Viernes, 26 de junio. Plaza de la Catedral de León. 10:00 de la noche, y cinco hombres llegan montados en sus bicicletas de montaña. Algo nada inusual en esta ciudad, acostumbrada a ver pasar día tras día a un gran número de peregrinos, y que en estas fechas estivales se multiplican como la espuma. Pero esta vez, el recibimiento es distinto. Varios centenares de personas se agolpan en esa plaza para recibirles. Suenan los aplausos. La gente jalea a esos cinco, se hacen fotos con ellos, e incluso la televisión regional está ahí para no perder detalle.
El motivo de tanto revuelo es que esos cinco, en apenas 30 minutos van a arrancar una auténtica aventura por una buena causa. Intentarán superar un reto por dar a conocer un problema. Esos cinco realizarán el Camino de Santiago desde León, es decir, unos 320 kilómetros, en sus mtb, del tirón, con el objetivo de realizarlo en menos de 24 horas. El motivo, muy simple, reivindicar, que las personas celiacas deberían ser tomadas en mayor consideración por las Instituciones, y así fomentar el alimento sin gluten entre los establecimientos a lo largo del Camino, para no poner más trabas a, un ya de por sí, duro enfrentamiento, como es el de llegar a Santiago de Compostela.
El cerebro de todo esto, es Hilario Arias. La semana pasada, hablábamos con él, y nos contaba su historia. Todo comenzaba el año pasado, cuando con su hijo, Brais, de 5 años en ese momento, decidían hacer juntos el Camino desde O Cebreiro. Brais es un niño como cualquier otro, pero con el «problemilla» de que es celiaco. A pesar de que Hilario intentó por todos los medios anteponerse a los problemas que les pudieran surgir, cualquier cosa que pensó para mal fue poco. Realmente, fue una experiencia única, pero llena de inconvenientes, y ello fue lo que hizo crear una chispa, que acabó degenerando en la hoguera de apoyos y admiración que a las 10:30 se agolpaban en la salida desde la Plaza de Botines de León, el pasado viernes. El mensaje estaba claro: #PORUNCAMINOSINGLUTEN
Le acompañarían durante todo el camino, cuatro amigos como Javier Pérez Elorrieta, Raúl Lazo y «Tino» Aller, y la incorporación de última hora de Ángel Vaquero, el único de todos ellos que también es celiaco y que al enterarse de la iniciativa, decidió poner su granito de arena a esta causa. Antes de salir, Hilario se mostraba nervioso por lo que les venía por delante. Las dudas, como a todos, ante un objetivo marcado, le sobrevenían, pero sin duda, el ver tanta y tanta gente allí agolpada para darles su aliento, y concienciadas por el motivo por el que ellos iban a emprender este camino, le llenaba de emoción y le hacía recargar completamente la batería de energías.
23 horas después, a las 21:30 del día siguiente, en la Plaza del Obradoiro en Santiago de Compostela, un pasillo humano recibía a esos cinco ciclistas (y alguno más que se había ido incorporando para hacer el último tramo con ellos, como Omar Alonso y Daniel Mayoral). El reto se había logrado, pero sobre todo, el gran objetivo, la difusión de su mensaje, había alcanzado unos niveles inimaginables.
Por ello, el lunes, con todo ya pasado, y las pulsaciones y emociones más tranquilas, decidimos hablar de nuevo con Hilario, para que nos contase él, de su boca, la experiencia y las impresiones, que todo lo generado, una vez ya pasado, le han dejado en el cuerpo. Se presenta un Hilario completamente agradecido por todo el apoyo recibido por parte de todo el mundo, sorprendido por la repercusión y emocionado por no ser todavía muy consciente de lo logrado.
