Alejandro Valverde (Movistar) se ha alzado con la victoria en la decimosexta etapa del Giro d´Italia (2.UWT, Italia), disputada hoy sobre un corto recorrido de 132 km entre Bressanone y Andalo. La jornada, nerviosa desde el inicio, sirvió al holandés Steven Kruijswijk (Lotto-NL Jumbo) para reafirmar su maglia rosa y aumentar aún más su ventaja con el segundo clasificado, el colombiano Esteban Chaves (Orica Green-Edge)
Hay etapas que ya antes de disputarse que se saben nerviosas, que se intuyen de leyenda. Esta, la de hoy, entre Bressanone y Andalo, tenía todos los ingredientes para serlo. Disputada tras el tercer y último día de descanso del Giro, su escaso kilometraje, solo 132 km; el perfil quebrado, dos ascensiones de segunda categoría -que bien podrían ser de primera-; y la situación de carrera, con un Kruijswijk poderoso al que solo de lejos se podría intimidar; invitaban a los ataques.
De salida ya los hubo. Maestri (Bardiani-CSF), Daniel Oss (BMC), Simon Clarke (Orica Green-Edge), Pavel Brutt (Tinkoff-Saxo) y Eugert Zhupa (Willier Southeast) fueron algunos de los que intentaron sorprender de salida en un día que de sorpresas iba a andar sobrado. Con una escasa diferencia, comenzaba la primera ascensión de la jornada.
El Passo della Mendola (2ª) invitaba a los valientes a probarlo. Lo probaron muchos, entre otros Igor Antón (Dimension Data). Sus intenciones fueron buenas y sus piernas también, pero hoy, los de Movistar tomaban gustosamente el papel de caballeros impulsivos y atacantes. Sobre sus monturas de carbono comandaron el grupo desde la primera rampa y pusieron un ritmo exigente que pronto seleccionó el pelotón.
Se avecinaba tormenta y Andrey Amador (Movistar) sembraba las primeras gotas. Atacaba con fuerza y eran varios los que salían tras él. Jungels y Zakarin entre otros. El líder debía responder. Lo hicieron primero sus compañeros, Roglic y Bataglin, pero poco les durarían las fuerzas. Exhaustos, la maglia rosa decidió tomar el papel de protagonista y responder, en primera persona, a todos los ataques. Y a partir de ahí comenzó el show.
Lo probó Zakarin, con Kangert, David López, Diego Ulissi, Joe Dombrowski y Firsanov. Los cinco abrían hueco mientras por detrás Valverde y Nibali probaban a un Kruijswijk que respondía a todo. Jungels también jugaba y Chaves y Majka, por sangre fría o falta de fuerzas, preferían esconderse.
Con la situación establecida, Zakarin se dejaba caer al grupo, consciente de que por delante, tendría él toda la responsabilidad. Lo probó entonces Jungels. Su movimiento no inquietó a Kruijswijk, quien por primera vez miraba y no respondía. El luxemburgués, con el blanco inmaculado de la juventud, alcanzaba a los cuatro de cabeza.
Nibali y Zakarin volverían a probarlo. El ruso, sintiéndose fuerte y el italiano, con Kangert por delante, lo probaban de lejos, con casi 65 km por delante. A su rueda, Alejandro Valverde y Steven Kruijswijk. El recital había comenzado.

Con unos segundos, el cuarteto de lujo coronaba el puerto. Por detrás, ni Chaves ni Majka ni Urán respondían. No parecía ir con ellos la carrera.
La situación cambió cuando tras varios kilómetros de descenso el grupo de los cuatro magníficos conectaba con cabeza de carrera. Kangert enchuba su locomotora y Chaves despertaba por detrás. Rubén Plaza y Damien Howson, quienes habían coronado con el grupo en la cima, se lanzaban en la persecución para su líder.
Las diferencias, establecidas en los cuarenta segundos, se mantuvieron casi inamovibles durante los casi 40 km que separaban la cima del Passo della Mendola del inicio de la ascensión, también de segunda categoría, al Fai della Paganella.
En las primeras rampas, por detrás lo probó Chaves. Con él se fueron Majka, Formolo, Pozzovivo y Urán. Sin pedir colaboración, el vencedor el pasado sábado en Corvara Alta Badía, reducía peligrosamente la distancia con los de delante.

De contactar, todo el esfuerzo quedaría en nada. Valverde, consciente de ello, lo probó. Arrancó con todo. Con las fuerzas que le faltaron en los Dolomitas y con las ganas que sí tuvo en el sterrato. Kruisjwijk le siguió, quizás demasiado fácil. Zakarin poco tardó también en cogerle rueda. Nibali directamente ni lo intentó.
Como le paso al murciano cuando el de Messina arrancó en Valparola el pasado sábado, el de Astaná se quedó quieto. Ni se movió. Le cazó incluso Firsanov. El ruso de Gazprom, quien con un poderoso relevo a punto estuvo de introducirle de nuevo en el grupo, se mantuvo expectante tras recriminarle Ilnur Zakarin su actitud.
El ruso, como Valverde, olía sangre. Arrancó con todo y Nibali sencillamente desapareció entonces. Lo que había empezado Alejandro lo había rematado Zakarin. Con la compañía de un Kruijswijk que parecía jugar en otra liga, los tres marcharon hacia delante.

Nibali, que pronto recibió la compañía de un inmenso David López y de unos combativos Diego Ulissi y Sergey Firsanov, fue alcanzado también por Esteban Chaves, Rafal Majka y Domenico Pozzovivo. Urán y Formolo, como todo el Canndondale-Garmin, naufragaban por detrás.
La carrera volvía a estabilizarse. 30 segundos para el trío de cabeza. Rampas constantes, diferencias constantes y de pronto, una rampa. La rampa final al 15 % que ponía el broche de oro a una ascensión de primera catalogada como de segunda.
La rampa que pudo hundir a un Valverde que parecía andar más débil que sus dos compañeros y la rampa que acabó hundiendo a Nibali. El Tiburón mordía el polvo y perdía contacto con Chaves, Majka, Jungels, David López y Diego Ulissi. Solo Pozzovivo sufría como él.
Zakarin, quien aún sueña con el pódium, decidió sacrificar sus opciones de victoria de etapa, consciente de pedalear junto a dos hombres más rápidos que él, y relevó con fuerza para aumentar la renta. Nibali naufragaba y Chaves, aun corriendo a la contra, mantenía unos cuarenta segundos de desventaja.
Y así se llegó a Andalo. Con Zakarin relevando sin más deseo que el de ver a uno de sus dos compañeros lanzar el sprint para desconectar tras una etapa agonística, Valverde y Kruijswijk se miraban. Los dos querían ganar. El holandés más fuerte y el español más rápido. Valverde vigilante aguardaba el ataque de la maglia rosa. Arrancó el de Lotto-NL Jumbo y sin ni siquiera dejarle situarse en cabeza, aceleró el murciano. Valverde esprintó con la rabia de quien ansiaba ganar. De quien ahora sí, ha ganado en los tres grandes. Estrena pódium el murciano, el mismo que podría pisar en una semana en Turín; el mismo que ahora ostenta junto a Chaves, segundo, y a Kruijswijk, primero; el mismo del que hoy se bajó Nibali.