Bronce hace un año en el Mundial de casa, en Richmond (Virginia), el estadounidense Brandon McNulty ha dado hoy un golpe encima de la mesa proclamándose campeón del mundo de contrarreloj juvenil con más de medio minuto de ventaja sobre el medallista de plata, el danés Mikkel Bjerg, y con casi un minuto sobre el también estadounidense Ian Garrison, bronce.
Era el máximo favorito, la condición de salir último lo ratificaba, y su buen hacer sobre la cabra ratificó las apuestas que le situaban como el más firme candidato al oro. McNulty arrancó la crono como hacen los campeones: con relativa calma. Sabiéndose superior, pero conociendo que en una contrarreloj de todo puede pasar en escasos instantes, el ciclista nacido en Phoenix (Arizona) fue capaz de controlar al máximo sus piernas para mejorar kilómetro a kilómetro su ritmo, llegando a rodar por encima de los 50 kilómetros a la hora en varios tramos.
En la segunda mitad de la carrera, McNulty apretó el turbo, dobló a los dos ciclistas que le precedieron en la salida, y fue capaz de aumentar su ventaja, que en el primer punto de cronometrado intermedio era de 8 segundos, hasta los 36 con los que entró en meta, puño en alto, celebrando la victoria.
De cualquier forma, al americano no le tocaron condiciones fáciles para disputar su crono: según fueron avanzando las horas de la mañana, el calor y el viento acuciaron de manera más imponente, llegando a alcanzar los 43 ℃ —y una sensación térmica, por supuesto, superior— cuando el a la postre arcoíris rodó camino a ese título.
Un solo competidor español era de la partida en este Mundial de contrarreloj juvenil, y cumplió las expectativas aunque no alcanzase el top-10 que ambicionaba. El vasco Iñigo Elosegui fue finalmente decimoquinto, a 2:19 de McNulty y a solo 19 segundos de entrar entre los diez mejores de la jornada.