El momento que más llegó a Hilario fue la salida, «fue una pasada, gritando todos la cuenta atrás, con unas 400 personas viéndonos salir, y acompañados durante los primeros kilómetros por muchos ciclistas, pasando por La Virgen del Camino, donde el pueblo se lanzó a la calle para animar a su vecino». Tanta emoción y descarga de adrenalina, hizo horas después que el reto se pusiera en duda, ya que en la subida de Foncebadón Hilario lo pasó realmente mal, «ahí se me atragantó el tema, y me entraron muchas dudas. Muy poco descanso estos días, muchas llamadas, planificando muchas cosas… y tampoco quería ser yo el que lastrase a mis compañeros. Pero bueno, coroné y a partir de ahí las sensaciones volvieron y me encontré ya desde ese momento bastante mejor, con el ánimo renovado, mejorando en todo momento.»
También hubo momentos buenos, «el café que tomamos en Villafranca del Bierzo nos sentó a todos espectacular. La charla de ese momento, la verdad que fue un muy buen rato, como luego a mediodía en Samos. También los descensos de Foncebadón y el Poio, fueron momentos que disfrutamos mucho. La verdad, que a los que íbamos nos gusta mucho bajar, y se nos da bien. Quizás, hicimos unos descensos un poco sin sentido, pero es que estamos un poco como cabras. Lo bueno, es que nadie se cayó, y de hecho solo tuvimos que parar en todo el camino por un pinchazo, así que tuvimos mucha suerte, al igual que con el tiempo».
Lógicamente, para este reto, tanto él como sus compañeros se prepararon a conciencia, y las piernas, a pesar de las dudas en momentos puntuales, estaban en un momento óptimo de forma, «el último tramo en Galicia, la verdad que fue una locura, pusimos un ritmo impresionante. La gente cuando parábamos y nos preguntaba de dónde veníamos, no se creía que fuese desde León, porque nos veían muy fuertes. De hecho alguno gritaba diciéndonos que le lleváramos la mochila y cosas así. Encima los últimos 50 kilómetros, como sabíamos que el tiempo estaba a nuestro favor, y que íbamos a lograr conseguir hacer el camino en menos de 24 horas, yo pensaba que serían muy tranquilos y que iríamos de charla entre nosotros, pero para nada. Aquello fue una batalla, empezamos a atacarnos, a darnos palos unos a otros, pero la verdad es que nos divertimos mucho».
El recibimiento en la Plaza del Obradoiro fue también espectacular, aunque el propio Hilario reconoce que como la salida no hubo nada, porque no se esperaba nada parecido, aún así ese momento final fue muy emocionante. «La llegada a Santiago fue flipante. Había una cadena humana enorme. De hecho, fue un momento de tragar saliva, para no soltar la lágrima. Fue un reto cojonudo, una experiencia vital de las gordas».
Pero no olvidemos, que lo realmente importante es el motivo por el que se ha hecho todo esto. Intentar llevar al mayor número de gente posible el mensaje de #PORUNCAMINOSINGLUTEN , y vaya, parece que ese reto también se consiguió. «Lo más importante de todo, y no lo esperaba, es haber llegado a tanta gente. Las redes sociales han sido una locura. Llamadas, mensajes, correos, twitter, facebook. Ha sido increíble el apoyo recibido en todo momento. Esperemos que ahora, quién tiene que escucharnos lo haga y por fin se pongan los medios necesarios para que todos salgamos ganando, porque en realidad no pedimos cosas raras, que se tenga cuatro alimentos precocinados especiales para celiacos y cubiertos envasados, que está al alcance de cualquiera».
Ahora, llega la verdadera guerra, que es la de los despachos, ACECALE (Asociación de Celiacos de Castilla y Léon) y ACEGA (Asociación de Celiacos de Galicia) comenzará ahora su propia batalla, pero los números y difusión conseguida por Hilario y sus secuaces van, seguramente, a facilitar mucho ese «conflicto diplomático», ya que las armas conseguidas por parte de ellos y el apoyo recibido es algo que seguramente no tenga un precio cuantificable. ¡ENHORABUENA VALIENTES!