Increíble. Dicese de aquello que es difícil de creer o que cuesta comprender. O como prefieren decir quienes hoy han visto la Paris-Roubaix: Mathew Hayman. En fuga más de 200 km, Mathew Hayman (Orica Green-Edge) ha completado hoy, sobre los adoquines de Roubaix, una de las exhibiciones más memorables que se recuerdan en “el Infierno del Norte” al imponerse al sprint al cuatro veces vencedor de la carrera, Tom Boonen (Etixx), y al británico Ian Stannard (Sky).
Con un fuerte de viento de costado, la carrera comenzó de manera frenética ya desde el inicio. Muchos intentos de fuga y ninguno permitido por un pelotón inconformista. Primero los equipos franceses, ansiosos de protagonismo, y después las escuadras de los favoritos, en busca de colocar hombres-puente de cara a un posible ataque de los capos, neutralizaban una y otra vez los ataques que se producían en el gran grupo. Tres fueron los primeros en tomar cierta ventaja. Con 30 km recorridos, Elia Viviani (Sky), Van Poppel (Trek-Segafredo) y Porsev (Katusha) lograban abrir casi un minuto con el pelotón. Etixx y Tinkoff, acompañados de IAM y Delko-KTM Marseille, pedaleaban a un ritmo endiablado, en clara actitud inconformista. Cazados los tres aventureros, un nuevo parón daba paso a un festival de ataques. Muchos lo probaban y solo quince lograrían su objetivo.
A falta de 190 km para el final, la fuga buena (nunca mejor dicho) de la jornada quedaba establecida justo antes de entrar en el primero de los sectores de pavés: Janse Van Rensburg (Dimension Data), Backaert (Wanty), Chavanel (Direct Energie), Imanol Erviti (Movistar Team), Puccio (Sky), Daniel (AG2R La Mondiale), Mathew Hayman (Orica Green-Edge), Cort Nielsen (Orica Green-Edge), Le Bon (FDJ), Kump (Lampre), Popovych (Trek) y Declercq (Topsport Vlaanderen-Baloise). Su renta, aun pequeña, les permitía escapar de la tensión que se vivía en el gran pelotón.
Por detrás, una caída rompía el grupo. Pocos tocarían el suelo, pero a raíz de ese momento, muchos dejarían de soñar con la gloria. El pelotón quedaba roto. Por delante un Etixx que, por una vez en lo que va de año, resultaba afortunado en una situación así. Junto a los belgas, Vanmarcke y varios compañeros y las dos torres de Sky: Luke Rowe e Ian Stannard. La suerte, sin embargo, resultaba esquiva con quienes hace siete días coparon la primera y la segunda posición en Flandes. Peter Sagan (Tinkoff) y Fabian Cancellara (Trek Segafredo) quedaban cortados. Junto a ellos también marchaban Kristoff (Katusha) y Roelandts (Lotto Soudal).
Las diferencias entre ambos grupos no eran mayores de 40 segundos, pero aún así parecían enormes. Por detrás tres escuadras prácticamente al completo, Sky, Lotto NL Jumbo y Etixx, relevaban con fuerza mientras por detrás, los líderes no encontraban suficientes gregarios como querrían. Cancellara, con Irizar, y Sagan con tres compañeros, que sorprendentemente no relevaban, veían como en Arenberg, la diferencia era ya de casi un minuto. Cancellara charlaba con Sagan y el desacuerdo era total. Parón inminente y diferencias siempre favorables a los de delante.
Boonen, en primera persona, relevaba por delante mientras eran Cancellara quien hacía lo propio por detrás. Las diferencias, sin embargo, seguían estáticas. Por delante, los fugados resultaban los más perjudicados de esta trepidante situación. Su diferencia, que había llegado a los tres minutos y medio, estaba ya por debajo del minuto cuando aún restaban 70 km hasta alcanzar el velódromo.
Así, y con 70 km aún por disputar, Mathew Hayman se marchaba en solitario. Su exhibición, sin embargo, no había hecho más que empezar. Con 15 segundos con el grupo de fugados, con 50 segundos con el de Boonen y Vanmarcke y con más de minuto y medio con Sagan y Cancellara, el australiano aceleraba en busca de protagonismo. Kilómetros después, su aventura sería neutralizada por Van Rensburg, Puccio, Declerq y un incombustible Imanol Erviti. Con el quinteto de fugados ya en el sector número 14, la emoción por detrás resultaba máxima al tiempo que Cancellara y Sagan se acercaban a 35 segundos del grupo de los Etixx.

