¿Qué tiene que hacer Nairo Quintana para ganar el Tour de France? ¿Dónde atacará Alberto Contador para sorprender a sus rivales? ¿Qué alianzas habrá para poner la carrera patas arriba? ¿Quedará el Tour sentenciado en el primer bloque de montaña o se decidirá todo en los Alpes? Todas estas preguntas, que los aficionados al ciclismo nos estamos haciendo desde Julio pasado, no existirían sin el líder del Sky, Chris Froome, y es que el británico es el máximo favorito, la referencia, el rival a batir.
Ganador de la edición del año pasado y de la de 2013 -y segundo detrás de su compañero de equipo Bradley Wiggins en 2012-, Froome es el corredor en activo con mejor palmarés en la ronda gala. De llegar de amarillo a París el próximo 24 de Julio, entrará en el selecto grupo de ganadores de tres Tours, junto a Greg Lemond, Louison Bobet y Phillipe Thys, solo por detrás de Anquetil, Merckx, Hinault y Induráin, los únicos capaces de ganarlo en cinco ocasiones. Un reto mayúsculo para el británico pero, a un día del pistoletazo de salida del Tour 2016, no parece nada descabellado que lo consiga.
La aproximación de Froome al Tour ha sido muy parecida a la del año pasado: vencedor del Criterium du Dauphiné hace menos de tres semanas, y ofreciendo destellos de calidad en pruebas anteriores, como en la victoria de etapa conseguida en el Tour de Romandie. En años anteriores, su superioridad a lo largo del año había sido mucho más exagerada, pero probablemente por miedo a llegar pasado de forma a la última semana del Tour, cuando seguramente se decida la carrera en los Alpes, este año ha dosificado sus esfuerzos y no se ha paseado en las carreras anteriores a Dauphiné. Por todo esto, es probable que la carrera se desarrolle de manera distinta a 2013 y 2015.
Los dos Tours ganados por Froome hasta la fecha se han decidido de la misma manera, con sendos ataques en el primer final en alto de la carrera: en 2013 en Ax 3 Domains y en 2015 en La-Pierre-Saint-Martin. En las dos ocasiones endosó más de un minuto a todos sus rivales, tiempo que ya nunca recuperarían, a pesar de que en ambos casos Froome dio síntomas de estar menos fuerte que sus oponentes, sobretodo Quintana, en la última semana de carrera.
Seguramente para que no se repita el mismo guión de las anteriores victorias de Froome, este año la organización del Tour ha cargado de montaña y desnivel la última semana de la carrera, y ha obligado a todos los aspirantes a llegar algo cortos de forma a la salida en el Mont-Saint-Michel. Además, en la edición de este año el primer final en alto no es hasta la cuarta etapa de montaña, con lo cual es probable que ya se hayan hecho algunas diferencias entre los favoritos antes de la llegada a Arcalís, y no necesariamente a favor de Froome.
Los otros candidatos, sabedores de que en los kilómetros contra el crono y en los finales en alto difícilmente podrán superar a Chris Froome, tendrán que evitar que Sky lleve la carrera por dónde ellos quieren. Por eso es de esperar que Quintana, Contador, Pinot, Aru y compañía hayan intentado poner contra las cuerdas a Froome antes de la llegada de Arcalís y que traten de poner nervioso al británico en todos los terrenos. Solo así, tensando la carrera en momentos insospechados, filtrando gregarios importantes en fugas, atacando lejos de meta y corriendo sin miedo a quedar sexto en lugar de cuarto, se antoja posible que alguien pueda quitarle el trono a Chris Froome.
Para alcanzar su gran objetivo de la temporada, el Team Sky ha alineado un equipo estratosférico, con tres o cuatro corredores que serían líderes en otros equipos y con grandes rodadores para proteger a su líder en la primera semana: Mikel Landa, Geraint Thomas, Sergio Luis Henao, Wout Poels, Mikel Nieve, Vasil Kiryienka, Luke Rowe e Ian Stannard.
El rival a batir, con el equipo a batir, en la carrera que mejor se le da a la escuadra británica: han ganado tres de las últimas cuatro ediciones. Todo lo que no sea que Chris Froome se alce con la victoria, será una gran sorpresa.