– «¿Y Contador? ¿Dónde está el líder?»
– «¡¡Ha pinchado!! ¡¡Atención, Alberto Contador rueda descolgado del grupo principal, donde Astana está imprimiendo un ritmo altísimo tratando de distanciar al líder!!»
– «Contador comienza el Mortirolo con 1 minuto perdido… situación muy complicada para el líder del Giro d’Italia…»
Complicada era, desde luego. Pero a Alberto Contador, aunque nunca lo reconocerá, le gustan estas situaciones. Momentos en los que sólo queda recurrir a la épica para salvar la situación. El madrileño es un ciclista de leyenda y en el Mortirolo agrandó su nombre un poquito más. El pasado 26 de mayo vivimos el mejor momento del año ciclista a manos de un Alberto Contador que utilizó su magia para deleitarnos, una vez más, con una cabalgada portentosa encima de su bicicleta.
La 16º etapa del Giro, jornada reina de la 98º edición de la «corsa rosa», constaba de cinco puertos de montaña: Campo Carlo Magno, Passo del Tonale, Aprica, Mortirolo y, de nuevo, Aprica, donde se situaba la línea de meta. En el descenso de Aprica Contador pinchó, situación que aprovechó el Astana de Aru y Landa para abrir hueco. La maglia rosa, que contaba con un equipo muy débil frente a un Astana potentísimo, llegó al tramo llano de 15 kilómetros que conducía a los ciclistas al Mortirolo con medio minuto perdido sobre sus rivales directos, y su desventaja se fue hasta el minuto en los pies del mítico puerto italiano. En la primera rampa del Mortirolo, Contador tomó la cabeza de su grupo y se puso de pie sobre su bicicleta. Astana había despertado a la bestia.
El ciclista de Pinto, encendido como pocas veces, comenzó a adelantar ciclistas que veían como la maglia rosa les adelantaba a toda velocidad. Contador, que por el camino se encontró con corredores que le echaron una mano como Nocentini e Igor Anton, fue recortando segundos con facilidad al grupo de un agotado Aru al que Landa, mucho más fuerte que su compañero de equipo, remolcaba como podía. Poco más de 4 kilómetros necesitó Contador para dar caza al dueto de Astana. El español había dado una exhibición colosal en la primera parte de la subida pero, como siempre, quería más. 300 metros después de llegar a la rueda de Aru, Contador atacó. Landa, que un primer momento permaneció con su compañero de equipo, obtuvo libertad para seguir al ciclista del Tinkoff Saxo, que había abierto hueco con facilidad. Los dos españoles, junto con el holandés Kruiswijk, que había atacado poco antes y marchaba desde entonces en cabeza, dejaron atrás a un Aru que veía como se le escapaba el Giro d’Italia.
Pero Contador, aunque a veces no lo parezca, es humano. Pese a que le hubiera gustado irse en solitario para redondear su gesta, el pinteño no pudo dejar atrás a Landa y, una vez coronado el Mortirolo, continuó empujando en pos de distanciar a Aru, mientras que Landa reservaba fuerzas para disputar la etapa. Ya en Aprica, el ciclista del Astana atacó a falta de 3 kilómetros para el final y se marchó en solitario hacia su segunda victoria de etapa en el Giro, mientras que Contador y Kruiswijk cedían 40 segundos en línea de meta con el vizcaíno. Daba igual. Contador acababa de sentenciar su tercer Giro d’Italia con una gesta para el recuerdo en un puerto de montaña mítico donde los haya. Una vez más, el madrileño recurrió a la épica, esa amiga suya que le acompaña allá donde va, para regalarnos un día de ciclismo espectacular. A continuación, les dejo la etapa completa; la subida al Mortirolo comienza en el punto 2:17:40. Disfrútenlo: