome más adelante, conserva el pulso de Tábor: Brand manda, pero el margen es estrecho.
Flamanville, en fin, propone un tipo de verdad que no admite florituras: la de los segundos robados entre escalera y tablón, la de los cambios de ritmo que no se ven por televisión. España viaja con tarea clara y recompensa posible; si el día ayuda y el viento no traiciona, habrá razones para sostener la mirada en ese tramo medio donde se cuece el futuro inmediato. El castillo, inmóvil, ya ha visto de todo. Toca escribir otra página, este domingo, en la segunda estación del invierno.



