Primoz Roglič se impuso en la París-Niza a la vez que Tadej Pogačar hacía lo mismo en la Tirreno-Adriático. Aunque los dos corredores no compitan en la misma carrera se hace inevitable no trazar una rivalidad entre ambos, y por suerte o por desgracia, se juzga con el Tour de Francia en el horizonte.
La victoria de Roglič en París-Niza se cimentó desde la primera etapa. El Jumbo-Visma aprovechó una cota que no tenía demasiada historia para demostrar que era el equipo más fuerte de la carrera. Laporte, Van Aert y Roglič destrozaron al pelotón de tal manera que se quedaron los tres solos, pero no solo eso, una vez acabada la cota no es que lograran aguantar el envite del gran grupo, es que llegaron con más de 20 segundos de margen. La siguiente etapa importante para la general sería la contrarreloj y de nuevo habría un triplete de Jumbo que a Roglič, segundo, le serviría para seguir aumentando las diferencias.
En la quinta etapa las fuerzas del Jumbo se acabaron y dejaron solo muy temprano a Roglič, pero entonces salió la mejor versión del esloveno. Vlasov (Bora), Daniel Felipe Martínez (INEOS) o Simon Yates (BikeExchange) entre otros trataron de meterle en unos problemas que zanjó con una solvencia y una frialdad espectacular. Por si fuera poco, al día siguiente, Roglič se llevó la victoria de etapa en el Col de Turini con absoluta facilidad. Simon Yates, segundo en la general, quedaba ya a 47 segundos. Pero el último día llegaron los problemas, ese punto trágico que tiene el corredor esloveno en ocasiones pareció que florecía de nuevo y se le iba escapar una victoria que muchos ya habían dado por hecha. Por suerte para él y su equipo en el último día no se perdió el trabajo de toda una semana. En gran manera gracias a un soberbio Van Aert, con el que unió fuerzas para evitar que las pérdidas con Yates fueran relevantes.
En Tirreno-Adriático la historia fue parecida sin contar el susto del último día. El dominio de Tadej Pogačar fue total y no hubo quién pusiera en duda su victoria final. El primer día hizo una buena contrarreloj, solamente superado por Ganna (INEOS) y Evenepoel (Deceuninck); el cuarto ganó la etapa sin apenas oposición en el final al esprint en cuesta; y el quinto, de los favoritos en la general, solo perdió dos segundos con Porte (INEOS) pese a haberse confundido en la bajada previa a la subida final junto a Vingegaard (Jumbo) y Evenepoel perdiendo un terreno considerable. Finalmente en la penúltima etapa y última de competición en la general vino la gran exhibición. En el segundo paso por el Monte Carpegna (6 kilómetros al 10%) arrancó y sus rivales no pudieron ni mostrar oposición. Vingegaard y Landa (Bahrain), quiénes le acompañarían en el podio final, fueron segundo y tercero de la etapa a más de un minuto.
De esta manera Pogačar, con tan solo 23 años, repetía victoria en la general final de Tirreno tal y como había hecho unas semanas antes en el UAE Tour. Es la décima victoria en una clasificación general pese a su corta edad. Por su lado Roglič se unía a la corta lista de solo cinco corredores que tenían la París-Niza y la Tirreno-Adriático en su palmarés.
Las comparaciones son odiosas, pero el hecho de ser los dos eslovenos, ampliamente superiores a sus rivales y la Planche des Belles Filles, ha convertido su rivalidad y su apuesta por vencer el Tour en julio en uno de los hitos ciclistas que marcará la temporada, aunque la ronda gala aún quede lejos. Hasta el Tour de Francia la rivalidad será una Guerra Fría, no coincidirán en ninguna carrera por etapas y solo los podremos ver competir a la vez en carreras de un día, dónde pocas conclusiones se podrán sacar. Luego vendrá julio, y quizás, como el año pasado, no veamos ningún enfrentamiento directo, al igual que en la Guerra Fría real. Pero por suerte seguro que habrá valido la pena observar con lupa a estos dos corredores durante todo el año, pues ahí dónde corren uno sabe que siempre se honra la palabra ciclismo.