El belga se impuso en un esprint milimétrico a Alaphilippe consiguiendo así su primer monumento. Ambos venían juntos des del descenso del Poggio y se entendieron de maravilla hasta el último kilómetro, dónde Alaphilippe dejó de relevar y Van Aert apostó por continuar tirando sin recibir relevos. Los dos acertaron, Van Aert en que debía continuar hacia delante porque sería más rápido y Alaphilippe tratando de desgastar a un rival que sabía que le batiría al esprint. A dos segundos entró el grupo dónde Matthews y Sagan se disputaron el tercer puesto.
Los 305 kilómetros, y más 10 de neutralizada, empezaban poco antes de las 11 de la mañana en la que era una de las carreras más largas de las últimas décadas del ciclismo profesional. La peculiaridad de esta Milan-San Remo no se debía únicamente a su fecha si no también a su recorrido. A diversos municipios no les hacía ninguna gracia que la carrera pasara por sus dominios y vetaron su paso. Así que la organización se reinventó y el resultado final ha sido una jornada de más de 300 kilómetros y algunos metros de desnivel positivo más de lo habitual.
Pese a eso el guión ha sido parecido al de siempre, fuga inofensiva, de la cual formaba parte el español Héctor Carretero (Movistar) que sería alcanzada gracias a la tensión previa a la Cipressa. El ascenso por la leve pendiente de la Cipressa fue más movido de lo habitual y conformaron una pareja cabecera Loic Vliegen (Wanty) y Jacopo Mosca (Trek). Por detrás no pararían los ataques y los intentos de, entre otros, Ciccone (Trek) o Pogacar (UAE) provocaría que el dueto cabecero no llegase a coronar escapado.
Fue en el descenso del mismo puerto cuando sin querer, por la velocidad imprimida, Daniel Oss (Bora) ganaba unos metros y tiraba para adelante. Cuando tenía unos 15 segundos de ventaja Deceuninck con Jungels en cabeza se ponía a tirar y era alcanzado a pies del Poggio.
Ahí el primer intento serio fue por parte de Brambilla (Trek) y De Gent (Wanty) que llegaron a coger unos metros de ventaja. Ventaja que quedó dilapidada ante un ataque de Nibali (Trek) respondido por una imponente arrancada de Alaphilippe que trataron de seguir Kwiatkowski (INEOS) y Van Aert (Jumbo). Primero cedió el polaco y posteriormente el belga perdió unos metros. Distancia pero que no fue a más hasta la cima del Poggio dónde se inició un descenso a tumba abierta. Alaphilippe tuvo dos sustos en el descenso y viendo que Van Aert andaba cerca esperó para hacer camino juntos. Se entendieron a la perfección pero no se podían despistar pues en el grupo de atrás no hubo ni un solo parón, algo verdaderamente extraño en los finales de San Remo.
No fue hasta el último kilómetro dónde Alaphilippe le dejó entender a Van Aert que no iba a pasar más. Al belga no le hizo ninguna gracia pero decidió seguir hacia adelante y apostó, con mucho acierto, por ser más rápido que el francés. Pero si que bajó el ritmo y eso sirvió para que el grupo se acercara. Un grupo que en una de las tomas fijas de meta pudimos ver que comandaba Gilbert (Lotto). Por unos instantes parecía que podía alcanzar a la pareja cabecera y entrar a la eternidad des de la Via Roma. Pero eterna era la distancia que había entre él y otro belga que andaba ya levantando los brazos, y quién sabe, si cuando llegué a la edad de Philippe Gilbert, Van Aert ya habrá logrado lo que hoy ansiaba lograr su compatriota.