Durante años, prácticamente desde los inicios de la ronda gala, La Mancha, esa región fría y húmeda del Norte de Francia, ha sido siempre sinónimo de ciclismo y espectáculo. Abanicos imposibles en etapas que durante casi todo su recorrido bordeaban la costa y los acantilados de la región; contrarrelojes visualmente preciosas como la que pudimos disfrutar en 2013 con final en el Mont-Saint-Michel; cunetas repletas de público, de gentes de todas las edades; y desde hace algunos años, también pequeños y exigentes “muros”.
En 2008, Alejandro Valverde se vestía de líder venciendo en Plumelec, en la jornada inaugural, tras demarrar con potencia en los últimos metros de la Cote de Cadoudal.
Visto el éxito de este nuevo formato, visto también en Giro y Vuelta, en 2011 la organización del Tour volvió a repetir fórmula. Inicio en la Bretaña francesa y etapa en línea con un repecho final que serviría para vestir al primer maillot amarillo. Tras una temporada inmaculada, habiéndose proclamado campeón belga en ruta y habiendo logrado vencer en las tres “Clásicas de las Ardenas”, Philippe Gilbert escogía el Mont des Alouettes, una ascensión similar a Cadoudal, para batir a todos sus adversarios y vestirse con el maillot jaune.
Ese mismo año, apenas tres días después, los corredores se enfrentaron a un recorrido similar y con un final casi idéntico. Esta vez, el Mur de Bretagne fue testigo de una de las llegadas más apretadas de la historia del Tour. Contador levantó los brazos y Cadel Evans empujó con ímpetu su bici. La victoria, que parecía estar de lado del pinteño, volaba hasta Australia por apenas unos centímetros.
El pasado año 2015, la organización del Tour volvió a recurrir a este emocionante formato para una de sus apasionantes jornadas por la Bretaña. De nuevo, el Mur de Bretagne y sus exigentes rampas nos depararon un final apoteósico. Un valiente Alexis Vuillermoz, desconocido para el gran público, saltaba del grupo a falta de 800 m ante el desconcierto y las dudas de Sagan, Valverde, Martin, Froome y compañía. El francés, que un año antes había estado a punto de abandonar el ciclismo, lograba el triunfo más grande de su carrera sorprendiendo a quienes todos considerábamos los grandes favoritos.
Tras este último episodio, el Tour vuelve a “las andadas” este año. La segunda etapa de esta edición concluirá en la ciudad francesa de Cherbourg-en-Contentin, no sin antes ascender un pequeño muro de 3 km.
Desde que resten 3000 metros para el final, los corredores deberán afrontar ya las primeras rampas de la Cote de la Glacerie, de tercera categoría.
Serán 2 km al 6 %, con 500 m al 10% y rampas de hasta el 14% en su parte más exigente. Coronarán a falta de 900 m para meta. Desde ahí un pequeño tramo de descenso de unos 150 metros y de nuevo 700 al 6% para alcanzar la línea de llegada. Emoción, espectáculo y sobre todo buen ciclismo.
Candidatos como siempre hay muchos, más si cabe en un final tan abierto como este. Sprinters como Degenkolb, Sagan o Boasson Hagen podrían disponer de opciones si logran superar las rampas finales; también corredores explosivos y con buena punta de velocidad como Alejandro Valverde, Purito Rodríguez, Dan Martin, Zdenek Stybar, Julian Alaphilippe, Wout Poels, Diego Rosa, Jan Bakelants o el propio Vuillermoz podrían tener una buena oportunidad si el ritmo resulta exigente en la ascensión. Ojo también a cómo responden los grandes favoritos. Contador tendrá que esforzarse para no dejarse tiempo tras la caída y a tenor de que muchos decidieron llegar algo cortos de forma a fin de estar en plenitud física en la tercera semana, hoy podríamos ver alguna que otra sorpresa. Atentos habrá que estar también a lo que hace Mark Cavendish. El exultante primer líder del Tour tendrá complicado mantener su liderato. Con los 10 segundos de bonificación el ganador podría ser también el nuevo maillot amarillo. De cualquier forma un final emocionante y abierto en un Tour que parece que será exactamente así.