«Tampoco parece la categoría más propicia a un esprint masivo, por el lógico descontrol que hay entre ciclistas de niveles muy dispares». Esto lo escribíamos ayer en la previa del Campeonato del Mundo júnior masculino de Doha (Catar). Y Jakob Egholm y, en general, toda la selección de Dinamarca, han hecho lo posible por darnos la razón. Y de qué manera. Recapitulamos. El corredor escandinavo es el nuevo campeón mundial en ruta, tras haber ganado en la Perla de Catar de una forma poco esperada, al menos sobre lo que se suponía a un recorrido de características tales. Rompiendo el esprint con escapadas constantes, fue a unos 7 kilómetros del final cuando la escapada definitiva se formó, con un magistral trabajo de Dinamarca de por medio que hizo que Egholm pudiera irse en solitario a por el codiciado oro.
Una caída con muy pocos kilómetros recorridos fue lo más destacado en la primera vuelta al circuito. Sin embargo, sin un solo segundo de paz, las escapadas no dejaban de sucederse. Dos ciclistas lograron huir del control del peotón en el segundo giro: el eritreo Awet Habtom y el esloveno Tadej Pogačar. A ellos se unió también el neerlandés Dennis van der Horst, aunque fueron cazados todos ellos con 100 kilómetros por delante. Aunque Habtom, séptimo en la contrarreloj del martes, no se rendía.
Los movimientos continuaron sucediéndose y, por desgracias, las caídas también. Los españoles libraron todas. A 65 kilómetros de la llegada, doce corredores se fueron hacia adelante, con el bizkaíno Iñigo Elosegui entre ellos. Un tirón del recientemente campeón mundial en contrarreloj, Brandon McNulty (Estados Unidos), hizo que el corredor vasco, deshidratado tras 80 kilómetros sin poder coger agua, se descolgase. Mientras tanto, un golpe de calor del noruego Iver Knotten —que le mandó incluso al hospital— fue la nota más negativa de una jornada a la que todavía le quedaban más de 50 kilómetros.
Decepcionado. Iba fuerte y he cogido la fuga buena, pero no he podido coger agua en 80 km y me ha dado un golpe de calor brutal. Estoy roto.
— iñigo elosegui (@ini_elosegui) October 14, 2016
El propio McNulty, en esa ocasión junto al danés Julius Johansen y al francés Alexys Brunel, buscó también abrir hueco. Eslovenia, selección potente por detrás, fue capaz de cerrar una diferencia de 50 segundos que tenía el trío para acabar conformando el decisivo grupo puntero de veinte ciclistas. Y ahí empezó a animarse —más aún— la cosa, cuando restaban 25 kilómetros.
Dinamarca, sobresaliente
El pelotón ya llegó a perder un minuto con 20 kilómetros para el final, por lo que la carrera estaba delante. Cualquier conato de ataque era sofocado por un siempre atento Brandon McNulty, al que le dejaban toda la tostada… y no parecía importarle. Un movimiento estelar de Julius Johansen y de Jakob Egholm dejó a Dinamarca con dos hombres en la punta de carrera. Quedaban siete kilómetros y estos dos corredores, lógicamente, se entendían (y mira que es difícil entender el danés, palabra de alguien que ha visto Borgen).
Johansen acusaba el desgaste de sus primeros ataques de la jornada y tras un relevo de un kilómetro se apartó para que Egholm tirase hacia adelante. Por detrás, a la desesperada el francés Alexys Brunel buscaba contactar. Y llegaba hasta Johansen, descolgado. Y este se pegaba a rueda. E incluso pasaba a relevar. Pero Jakob Egholm estaba lejos. La selección danesa sabía que rozaba el oro con la punta de los dedos y que tenían hasta opción de doble medalla.
A dos kilómetros, el grupo perseguidor de Brunel y Johansen fue dado caza por el trabajo de la selección suiza. A Jakob Egholm ya no se le iba a escapar su sueño arcobaleno. A Niklas Märkl (Alemania) y a Reto Müller (Suiza), los de conseguir una medalla en un atípico Mundial que, de momento, ya ha visto que es posible romper la disciplina del pelotón. Pero hace falta voluntad.
El mejor español fue, finalmente, el catalán Pol Hernández: 35.º, en el grupo del 21.º, a 1:45. Con el mismo tiempo perdido cruzó meta Álex Jaime, en su caso 41.º. Iñigo Elosegui tuvo que abandonar la carrera.