Peter Sagan (Bora-Hansgrohe) se ha alzado con la victoria en la 118ª edición de la Paris-Roubaix (1.UWT, Francia), disputada hoy sobre el ya tradicional recorrido de 257,5 kilómetros entre Compiegne y la mítica llegada en el Velódromo de Roubaix.
Tras 50 kilómetros de continuos ataques acababa por conformarse la escapada de la jornada. Geoffrey Soupe (Cofidis), Jay Robert Thomson (Dimension Data), Gatis Smukulis (Delko Marseille Provence KTM), Sven Erik Bystrom (UAE Team Emirates), Silvan Dillier (AG2R La Mondiale), Jelle Wallays (Lotto Soudal), Marc Soler (Movistar Team), Jimmy Duquenoy (WB Aqua Protect Veranclassic) y Ludovic Robeet (WB Aqua Protect Veranclassic) la componían.
Con una renta que alcanzaría los siete minutos, los fugados entrarían, como ya es tradición, primero en los tramos de adoquín que caracterizan «El Infierno del Norte». Los tramos se sucedían y mientras, por detrás las caídas marcaban los primeros cortes en el pelotón, el adoquín seleccionaba la fuga.
El primer movimiento serio se produciría ya en Arenberg. Teunissen (Sunweb) saltaba del pelotón y solo Gilbert (Quick-Step) salía tras él. La diferencia era mínima con respecto al pelotón y, aunque Politt (Katusha-Alpecin) contactaba con ellos en el siguiente tramo, pronto serían neutralizados.
Lo probó seguidamente y en solitario Zdenek Stybar (Quick-Step Floors). El checo neutralizaba ya a los primeros integrantes -a un sobresaliente Marc Soler (Movistar)- y, aunque se acercaba a la cabeza de carrera pronto sería neutralizado. En la ruleta de ataques, el siguiente sería Van Avermaet (BMC). La rueda del belga, vencedor de la pasada edición, era una de las más vigiladas y todos saldrían tras él.
Secado el ataque del movimiento del campeón olímpico, sería Sagan el siguiente en probar fortuna. El triple campeón del mundo demarraba con potencia y decisión y nadie podía o se atrevía a seguir su órdago a 56 kilómetros para el final. Con el estado de gracia de sus grandes días, Sagan alcanzaba a Wallays y Dillier, últimos dos supervivientes de la fuga, y con poderosos relevos comenzaba a abrir hueco con un grupo de favoritos cada vez más roto y del que pronto demarrarían Van Avermaet, Stuyven, Vanmarcke, Debuschere, Van Aert, Phinney y Terpstra.
Con las dudas de tener en Van Avermaet a un rematador nato al sprint, los relevos de los perseguidores eran cada vez menos efectivos que los de una cabeza de carrera que, hermanados, parecían caminar al mismo son.
Sagan asumía el peso de los relevos y, mientras Dillier resistía, Wallays se diluía a 32 kilómetros para el final. La cabeza de carrera, ahora ya con solo dos corredores, seguía aun así abriendo hueco. Con más de un minuto, la victoria estaba, salvo sorpresa, en las piernas de Sagan.
Juntos, como habían recorrido los últimos 40 kilómetros, ambos entraron en el velódromo. Sagan esperaba su momento. Había esperado años y unos metros no le iban a separar de un sueño que, con un poderoso rush, cumplía alzando los brazos y vestido de arcoiris. Un incombustible Dillier (AG2R La Mondiale), segundo, y Niki Terpstra (Quick-Step Floors), tercero, completaban el pódium.