En busca de la redención. Suplicando el perdón. Así es como ha llegado Vincenzo Nibali al tríptico Lombardo tras su «enganchón al coche» en la Vuelta a España. El perdón para y por con los aficionados, y qué mejor manera que a través de las pedaladas y dando espectáculo. Hoy el «squalo» ha dado un buen mordisco para conseguirlo tras imponerse de soberbia manera en la Coppa Bernocchi, en una prueba más propia para hombres rápidos que para escaladores, pero el italiano cada día se descubre y nos descubre algo nuevo.
Nibali salía hoy a recorrer los 192 kilómetros en busca de Legnano con un objetivo claro, y es que la sangre de la victoria la tuvo cerca ayer, al quedar segundo detrás de Davide Rebellin en la Coppa Agostoni. Por el camino otros protagonistas, en concreto una fuga de cuatro hombres compuesta por Edward Ravasi (Lampre-Merida), Serghei Tvetcov y Emanuele Sella (Androni-Sidermec) y Frederic Brun (Bretagne-Séché), que acabaron muy lejos de la meta con sus aspiraciones de victoria.
En los kilómetros finales una arrancada del campeón italiano seleccionó la carrera logrando llegar a los últimos metros con el siciliano Carlos Quintero (Colombia), Mauro Finetto (Southeast), José Mendes (Bora-Argos18), Matteo Trentin (Italia) y Gianfranco Zilioli (Androni-Sidermec). En el sprint final Nibali, esta vez, no encontró rival y pudo levantar los brazos de manera clara por delante de Finetto y Trentin. La mejor de las manera de reencontrarse con el amor del aficionado, que sin duda ve en el italiano uno de los mayores filones en el pedragoso camino hacia el arcoiris de Richmond.