Se acabó. Ya no volveremos a ver a un Schleck en el pelotón. Frank, el mayor de lo hermanos luxemburgeses, ha puesto punto y final a su carrera deportiva a lo 36 años de edad. El hermano pequeño, Andy, tuvo que hacerlo hace dos años a causa de una lesión de rodilla que le retiró antes de tiempo. Para todos los que empezamos a ver ciclismo hace una década -año arriba, año abajo-, estos espigados hermanos luxemburgueses son especiales. Lo son porque fue con sus victorias, sus ataques, sus extrañas estrategias y, para que obviarlo, sus múltiples cagadas, con las que nos enganchamos al ciclismo.
Aunque físicamente son calcados, y corriendo tenían un estilo ofensivo y divertido muy parecido, Frank y Andy tenían una mentalidad bastante distinta. Mientras que a Frank le gustaba ser comopetitivo durante todo el año, Andy nunca corrió motivado fuera del Tour y de la Lieja-Bastogne-Lieja. Al menor de los Schleck le gustaba disfrutar de la vida, con todo lo que ello significa. Pese a ello, Andy era capaz de alcanzar un estado de forma muy bueno con poco entrenamiento. Ya lo decía Contador, su archienemigo deportivo: «tiene una clase enorme. Entrena la mitad que muchos de nosotros y mira como sube». El propio Frank reconoció desde el principio que su hermano tenía más talento que él: «mi hermano Andy es el bueno, no yo», le decía a lo periodistas cuando su joven hermano comenzaba a destacar allá por el año 2006 con apenas 20 años.
Precisamente fue aquel año, en 2006, cuando comenzaron a lograr victorias importantes. Frank ganó la Amstel Gold Race y en el Tour logró su primera victoria de etapa, nada más y nada menos que en el mítico Alpe d’Huez. En 2007, Andy fue segundo en el Giro, en lo que fue su debut en una gran vuelta. Se dice pronto. Al año siguiente, en 2008, vivieron una situación complicada en el Tour; su compañero Carlos Sastre les arrebató el liderato de la carrera -Frank fue líder durante dos etapas- en Alpe d’Huez, y los hermanos luxemburgueses quedaron, finalmente, lejos del podio. Sin duda, fue entre los años 2009 y 2011 cuando tuvo lugar el periodo de esplendor de los hermanos Schleck. En 2009, Andy ganó la Lieja-Bastogne-Lieja y fue segundo en el Tour, y Frank, quinto final, se quedó cerca de subir al podio de París junto a su hermano. En aquella edición de la carrera francesa los hermanos consiguieron la que para mi ha sido su mejor victoria en cuanto a lo deportivo: camino de Le Grand Bornard, Andy y Frank rompieron la carrera desde lejos, poniendo un ritmo frenético que sólo Alberto Contador pudo seguir. Pese a que lo intentó, el madrileño no pudo soltar a los hermanos, que, compenetrados a la perfección, lograron una victoria para el recuerdo. Aquel día, Andy y Frank se fusionaron. Corrieron como si fueran uno. Una maravilla, vamos. Al año siguiente, en 2010, Andy se quedó sin su hermano a las primeras de cambio a causa de una caída en los adoquines de Arenberg. Pese a ello, ganó dos etapas, lució el amarillo varias etapas y terminó segundo de nuevo, tras una batalla antológica con Contador. Andy fue el más fuerte en la montaña, pero un error suyo en Bàles provocó que se le saliera la cadena, factor que Contador aprovechó para atacar y arrebatarle el maillot amarillo. Aquel día perdió el Tour, pero Schleck no se rindió, y en el Tourmalet, en la última etapa de montaña, atacó sin parar a un Contador que aguantó sus embestidas con comodidad. La imagen de los dos entrando en meta entre la niebla, abrazados, ha pasado a la historia del ciclismo. Aunque Andy acabó ganado aquel Tour en los despachos un año y medio después por la descalificación de Contador, en 2011 Andy llegó a la ronda francesa sin haber ganado el Tour aún.
