Decir que las Ardenas hace tiempo que conquistaron la primavera ciclista no resulta arriesgado. Sus rampas imposibles y el calor de su público es sinónimo de abril, de hojas caídas, de emoción, y sobre todo, de ciclismo. Con la última de las cotas de la Lieja, la de Ans, parece ponerse punto y final a esa temporada de clásicas, a ese espectáculo desmedido, a ese estilo de vida, al menos, hasta el año próximo. La Redoute, Saint-Roch o Bosberg son entonces territorio de cicloturistas. Apasionados de este deporte que ansian coronar lo que un día convirtió en héroes a sus ídolos. Así, cada año, allá por el último domingo de abril, la Decana de las Clásicas daba carpetazo a más de un mes de emociones únicas y a desenlaces imposibles.
Las Ardenas se arrinconaban junto a ese libro de los días lluviosos de primavera, llenándose de polvo, perdiendo colorido, y gritando desesperadamente para que algún alma caritativa la devuelva al espectáculo, al calor popular en la fría primavera, la devuelva al ciclismo. Aún no sabemos si quien ideó el Eneco Tour, allá por el año 2000, escuchó los gritos de las Ardenas, pero sin duda alguna, las Ardenas entonces gritaron, pero esta vez de alegría. De alegría por citarse con el ciclismo fuera del mes de abril. De felicidad por hacer más corta una espera casi insoportable. De excitación, por tener una nueva semana de clásicas, y por tenerla en agosto.
Este 2015 se cumplen 15 ediciones. 15 ediciones desde aquel triunfo de Erik Dekker. Una victoria cimentada en dos contrarrelojes y que poco tendría que ver con la que salvo sorpresa mañana reeditará Tim Wellens. El belga del Lotto-Soudal, vencedor de la edición de 2014, partía este año como uno de los grandes favoritos. Lo hacía junto a nombres de la talla de Lars Boom, Van Avermaet, Philiphe Gilbert, Julien Alaphilippe o Niki Terpstra. Repetir triunfo iba a ser sin duda complicado, pero el objetivo no podía ser otro que volver a lograr ese prestigioso maillot blanco.
Con ese objetivo saltó hoy, a falta de 25 kilómetros. Tras ver como el líder Kelderman sufría por entrar en el grupo de los favoritos cuando aún restaban 50 kilómetros parecía claro que hoy se tenía que intentar. Neutralizada ya la fuga de cinco hombres formada por Jan Polanc (Lampre-Merida), Matthias Brändle (IAM Cycling), Nikias Arndt(Giant-Alpecin), Sebastien Turgot (Ag2r) y Jéröme Baugnies(Wanty), el pelotón, de unas 25 unidades, era comandado por los hombres del Lotto-Jumbo. Lo probaron muchos: Chritopher Juul-Jensen del Tinkoff-Saxo fue el primero. Despues vendrían los intentos de Van Avermaet (BMC), Gesckhe (Giant-Alpecin) o Michael Rogers(Tinkoff-Saxo). Pero el ataque ganador llegó a 25 de meta. Wellens(Lotto-Soudal) había esperado el momento y sabía que era ahora o nunca. El del Lotto-Soudal se marchó con una facilidad pasmosa y solo Van Avermaet intentaba acercarse a su rueda bajo una intensa lluvia.
Tim Wellens marchaba solo y aunque aún restaban varias subidas, su victoria era ya un hecho, era imparable. Van Avermaet buscaba apoyo en un fatigado Gesckhe, pero nada podían hacer frente a la superiodad del joven corredor belga. La distancia aumentaba y aumentaba. Y así entró en meta. Triunfante y victorioso. Con algo menos de un minuto sobre sus dos perseguidores y dando un golpe encima de la mesa de cara a revalidar su triunfo en una carrera que ya le vio triunfar el año pasado.
Mañana, ya como líder y con más de un minuto de ventaja, le espera el pavés. Las rampas del Bosberg y de otros muchos muros, habituales algunos en pruebas como el Tour de Flandes, serán el escenario que ponga punto y final a una semana de espectáculo en las Ardenas. Que ponga final a una semana de clásicas atemporal. Una semana maravillosa.