Mathieu Van der Poel (Alpecin) gana su segundo Tour de Flandes batiendo al esprint a Pogačar (UAE), y también a Madouas (FDJ) y van Baarle (INEOS) que se apuntaron a la fiesta final a 200 metros de meta. El holandés resistió una y otra vez las embestidas del vigente ganador del Tour que se mostró claramente como el hombre más fuerte del día.
Después de que la fuga habitual caminara durante unos 170 kilómetros sin mucho margen, pero sin apuros, la carrera fue lanzada por Iván García Cortina (Movistar). El asturiano renunció a la habitual táctica de Movistar en cualquier carrera resumida perfectamente en el documental del Día menos pensado por Chente: «aguantáis (a Superman y Mas en la Vuelta) a rueda de Roglič y si podéis le dais un estacazo». Una táctica inútil, cuándo el esloveno es más fuerte que tus corredores, y absurda pudiendo favorecerte de tener dos bazas contra una. Cortina se anticipó a los movimientos de los más fuertes, que no pudo seguir después, pero demostrando que por ahora cualquier puesto de honor que pueda lograr en esta carrera pasa por la anticipación.
Con el español se fueron grandes corredores como Stybar (Quick Step), Pedersen (Trek) o Bettiol (Education First) y provocaron la primera situación tensa de la carrera. Hubo reacción por detrás y Pogačar y van der Poel tampoco se unieron a estos nuevos valientes. Mostraron temple y surgió efecto: cuándo tenían casi un minuto de ventaja pasaron a relevos corredores del Bahrain y el UAE dejando el grupo escapado a tiro de piedra de la animalada que estaba a punto de hacer Pogačar en el segundo paso por el Oude Kwaremont. Alcanzó a los escapados y no le pareció suficiente, trato de continuar para hacer la selección definitiva, pero no le bastó. Aún así ya dejó la carrera en apenas 30 corredores.
Y la fiesta ya no paró, el Paterberg se subió también muy rápido y llegó el Koppenberg para que Pogačar terminara de hacer saltar la carrera por los aires. Solo le siguieron la rueda van der Poel y Madouas conformando un terceto bien entendido que rápidamente dio alcance a van Baarle y Wright (Bahrain) dejando un grupo de cinco que se jugaría la victoria. De nada sirvieron los esfuerzos traseros para tratar de darles alcance, la carrera ya estaba sentenciada esperando el veredicto del encadenado Oude Kwaremont-Paterberg.
Y no hubo veredicto, pero casi. Pogačar aceleró desde la primera de las cotas consiguiendo que cedieran todos los compañeros de fuga menos el más temido, van der Poel. En el Paterberg volvió a la carga y de nuevo insuficiente, van der Poel y él serían compañeros de fatigas durante los 273 kilómetros de la jornada. Se entendieron lo justo para que no les cogieran y enfrentaron la recta de meta.
Al final, tras la línea blanca, la historia les esperaba a los dos. A van der Poel en el escenario de poder aspirar algún día a ser el mejor hombre de la historia de la carrera, y a Pogačar en su afrenta personal por hacer sombra al palmarés de cualquier persona que se haya subido jamás a una bicicleta.
El esprint era de resultado dudoso. En la mente las dos sonadas derrotas de van der Poel la temporada pasada y los escasos milímetros que le faltaron a Pogačar para batir a Van Aert en los Juegos Olímpicos. Así que sabían lo que se jugaban, la imprevisibilidad del resultado, y calcularon. Tanto que les dieron alcance unos esforzados van Baarle y Madouas a 200 metros. Incluso el holandés se vio con posibilidades, pero van der Poel, holandés también, por el bien de la meritocracia de la jornada y mediante su destacada fuerza bruta, que esta vez no le abandonó, levantó los brazos.
También levantó los brazos Pogačar, de frustración, quejándose de un bandazo de van Baarle que no lo alejó de la victoria. Simplemente no estuvo rápido. Esa frustración es buena para el aficionado, pues en el horizonte del corredor esloveno se dibujan dos rectas, la Via Roma y la interminable de Flandes. Sabe que están a su alcance y será un placer ver al mejor corredor del mundo disputando dos de los mayores altares del ciclismo.
El que también estará pensando en otros horizontes es van der Poel, pues de bien seguro no quiere ver su entrada en la historia de los Monumentos limitada al Tour de Flandes. Una carrera que ha corrido en cuatro ocasiones y dónde a finalizado 4-1-2-1. Hoy, de nuevo, le ha hecho profeta en la tierra de su eterno enemigo, quién ha tenido que verla desde casa y ansiado por esos horizontes.