La Kiremko Nacht van Woerden es una de esas carreras que condensan la esencia del ciclocross: nocturna, con el público a escasos metros, las luces cruzando el vapor del aliento y la sensación de que todo sucede a una velocidad distinta bajo los focos. Durante una década, el nombre de Lars van der Haar fue sinónimo de dominio absoluto en esta cita neerlandesa. Pero en la edición de 2025, ese hechizo se rompió. Lo rompió Felipe Orts, que firmó una actuación magistral para inscribir su nombre en una de las noches más especiales de su carrera.
El circuito de Woerden, de algo más de tres kilómetros, se presentó seco, rápido y técnico. En esas condiciones, cualquier pequeño error cuesta caro, y el ritmo no da respiro. Orts se mostró concentrado desde la primera pedalada, situándose en cabeza y manteniendo siempre la referencia de Pim Ronhaar, que fue el primero en tomar la iniciativa. El neerlandés trató de abrir hueco en las primeras vueltas, pero el alicantino mantuvo la calma. Sin sobresaltos, sin gestos de desgaste, fue recortando poco a poco hasta volver a contactar con la cabeza.
La carrera encontró su punto de inflexión en la penúltima vuelta. En la zona de tablones, donde el de La Vila Joiosa se mueve con la precisión de un reloj suizo, lanzó su ofensiva definitiva. Allí donde el equilibrio y la técnica deciden, Orts encontró el momento perfecto para abrir un pequeño hueco que pronto se hizo insalvable. Ya nadie pudo seguirle. Entró solo en la recta final, con la mirada fija y el gesto contenido, cruzando la meta con más de veinte segundos de ventaja. Una victoria contundente, pero sobre todo simbólica: por primera vez en diez años, Van der Haar no ganaba en Woerden.
Lo que dejó el español no fue solo una victoria, sino una demostración de madurez y lectura táctica. Supo cuándo esperar, cuándo atacar y cómo hacerlo, en un terreno donde los neerlandeses parecen jugar siempre con ventaja. Cada curva, cada cambio de ritmo, cada salto de tablón tuvo un propósito claro. Fue el premio a una carrera limpia, sin concesiones, en la que el control y la serenidad marcaron la diferencia. Orts no solo venció a sus rivales, también dominó el escenario, el contexto y el relato de una cita que parecía escrita para otros.
Por detrás, Pim Ronhaar tuvo que conformarse con la segunda plaza tras haber sido el más combativo en los primeros compases. El joven Jente Michels completó el podio, mientras Van der Haar, el rey destronado de la noche, solo pudo ser quinto tras perder contacto en las últimas vueltas. En categoría femenina, la campeona del mundo Fem van Empel impuso su potencia en el esprint final ante Aniek van Alphen, con Inge van der Heijden tercera.
Para Orts, esta victoria trasciende lo deportivo. Es la confirmación de que puede competir de tú a tú con los grandes en su propio terreno. Llega además en un momento ideal, con un inicio de temporada sólido, buenas sensaciones en las citas previas y la convicción de que el trabajo de pretemporada está dando resultados. Woerden no solo le devuelve la confianza, sino que lo proyecta de nuevo en el escaparate internacional, ese donde se forjan los nombres que suenan todo el invierno en Flandes y Holanda.
En el ciclocross, las noches especiales no abundan. Pero la de Woerden, iluminada por la figura de Felipe Orts, quedará guardada como una de esas en las que el barro no fue protagonista, pero sí el talento, la precisión y la inteligencia táctica. Una noche que, más que una victoria, fue una declaración: el español no solo está en el circuito para participar. Está para ganar.
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