El año de la consagración. Así se platea este 2016 Tom Dumoulin, uno de los corredores con más proyección del pelotón. Con su 1’85 cm y sus 69 kg, su fisionomía se asemeja a la de otros corredores como Tejay Van Garderen o a la de un tal Sir Bradley Wiggins, con el que ya se le compara.
En su quinta temporada como profesional, el corredor holandés se postula junto a Degenkolb y a Barguil como uno de los líderes del Giant-Alpecin.
A estas alturas, el calendario de Dumoulin aún no está claro. Lo que es seguro es que Río será su principal objetivo: alzarse con una medalla de oro en los JJOO. Acudir a una gran vuelta puede ser una opción factible, aunque hacerlo con visos a una gran general parece algo más dificil. El Tour y la Vuelta podrían ser los elegidos, de la misma forma que fueron en 2015, aunque siempre supeditados a los Juegos Olímpicos.
Su temporada 2015 ha sido sin duda de admirar. Su tercer puesto en el Tour de Suiza ya auguraba lo que vendría después. Con un bagaje más que importante, el corredor neerlandés se presentó en el Tour de Francia con el único objetivo de brillar ante su público en Utrecht. El prólogo sin duda le beneficiaba y le hacía por qué no, soñar con un amarillo en la jornada inaugural. La cuarta posición no lastró su sonrisa. Una desafortunada caída, durante la tercera etapa, sin embargo, sí que lo hizo. Una dislocación en el hombre le obligaba a abandonar.
El «tulipán» se vio obligado a abandonar despertó gran halagos hacia el corredor tulipán y con mala suerte y ocupando el tercer puesto aunque fuera aun en la tercera jornada del Tour de Francia, una caída le privó de seguir en carrera.
La Vuelta fue sin duda su gran explosión. Varios días de líder, dos triunfos de etapa, uno en Cumbres del Sol ante el todopoderos Chris Froome y otro en la trascendental crono de Burgos, le sirvieron para llegar a la penúltima jornada como líder, con varios segundos de ventaja sobre Fabio Aru. El desenlace es ya de sobra conocido.
Un planteamiento perfecto de Astaná, un ataque espectacular de Aru en Morcuera y Dumoulin agonizaba en solitario. La Vuelta se le había escapado. Finalmente, y tras una de las etapas más legendarias que se recuerdan, sexto lugar para él y el premio al corredor más combativo. Un botín quizás algo escaso, que tampoco pudo ser aumentado en Richmond.
Con ese importante curriculum, Dumoulin afronta el 2016 con un calendario aún en duda, con la idea, aún no confirmada, de encajar en su calendario dos picos de forma, una en los JJOO de Río 2016 y otra en una gran vuelta aún por determinar. Un objetivo más que asequible para un corredor de su juventud y de su polivalencia.