Nos han repetido hasta la saciedad aquella de que el ciclismo español no es un ciclismo de clásicas, sino de grandes vueltas. Que no es un ciclismo de frío, sino de los sudores del verano. Que no es un ciclismo de piedras y muros, sino de autovías y puertos.
Nos han repetido hasta la saciedad aquella de que el ciclismo femenino español no está ni estará al nivel de los ciclismos femeninos del resto de Europa. Que no pueden emerger figuras con lo que existe. Que es mejor compadecerse por de uno mismo por la precaria situación del ciclismo femenino en nuestras fronteras.
Pues qué sabrán quienes nos lo han repetido.
Porque en las manadas de leones son ellas, las leonas, las que mayor velocidad alcanzan. Las que cazan a sus presas. Y es que el ciclismo español es una manada de leones. Y hoy una leona ha rugido con más fuerza que nunca, alcanzando una velocidad punta y llegando a la gloria donde ninguna otra ciclista nacida en España lo había hecho: en una clásica de primavera, de pavés, de frío. En Le Samyn des Dames. Y ha sido la leona, claro, Sheyla Gutiérrez Ruiz.
La corredora riojana, dirigida en Cylance por el catalán Manel Lacambra, ha sido la ganadora de la edición 2017 de Le Samyn des Dames resolviendo de forma magistral en un esprint de un pequeño grupo en el que, por supuesto, para meterse tuvo que pelear. Y es que las cuatro compañeras de esa escapada buena eran cuatro corredoras de muchísimo nivel: Amy Pieters (Boels-Dolmans), Tiffany Cromwell (Canyon//SRAM), Romy Kasper (ALÉ-Cipollini) y Jessy Druyts (Sport Vlaanderen-Etixx).
Con alrededor de 50 kilómetros restantes se conformó esa avanzadilla de cinco ciclistas, que puso a «several riders in the problems» (hola, Richie Steege), y llegando a coger una renta de 3:05 sobre el pelotón fueron finalmente un minuto y cincuentaitrés segundos los que sacaron a la sexta corredora, una nada despreciable Ellen van Dijk (Sunweb).
Y en los metros finales, la potencia riojana se demostró en las piernas de Sheyla Gutiérrez, que fue capaz de dejar atrás a sus rivales aprovechando los recovecos de cada una de las últimas calles por las que transitaba la carrera. Y ganó. Y alzó el puño. Y lloró. Y nos hizo llorar.
Así lo contaba ella misma solo minutos después de lograr su segunda victoria en una carrera internacional: «Sabía que la menos rápida era Kasper y estaba a su rueda. Ella ha arrancado en una curva, lo ha intentado, pero nada, no ha cogido metros. Luego, como Cromwell sé que es un poco menos rápida que Pieters, pero es muy técnica, creía que lo iba a intentar en una rotonda que se veía al final, a 500 metros de meta. Y, efectivamente, lo ha hecho. Pero nada, solo ha habido que seguir ese ataque, porque luego se ha lanzado el esprint, he podido pasar a Pieters… Estoy muy contenta».