Hay ciclistas que tienen una especie de duende con determinadas carreras. Sin duda, ese es el caso de Michael Albasini con el Tour de Romandía. El suizo lleva 4 años consecutivos (desde la edición 2014) consiguiendo un triunfo de etapa en la carrera de su país; algo así como un pequeño coto de caza privado para sus intereses.
En esta ocasión se impuso a Diego Ulissi y Jesús Herrada en una llegada al esprint de un grupo de 60 corredores. La principal dificultad de la jornada -además de la lluvia que acompañó a los ciclistas todo el día- era el puerto final, Champéry, con 14,3km de longitud y una media del 4,27%. ¡Ojo! Porque la pendiente media engaña, ya que la rebajan un total de 3km de llano y terreno favorable.
El puerto nos ofreció paisajes pintorescos y muy bonitos de ver; sin embargo, sus rampas no fueron suficientes para que los ciclistas lograran abrir hueco y marcar diferencias. Se trata del clásico puerto de pendientes llevaderas, la mayoría en torno al 5 y 6 por ciento, que ofreció un bonito espectáculo -aunque inútil a la hora de picar tiempo-.
Se vieron ataques de muchos hombres: Robert Gesink, Primoz Roglic, Simon Spilak, Roman Kreuziger, Ion Izagirre, Tejay Van Garderen, Richie Porte, Wilco Kelderman, Simon Yates o el joven David Gaudu. No obstante, sus esfuerzos fueron inútiles y ninguno pudo evitar el esprint de ese nutrido grupo, en el que aguantó el líder de la general, Fabio Felline. En la llegada, Michael Albasini demostró sus dotes de llegador en grupos sin velocistas y se impuso con relativa facilidad.
En cuanto a la fuga del día, estuvo formada por Marcus Burghardt (BMC), Matvey Mamykin (KAT), Sander Armée (LTS), Oliviero Troia (UAD), Mekseb Debesay (DDD) y Marco Minaard (WGG). De los escapados, el más destacado fue Sander Armée, quien fue el primero en todos los pasos de montaña puntuables.