20 de julio de 2011. Un valiente Alberto Contador, secundado por Samuel Sánchez, prueba fortuna antes de que la Grand Boucle se introduzca de verdad en los Alpes. El día anterior el botín había sido cuanto menos llamativo. Un ataque en la subida, y sobre todo en la bajada, del Col de Manse, cerca de Gap, habían lastrado a un Andy Schleck con cerca de dos minutos de pérdida. La lluvia y lo complicado del descenso, aquel donde Beloki cayó para siempre, le apartaron de un Tour que aquel año mereció más que nadie.
Con la idea de provocar tantas o más dificultades entre los favoritos, Alberto Contador cambia el ritmo en las últimas rampas del Col de Pramartino, a apenas 8 km de la meta en Pinerolo (Italia). Sus rampas, aún duras, incomodan menos que su descenso. El madrileño lo sabe y no para. Corona la ascensión y conducido por su compatriota Samuel Sánchez, protagoniza uno de esos descensos que aún hoy se recuerdan.

La caída de Hivert, en la fuga, y los problemas de Boasson Hagen para trazar las numerosas curvas de este descenso aventuraban problemas. El primero en sufrirlo era el líder. Un Voeckler envalentonado con «ese plus» que siempre da el amarillo intentaba seguir la rueda de los españoles con fatales consecuencias. Pasada de frenada en la misma curva en la que minutos antes había caído Hivert y varios segundos perdidos.
El resto de favoritos apenas planteaban respuesta alguna. El riesgo era mucho y las posibilidades de conseguir grandes diferencias muy pocas. Evans, Andy, Frank, Cunego, Basso y compañía se desentendían por completo de la batalla mientras un Voeckler más combativo que nunca rodaba entre ambos grupos.
Lo que hasta ese momento habían sido fortuna y gloria empezó a convertirse en un agrio penar por los Alpes y sus aledaños. Otra nueva pasada de frenada, ahora con suerte de encontrar un garaje en el que poder maniobrar sin peligro alguno, retrasaba aún más a un Voeckler que aquel día empezó a perder ya no un amarillo, sino quizás un podium que de haber actuado concienzudamente, sobre todo en la etapa de L´Alpe D´Huez, podría haber mantenido.

Aquel día sin duda pasará a la historia como uno de los finales de etapa más nerviosos que se recuerdan en el Tour. Años antes, Pramartino ya había sido testigo, esta vez en el Giro, de la victoria de Danilo Di Luca, allá por el 2009.

2016 será la fecha elegida para que una grande, nuevamente el Giro, vuelva al puerto transalpino. Lo hará sin embargo por una vertiente nueva y más dura, la que normalmente ha sido la de bajada. Con rampas que alcanzan el 16 % y una media que supera el 10 % en sus 4 kilómetros de ascensión, Pramartino será protagonista indiscutible de la 18ª etapa de la ronda italiana, siendo el único puerto puntuable de la jornada.
Porcentajes que asustan, asfalto rugoso, carreteras estrechas y un descenso, que a pesar de no ser el mismo que el anteriores ediciones (pues ahora bajarán por donde un día subieron y viceversa), tendrá altas dosis de emoción. Unos ingredientes exquisitos para que los Nibali, Landa, Valverde y compañía deleiten al público con otra jornada para recordar en la ascensión italiana, ahora vestida de rosa.