Y van dos. Si no tuvimos suficiente con el derribo a Sagan camino de Murcia, donde al eslovaco encima le cayó una multa de 300 francos por insultar al motorista que le tiró al suelo, hoy hemos tenido que ver como a Sergio Paulinho, ciclista del Tinkoff Saxo al igual que Sagan, le han tenido que dar 17 puntos de sutura en la pierna tras ser arrollado por una moto. El portugués intentó seguir en carrera, pero finalmente tuvo que abandonar y dirigirse a un hospital para que le curaran bien la herida.
Hace pocos días escribí sobre la pésima y bochornosa gestión que está teniendo esta Vuelta. No es por repetirme, pero me parece necesario recalcar que lo que ha pasado hoy con Paulinho es si cabe aún más vergonzoso viniendo de lo que venimos y no puede consentirse. Las motos se han cepillado a dos ciclistas del mismo equipo, y para colmo, todavía no ha habido ni una sola palabra de los motoristas/organizadores/ expresando sus disculpas. Ni un simple «oye, perdona por tirarte a 40 Km/h de la bicicleta». Ver para creer. No voy a explayarme mucho más. Considero que todo seguidor racional de este magnífico deporte que es el ciclismo no tratará de justificar las caídas de Paulinho y Sagan o el coma inducido en el que se encuentra Boeckmans. El argumento «son cosas que pueden pasar» se está oyendo mucho en los medios nacionales que tratan de defender la carrera. Oiga, no. Sagan no tiene que ir preocupado de si al dar un bandazo va a chocar contra una moto. Boeckmans tiene que tener la tranquilidad de saber que va a poder beber agua sin acabar en un hospital con la cara, literalmente, partida.
Parecía difícil ir a peor, pero se está consiguiendo. Y quedan 10 etapas; veremos cuantas víctimas más se cobra La Vuelta de la vergüenza.