Pero faltaba la exhibición de Tony Martin (Etixx). En un alarde de fuerza y ambición, en la que ha sido su debut en Roubaix, el contrarrelojista alemán se cobraría la venganza de aquella llegada en Córdoba donde un ambicioso Fabian Cancellara le privaría de culminar una escapada legendaria. Con sus relevos de potencia y fuerza, la diferencia entre ambos grupos volvía a crecer hasta el minuto. La tumba de Cancellara y Sagan estaba ya terminada.
Así se llegó a Mons-en-Pevéle, el segundo de los tres tramos de cinco estrellas. Con la fuga ya neutralizada e integrada en el grupo de Boonen, Vanmarcke y Stannard, el barro acabaría de tumbar a quien ya parecía herido. Un resbalón y el sueño de triunfar en Roubaix en el año de su adiós se diluía al tiempo que Cancellara rasgaba su maillot con las piedras de un tramo que en 2010 le había colmado de gloria. Sagan, equilibrista donde los haya, salvó la caída pero no la carrera. Con la pérdida de un Cancellara que por coraje acabó llegando al velódromo a siete minutos de cabeza de carrera, Sagan había enterrado todas sus opciones. El vencedor en Flandes estaba solo frente a un grupo, el de Boonen, Vanmarcke y Stannard, que cada vez rodaba más fuerte.
Por delante, ya solo quedaban los mejores. Los integrantes de la fuga más débiles y los gregarios de los líderes marchaban descolgados. Boonen (Etixx), Vanmarcke (Lotto NL-Jumbo), Stannard (Sky), Rowe (Sky), Boasson Hagen (Dimension Data), Imanol Erviti (Movistar), Saramontis (IAM), Haussler (IAM), Sieberg (Lotto-Soudal) y Mathew Hayman (Orica Green-Edge) caminaban hacia el velódromo sin más preocupación que la de qué rueda seguir y a qué corredor marcar.

Champin-en-Pevele y Carrefour de l´Arbre, dos tramos míticos, harían la siguiente criba. En el primero de ellos, cinco serían los supervivientes: Stannard (Sky), Boonen (Etixx), Vanmarcke (Lotto NL-Jumbo), Boasson Hagen (Dimension Data) y como no, Hayman (Orica Green-Edge).
En el Carrefour de l´Arbre, allí donde siempre brillaron los mejores, lo probó Vanmarcke. Arriesgó, tensó y abrió hueco. Su renta, aún escasa, bien podría haber sido suficiente, pero… no lo fue. Boonen primero y Boasson Hagen después cerraron el hueco. Hayman, que había sido víctima de un bandazo de Ian Stannard (Sky) al inicio del tramo, volvía al grupo y la cabeza de carrera era de nuevo un quinteto.

A partir de ahí, ataques y más ataques. Lo probaron todos y todos fracasaron. El último en intentarlo, ya en Roubaix, fue Boonen. Le siguió Hayman y con unos metros, entraron ambos en el velódromo. Se miraron y los tres volvieron a llegar. La campana sonó y Hayman pasó a comandar el grupo. Tras él Boonen. El australiano lanzó el sprint y el belga se abrió. Lo intentó Boonen pero los depósitos estaban vacíos. No había gas.
Sin creerlo y con el rostro embarrado, Mathew Hayman levantaba los brazos. Victoria del australiano en el velódromo tras más de 190 km en fuga. Victoria de las que no se olvidan, por el cómo y por el dónde se produjo. Hayman no es de hierro. Hayman es de piedra.
También lo es Erviti. Noveno puesto final para el incombustible navarro, que tras su séptimo puesto en Flandes, cierra una semana de clásicas inmejorable. Bravo a todos.