El ciclocrós ibérico vuelve a latir a ambos lados de la frontera. Portugal acoge este fin de semana sus dos citas más reconocibles —el Ciclocrosse Internacional de Melgaço (C1) y el Ciclocrosse Internacional de Vouzela (C2)—, que servirán como arranque de la Taça de Portugal y primera oportunidad para que buena parte del pelotón español mida fuerzas en terreno internacional.
Para muchos corredores nacionales, este doblete luso se ha convertido en un clásico de octubre. Apenas separados por tres horas de carretera, Melgaço y Vouzela ofrecen dos carreras distintas pero complementarias: la primera, técnica y selectiva; la segunda, más rápida y explosiva. En conjunto, un fin de semana ideal para sumar puntos UCI, acumular ritmo de competición y, sobre todo, medirse con rivales de nivel internacional sin salir de la península.
El sábado se disputará el Ciclocrosse Internacional de Melgaço, una prueba C1 que cada año eleva su prestigio. El circuito del Centro de Estágios es un entorno amplio de pradera y curvas encadenadas, exigente para quien no mantenga el pulso durante toda la vuelta. El terreno suele ser rápido y el margen de error mínimo: la carrera se decide por precisión y regularidad, no por pura fuerza.
En las últimas ediciones, los ciclistas españoles han encontrado aquí un terreno muy favorable. En 2024, los triunfos de Kevin Suárez y Lucía González sirvieron para abrir una racha que España buscará mantener.
El domingo, el Ciclocrosse Internacional de Vouzela (C2) completará el doblete con un recorrido más compacto, de giros encadenados y tramos urbanos que premian la explosividad. Es una carrera de recuperación rápida tras la exigencia de Melgaço, pero no por ello menos selectiva. En la edición pasada, las victorias de Sara Cueto y Mario Junquera confirmaron el dominio español, algo que podría repetirse si el bloque nacional mantiene el nivel mostrado al norte del Miño.
Este doblete luso se ha convertido en un punto de encuentro natural entre los calendarios español y portugués. Lo que comenzó como una alternativa logística se ha transformado en una cita estratégica para ambos países. Los equipos portugueses aprovechan el alto nivel técnico de los españoles para medirse; los españoles, a su vez, encuentran en Portugal una puerta de entrada a la temporada internacional sin necesidad de largos desplazamientos.
En un año en el que el ciclocross peninsular crece en visibilidad y nivel, Melgaço y Vouzela representan algo más que dos pruebas UCI: son el primer test real del invierno, un lugar donde el barro —si aparece— es solo una excusa para comprobar quién llega con el golpe de pedal afinado.



