Yo no soy valverdista. Nunca lo he sido, aunque siempre me ha parecido que es un ciclista enorme. Un ciclista al que vi durante muchos años como «ese corredor que puede ganar el Tour pero nunca va a hacerlo». Nunca lo ha hecho y, salvo que sucediera algo extrañísimo, nunca lo hará. Al yo de cuando pensaba eso, saber que nunca será amarillo en París podría haberle decepcionado. Pero ganar un Tour no es, no tenía que haber sido su meta. La obsesión en el Tour le ha hecho perder, probablemente, algo de palmarés. Y nos deja con la duda de cómo habría rendido en carreras como De Ronde o la Paris-Roubaix. Cuidado que no lo pruebe el año que viene.
El Tour. Ocho ediciones ha disputado el murciano, ocho veces ha querido ganarlo. Las valverdadas. Pero ahora no vienen a cuento. Casi haciendo colección de los puestos en el top-10 de la ronda francesa, ¿alguien podía apostar a que 2015, con Froome, Quintana, Nibali y Contador en liza, sería el año de su tan ansiado podio? 11 días antes de que acabara este Tour, yo tuiteé que lo iba a conseguir. Locura, realmente no pensaba que fuera a suceder. Sucedió. Sus lágrimas en Alpe d’Huez. «Esto es lo que he perseguido toda mi vida», decía. Y más valioso veo yo su tercer puesto que, por poner un ejemplo, la victoria en la general de Contador en 2009 (contadoristas, no me mordáis todavía, ahora trato profundamente el tema). Porque Valverde no es un corredor para ganar el Tour, aunque nos ha hecho creer que sí. Por ello tiene tanto valor su podio. Porque tiene las mejores cualidades físicas del ciclismo profesional actual. Capaz de ser podio en absolutamente cualquier carrera, ya lo ha demostrado. En el pavés también, aunque no haya probado. Pero ojalá pruebe.

Valverdistas y contadoristas. Qué palabras, qué palabras que ya han salido en este artículo. De hecho una lo titula. Palabras que hasta ahora habíamos escuchado, sin duda, muchas veces. Pero que nunca nos habíamos parado a analizar y confrontar. En este Tour, el ciclismo ha llegado a los bares. Y eso vale más para el deporte que cualquier cuota de pantalla que puedan tener los finales de etapa (muy buenas, por cierto, esta vez). Gente discutiendo de ciclismo. Está pasando, lo estás viendo. Si no vas a un bar, ves la pelea en el otro café que tanto nos gusta, en Twitter. ¡Hay memes sobre el Tour de Contador y Valverde! Algo impensable hace poco tiempo. Me gusta un ciclista o me gusta otro, pero no me gustarían si no fuera por el interés que suscita en mí un deporte, el ciclismo.

Vamos con Contador. Un palmarés increíble, sin duda. En grandes vueltas o, en general, en vueltas por etapas. Sin duda, un tío con siete grandes vueltas tiene mucho mérito. Pero ha trabajado para ello. Es escalador y su objetivo han sido, siempre, las vueltas. Por ello solo tiene una clásica en su palmarés, la Milano-Torino 2012. Nada que reprochar, hasta ahí. Pero duele que un ciclista de su talla, que podría haber encadenado muchísimos rojigualdas de contrarreloj, haya decidido saltárselo. Desde 2011 el pinteño no pisa el Campeonato de España, un título que en cualquier otro país es de lo más prestigioso que hay. Esta crítica la hago extensible a Joaquim Rodríguez, por supuesto. Pero Valverde es otro mundo. Siempre presente en el Nacional, este año se llevó el maillot azul y verde rojo y gualda para Movistar y corrió el Tour con él. El podio ya contado. Curiosamente, la anterior vez que había sido campeón de España profesional en línea, en 2008, logró en el Tour otro de sus grandes éxitos: vestir el maillot amarillo.
Y en septiembre llega Richmond. Pese al recorrido (y aquí voy a hacer gala de mis dotes de adivino), la carrera se hará muy dura. Para Valverde, para que se vea un final como este de la segunda etapa de la Vuelta a España 2008. Porque aunque Valverde hizo que Rodríguez perdiera el Mundial de la Toscana, si don Óscar Freire tiene tres oros mundiales es por el murciano. Su límite es el cielo, en concreto el arcoíris. Que llegará este septiembre. El ciclismo se lo debe, y él se lo debe al ciclismo. Pero no soy valverdista, y seguiré sin serlo.