Vincenzo Nibali (Astana) se ha vestido con la maglia rosa y es virtual ganador de la 99ª edición del Giro d´Italia (2.UWT, Italia) tras la disputa de la penúltima etapa de la corsa rosa. La jornada, dispuesta sobre un recorrido de 134 km entre Guillestre (Francia) y Santa Anna di Vinadio, concluyó con la victoria de etapa de Rein Taaramae (Katusha) y con la alegría de ver como Alejandro Valverde (Movistar) escalaba a la tercera posición del pódium en detrimento de Steven Kruijswijk (Lotto-NL Jumbo). Esteban Chaves (Orica-Green Edge), quien partía hoy con la maglia rosa, ocupará finalmente la segunda posición en el pódium final de mañana en Turín.

La carrera comenzó rápida. La ascensión al Col de Vars (1ª) seleccionó el grupo y sirvió a algunos valientes para conformar la fuga de la jornada. Tanel Kangert (Astana), Darwin Atapuma (BMC), Joe Dombrowski (Cannondale-Garmin), Gianluca Brambilla (Etixx-Quick Step), Alexander Foliforov y Aleksey Rybalkin (Gazprom-Rusveló), Stefan Denifl (IAM), Diego Ulissi (Lampre-Mérida), Rein Taaramae (Katusha), Mikel Nieve (Sky) y Giovani Visconti (Movistar) fueron sus integrantes. Lo intentó también Damiano Cunego (Nippo-Vini Fantini), consciente de que, con tres ascensiones de primera categoría y con rivales como Nieve o Atapuma, la maglia azzura de mejor escalador podría estar en peligro. Lo intentó, pero en vano.
Con los puntos en juego, Denifl sorprendió a Nieve en la cima de Vars. Por detrás, Orica encabezaba un pelotón que se dejaba más de ocho minutos con los fugados.
Decidido a no volver a verse sorprendido en la Bonette (1ª), segundo puerto de la jornada, Nieve arrancó de lejos. Abrió hueco y coronó con más un minuto de ventaja. Por detrás, una grupo, ya sin Rybalkin, sin Ulissi y sin Denifl, marchaba en su búsqueda.
En el pelotón, Tinkoff y Movistar pasaron, alternativamente, a comandar el grupo, tanto en la subida como en la bajada. Probar a Kruijswijk, en el puerto y en su posterior descenso, especialmente tras su caída de ayer, era su objetivo.
Sin excesivos agobios en el grupo de cabeza, y con un Mikel Nieve que intencionadamente o no era engullido por el grupo perseguidor, los escapados afrontaban la ascensión que, presumiblemente, decidiría el vencedor de la etapa y el vencedor del Giro: el col de la Lombarde (1ª). Nieve y Atapuma parecían ser los más fuertes pero al final fue Dombrowski el primero en probarlo. El estadounidense abrió gas y, aunque en un primer momento solo Atapuma pudo seguirle, finalmente Visconti, Nieve, Taaramae y Kangert lograron alcanzarle. Con un grupo de quilates y calidad, los relevos brillaban por su ausencia y las miradas por su marcada presencia. Taaramae, consciente de ello, y de que Visconti y Kangert guardarían fuerzas esperando los movimientos de sus líderes por detrás, arrancó a falta de 5 km para el final. Nadie pudo o nadie quiso seguirle. Atapuma lo intentó más tarde, pero eso, ya tarde. El estonio alcanzaba en solitario la meta y la victoria. Mikel Nieve, cuarto en meta, selló una grandísima etapa y una merecidísima maglia azzura.
Por detrás, Astana pronto pasó a comandar el pelotón. Fuglsang primero y Scarponi después, tensaron la carrera en favor de Nibali. Aquel que hace unos días parecía estar fuera de la carrera y completamente desmoralizado, arrancó con más fuerza que nunca a falta de 5 km para coronar. Solo Chaves y Valverde pudieron, en un primer momento, seguirle.
Sin mirar atrás, el tiburón lanzó otro mordisco, esta vez el definitivo. Las piernas de Chaves decían basta y, ni el fuerte ritmo de Valverde en busca del pódium ni la ayuda que le proporcionó un brillante Rigoberto Urán, pudieron ayudarle. En la cima del puerto, la carrera ya se le había marchado. La maglia rosa volaba ya hacia las espaldas de Nibali.
El descenso fue vertiginoso. Nibali en solitario y Valverde con Urán a tan solo unos metros luchaban cada uno por sus distintos objetivos. El italiano por asegurar su Giro, el murciano por distanciar a Kruijswijk y convertirse en uno de los elegidos que han subido al pódium de las tres grandes.

La ascensión final definiría todo aún más. La rabia de Nibali, la rabia de alguien al que muchos quisieron enterrar demasiado pronto, alzaba los brazos entre lágrimas. El italiano había ganado el Giro. Valverde, exhausto, sentado, aguardaba la llegada de un Kruijswijk que alcanzó la meta roto, sabiendo que el pódium era cosa del de Las Lumbreras. Se había esfumado su Giro. También el de Chaves.

Al final, los experimentados ganaron a los noveles. Más que una carrera, una lección. Más enriquecedor esto sin duda. Porque si Chaves, Jungels, Kruijswijk y compañía aprenden de este Giro, el ciclismo de los próximos años será bellísimo. Gran Giro, Gran Ciclismo.