Pocas corredoras en el pelotón, por no decir ninguna, han expresado de forma tan abierta, a lo largo de su carrera profesional, una fijación y admiración por una competición al nivel de Emma Johansson y Lizzie Armitstead. Sueca y británica son enamoradas confesas de De Ronde. La clásica de sus sueños, la que les obsesiona, y la que no habían conseguido ganar nunca hasta hoy. El destino ha querido que esta vez se lo jugasen ellas dos. Las más fuertes y las que mejor supieron leer la carrera. Un sprint por la gloria en la recta de Oudenaarde, el corazón de Flandes… y media rueda de diferencia. No hacía falta más. La diferencia entre la victoria y la derrota puede ser físicamente ínfima, pero a los fríos resultados no les importa eso. Lizzie Armitstead se ha llevado Flandes vistiendo el maillot arcoíris.
La 13ª edición de De Ronde van Vlaanderen femenina, y la primera con televisión en directo, empezó a decidirse realmente a unos 30 kilómetros de meta, en el Kanarieberg. Antes, una escapada en solitario de la actual campeona del mundo de ciclocross, Thalita de Jong (Rabobank-Liv), había servido para que el ritmo no decayese y los equipos rivales de la formación neerlandesa comenzasen a desgastarse.
Las rampas del Kanarieberg destrozaron un pelotón que hasta el momento aún se mantenía relativamente compacto. La mayoría de las favoritas, apenas una decena de corredoras, se destacaron momentáneamente del resto. Sorpresa: ahí no estaban ni Chantal Blaak (Boels-Dolmans) ni Anna van der Breggen (Rabobank-Liv). Pero no tardó en llegar un relativo reagrupamiento que neutralizó la peligrosa avanzadilla.
Así las cosas, poco más de 20 ciclistas quedaron por delante para jugarse De Ronde. Sorprendía ver a Anna van der Breggen trabajando antes de llegar al Oude Kwaremont; no iba a ser la apuesta de su equipo hoy. La de Zwolle se apartó nada más comenzar los adoquines, dejando paso a Elisa Longo Borghini. El ritmo de la italiana del Wiggle-High5 puso rápidamente las cartas sobre la mesa. Solamente su compañera Emma Johansson y las integrantes del Boels-Dolmans Lizzie Armitstead y Ellen van Dijk eran capaces de seguir con cierta comodidad.
El clásico tobogán asfaltado con el que se culmina el Oude Kwaremont sirvió para que diez corredoras conformasen la selección definitiva. Una vez más, la superioridad del Boels-Dolmans era manifiesta: con Armitstead, Van Dijk, Guarnier y Blaak tenían el doble de cartas que cualquier rival. Por eso Emma Johansson no se lo pensó. Qué mejor defensa que un buen ataque. Demarraje seco, un par de miradas y el hueco estaba hecho. Con casi todas, pero no con Armitstead. La campeona del mundo llegó a su altura antes de afrontar el Paterberg.
Las empinadas rampas de la última cota adoquinada de De Ronde no lograron aclarar el panorama entre las líderes. Ante la evidente igualdad de fuerzas, Armitstead y Johansson coronaron como si de un tándem se tratase, mientras Annemiek van Vleuten (Orica-AIS) encabezaba el grupo perseguidor a una quincena de segundos que se antojaban casi insalvables, vista la buena sintonía de los relevos por delante.
Sabedora de su pérdida de velocidad punta en los últimos años, Emma Johansson se soldó a la rueda de su rival en el último kilómetro, jugando con los nervios de la británica mientras las perseguidoras se acercaban peligrosamente. Solo una precipitación de la británica podía darle la victoria. Pero Lizzie Armitstead supo controlar la situación. Los nervios no le traicionaron y pudo comenzar su sprint a la distancia que quería. Sin embargo, la sueca no se arredró. Arrancó en paralelo. La cámara frontal añadió el suspense necesario. Ninguna levantó los brazos. ¿Quién había ganado? Una toma lateral lo dejó mucho más claro. Media rueda de ventaja había hecho realidad el sueño de Lizzie Armitstead en De Ronde.
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