Simon Yates de líder y solo dos jornadas de montaña separan al británico de apuntarse su primer triunfo en la general final de una gran vuelta. Un puntito por encima de sus rivales en la primera y segunda semana de carrera, el de Mitchelton-Scott afronta, como ya lo hiciera en el pasado Giro d´Italia, las dos últimas jornadas de montaña con la sensación, sobre el papel, de ser el más fuerte de la carrera.
Hace ya más de cuatro meses, Yates dominaba el Giro d´Italia con un poderío solo equiparable al mostrado por un tal Alberto Contador en 2011 y 2015. Como Contador entonces, Yates aprovechaba cualquier llegada en alto para aventajar a sus rivales y, hasta en la contrarreloj –territorio Dumoulin-, se mostraba inexpugnable. Las miradas parecían centrarse entonces en la lucha por quienes serían sus acompañantes en el pódium final de Roma.
Así hasta la llegada a Prato Nevoso. Etapa monopuerto, con un largo traslado sin apenas dificultad orográfica y con la ascensión alpina que, sin rampas exigentes, obligaba a los corredores a resistir un alto ritmo en sus más de 15 kilómetros a más de 6%. Aquel día cedió 28 segundos. Al día siguiente, camino de Jafferau, en una jornada de varios puertos encadenados y con el terrible Finestre de por medio, perdería más de media hora en la línea de llegada. Todo por tierra.
Las comparaciones son odiosas y, aunque en el ciclismo no hay regla matemática posible, seguro que más de uno en el Mitchelton-Scott tendrá oscuros recuerdos cuando visualice el perfil de los próximos días. Las coincidencias son más que evidentes. A la sensación de ver a un Valverde cada vez más ambicioso -capaz de recortar 8 segundos al británico en una llegada más apta para el maillot rojo como era la meta en Oiz-, se suma la tremenda similitud orográfica de las dos jornadas andorranas con las etapas que marcaron el fiasco del británico en Italia el pasado mes de mayo.
Mañana, Yates afrontará la llegada a la Rabassa con la reminiscencia de lo acontecido en Prato Nevoso. Jornada monopuerto y una ascensión larga, sin rampas exigentes -aunque los primeros cinco kilómetros rozan siempre el 9%- y donde unas teóricas bonificaciones podrían acercar más al murciano al liderato. El sábado, la etapa no podrá condensar más dura. 97,3 kilómetros -kilometraje notablemente inferior al de la etapa que aupó a Froome a la maglia rosa- pero un desnivel que, como la jornada alpina, supera los 5000 metros de desnivel.
Cada carrera es un mundo y cada pedalada es una historia distinta. Pero aun así, la guardia estará más alta que nunca en las filas del equipo del líder y el ataque será más voraz entre quienes ambicionan ganarle el pulso a un Yates, confiado pero cauto. Al fin y al cabo, ya sabe lo que puede ocurrir de no serlo.