Tras varios años en Saxo Bank, en 2011 los Schleck crearon su propio equipo, el Leopard Trek, que llevó a la «grand boucle» un auténtico equipazo. Y muy probablemente, Andy perdió el Tour de aquel año precisamente a causa de ello: sabía que era el máximo favorito, puesto que tenía un auténtico equipazo a sus espaldas y Contador venía del Giro, mucho más cansado y fatigado que el resto de corredores. Pese a ello, los hermanos luxemburgueses corrieron pendientes de Contador en todo momento. Andy sabía que era el favorito indiscutible para triunfar en París, pero las dos derrotas sufridas ante el pinteño en los años anteriores le afectaron en su manera de correr. Para cuando quiso darse cuenta de que Contador no era su rival, Cadel Evans tenía hechos sus cálculos para vestir el amarillo en París. Pero, por el amor de dios, que final de Tour vivimos. En los Pirineos, que fueron el primer bloque de montaña, no pasó absolutamente nada; todos corrieron pendientes de todos. Pero en los Alpes la cosa cambio; ¡vaya si cambió! En la etapa reina con final en el temible Galibier, Andy se jugó el todo por el todo atacando de lejos en el puerto anterior, el Izoard. Camino del Galibier, mantuvo su ventaja, inclusó la aumentó, y por momentos parecía que le daría la vuelta a la carrera. Venía de mostrar debilidad en la media montaña, pero aquel día Andy mutó. Se transformó en una bestia. Dio una lección magistral de ciclismo, de las mejores en lo que llevamos de siglo XXI. Ganó la etapa, y para colmo su hermano Frank fue segundo, pero Evans resisitió. El australiano cedió más de 2 minutos, pero la contrarreloj final le favorecía mucho sobre Andy. Todo parecía destinado a que el día siguiente, en la última etapa de montaña, Andy intentara junto a su hermano un movimiento para desbancar a Evans camino de Alpe d’Huez. Pero quien iba a imaginar que a Contador, que el día anterior se dejó en el Galibier todas sus opciones de ganar la carrera, se le cruzaran los cables de la manera en que lo hicieron: el español atacó de salida, a 94 kilómetros para el final, y se llevó a Andy, Frank, Evans y Voeckler, que a todo esto, y sin créerselo mucho, era el líder del Tour. Por delante, el Telegraphé, el Galibier y Alpe d’Huez. Frank reventó a las primeras de cambio; Evans y Voeckler pudieron resisitir unos kilometros más pero acabaron cediendo, y ahí cometió Andy el error que le costó el Tour. En vez de quedarse con Evans, optó por seguir con Contador, que no miraba para atrás. En vez de guardar fuerzas, Andy se esforzó por seguir con el español, que ya no tenía opciones de ganar el Tour y estaba lejos en la general. Los dos mejores escaladores del mundo hicieron camino juntos en el Telegraphé y en el Galibier, pero el largo descenso que les llevaba a los pies de Alpe d’Huez los condenó; fueron capturados a pocos kilómetros de comenzar la subida final. Ya en Alpe d’Huez Andy, muy fatigado, no fue capaz de seguir a Contador, que volvió a atacar, y subió junto a Evans, al que le bastaba con aguantar la rueda de Andy para ganar la carrera. El menor de los Schleck logró el maillot amarillo, pero al día siguiente, en la contrarreloj, lo perdió ante Evans. Andy era segundo en el Tour de Francia por tercera vez consecutiva.
Y en 2012 todo se fue al traste. Todo parecía que nos quedaban muchos años por delante con los Schleck reinando en la montaña, en especial Andy, pero una caída en el Dauphiné en la que se rompió el hueso sacro acabó con la carrera deportiva del menor de los hermanos luxemburgueses. Nunca volvió a ser el que era. En 2012 no volvió a correr, en 2013 se arrastró durante todo el año y en 2014, cuando parecía que volvía a retomar cierto nivel en la montaña, lejos de lo que una vez fue pero con capacidad para, al menos, pelear, una caída en la cuarta etapa del Tour le retiró del ciclismo. Su rodilla quedó maltrecha, y Andy dijo adiós al deporte que amaba mucho antes de lo que todos esperábamos. Frank, por su parte, bajó mucho el nivel a partir de 2012. En 2013 tuvo problemas con el dopaje, y en 2014, cuando volvió a correr, lo hizo a un nivel bastante más bajo al que nos tenía acostumbrados. Pese a ello, logró proclamarse campeón nacional en 2014 y en 2015 logró su última victoria como profesional: la etapa reina de la Vuelta a España. Frank se metió en la fuga del día, y uno a uno fue dejando a sus compañeros de escapada. Ascendió la inédita Ermita de Alba en solitario, y logró la última victoria de un Schleck en el ciclismo. Renovó un año más con Trek, pero en este 2016 no ha conseguido destacar, y se ha retirado del ciclismo por la puerta de atrás.
Andy y Frank Schleck acumulan un palmarés espectacular entre lo dos: cuatro podios en el Tour de Francia, incluyendo una victoria general, dos segundos puestos y un tercero, además de 5 victorias de etapa. Fuera del Tour, suman una Lieja-Bastogne-Lieja, una Amstel Gold Race, un segundo puesto en el Giro, una victoria general en el Tour de Suiza… sin duda, será muy difícil que volvamos a ver a una pareja de hermanos de este nivel. Siempre nos preguntaremos de que habría sido capaz Andy de no haberse visto obligado a retirarse antes de tiempo, pero la nostalgía de «lo que pudo ser y nunca llegó» siempre quedará ahí. Con la retirada de Frank, el ciclismo se queda sin el talento y la clase de los hermanos Schleck. Triste, pero cierto.