Si el valle de Luz St Sauver es en Pirineos el epicentro del Tour de Francia, el valle de la Maurienne es, junto con el de Oissans, el territorio alpino más visitado por la carrera francesa. Desde sus escasos 900 m nacen algunas de las ascensiones más míticas y escarpadas por las que la Grand Boucle jamás ha transitado. Con una longitud y una altitud superior a las ascensiones pirenaicas, por las espectaculares paredes del valle resuenan los nombres de Galibier, Madelaine o Telegraphe.
Tras 187 kilómetros entre las localidades de Gap y St Jean de Maurienne, los corredores habrán tenido que ascender uno de esos colosos que lleva escrita en cada una de sus rampas la palabra Tour: el col du Glandon. Sus más de 22 kilómetros divididos en tres tramos y con rampas mantenidas del 9% se encuentran alejados de la meta en St Jean de Maurienne, aunque quizás, no lo suficiente para atemorizar a un Contador enrabietado por la caída de ayer o a un envalentonado Nibali siempre acompañado de su poderosa escuadra.
Desde la cima de este “Hors Categorie”, 40 son los kilómetros que restarán a los corredores para dar por finalizada otra durísima jornada alpina. Pero para ello, el camino no será fácil. Si bien antes de la ascensión al Glandon los corredores deberán ascender dos puertos de segunda y tres de tercera categoría, las dificultades no finalizarán una vez alcanzados los 1924 m de la cima del coloso francés.
Tras un rápido y peligroso descenso camino de la localidad de La Chambre, aún quedará la ascensión a las Lacets de Montvernier. Con casi 3 kilómetros al 8 % y tramos con rampas que llegan al 14 %, esta corta ascensión, sin duda, asegura ataques y espectáculos cuando aún resten 10 kilómetros para el final. Desde la cima de este puerto de segunda categoría, que muchos ya probaron en el pasado Dauphine, únicamente un descenso, casi tan complicado como la subida, para llevar a los corredores hasta St Jean de Maurienne.


El perfil invita sin duda a los ataques y al espectáculo. Nibali y Contador, obligados a atacar, no parece que vayan a desaprovecharlo. Distinta será la postura de Nairo y Valverde. La dupla del Movistar, actualmente en posiciones de pódium, deberán decidir entre un conservadurismo en pos de mantener ese doble puesto de honor, o por el contrario, arriesgarlo todo para intentar desestabilizar a un Froome que cada día que pasa parece más encaramado al primer escalón del pódium final de París. Pero para eso aún quedan tres grandes batallas en esta gran guerra. Y la primera es mañana.