Ni los pinchazos, ni la inferioridad de su equipo y ni siquiera una luxación de hombro que arrastró durante varios días están pudiendo con Alberto Contador. Y es que, como dice el de Pinto “me está pasando de todo en este Giro”. Y no le falta razón. Allá por la 6º etapa de la presente edición de la carrera italiana Contador se dislocaba el hombro derecho tras caerse a falta de 200 metros para cruzar la línea de meta de Castiglione della Pescaia. Era el 1º día que el madrileño lucía la maglia rosa tras haberla logrado el día anterior en el Monte Abetone. Tras pasar la que no sería una agradable tarde en el hospital móvil de la organización del Giro, se confirmaba la dislocación del hombro derecho de Contador, que pese a todo, continuaría en carrera. Al día siguiente, en la etapa más larga de este Giro (264 Km, más de 7 horas de carrera) el español aguantó en el pelotón sin mayores problemas, para sorpresa de todos. Pero al día siguiente se complicaba la cosa. En teoría, claro. El pelotón se enfrentaba a la 1º llegada en alto de entidad del Giro, Campitello Matese, y todo aficionado ciclista esperaba que Aru arrebatara el rosa (del que sólo le separaban 3 segundos) a un magullado Contador. Pero no fue así. El pinteño salió sin mayores problemas a los ataques de Porte y Aru, que contaba con un poderoso Astana a su lado para ayudarle. Aguantaba el rosa, contra todo pronóstico.
Durante las jornadas siguientes, la mayor parte de ellas pasadas por agua, Contador aguantó perfectamente las embestidas de un Aru que se mostraba muy ambicioso, e incluso lograba picarle tiempo en la jornada que finalizaba en Vicenza. Al día siguiente, en una jornada de teórica transición que serviría de prólogo a la decisiva contrarreloj del día siguiente, Contador se fue al suelo a falta de 3200 metros para el final. La caída no fue gran cosa para el madrileño ya que apenas tocó el suelo, pero perdió la bicicleta. Y hasta que Tossato le dio la suya (vale la pena ver el vídeo, el italiano atraviesa el pelotón a pie con una facilidad pasmosa) perdió unos valiosos segundos que le hicieron ceder el rosa en favor de Fabio Aru. Cuando era preguntado por los periodistas, Contador respondía que no se hallaba en la situación ideal para disputar una contrarreloj tan larga como la que le esperaba al día siguiente (59,4 kilómetros), ya que tenía dañada la pierna izquierda y las molestias en el hombro persistían. Y visto lo visto, menos mal para sus rivales que no se hallaba en la mejor de las situaciones. Contador voló durante los casi 60 kilómetros que separaban las localidades de Treviso y Valdobbiadene, asestando un golpe casi definitivo al Giro d’Italia. A mitad de recorrido ya había doblado a Landa y en meta marcaba el 3º mejor registro. Recuperaba la maglia rosa y ampliaba el margen sobre sus rivales (más de 2 minutos con Aru y 4 con Landa). Pese a quedar toda la montaña por delante, el Giro parecía sentenciado, y aún más cuando al día siguiente Contador se aprovechaba del trabajo del Astana para posteriormente controlar la subida a Madonna di Campiglio a su antojo. La superioridad del campeón español era evidente, y un Fabio Aru al que el gas comenzaba a fallarle lo reconocía en meta.
“Esto es ciclismo” decía Contador en el podio de Aprica, cuando recogía emocionado la maglia rosa más sufrida de las más de 25 que ha subido a recoger al podio. Y es que el madrileño acababa de agrandar su leyenda en el temible Mortirolo. En el peligroso descenso que los corredores debían sortear tras el primer paso por Aprica, Contador pinchaba, situación de la que se aprovecharon Astana y Katusha. En los 15 kilómetros de llano que restaban para llegar a los pies del Mortirolo, el pinteño tuvo que emplearse a fondo junto con su equipo para minimizar las pérdidas. Pese a todo, se plantó con 50 segundos de retraso en la primera rampa del coloso italiano. Y comenzó la enésima exhibición de Contador. Por delante, Landa tiraba como podía de un agotado Aru, sabedor de que se hallaba ante la única real de ganar el Giro. Pero por detrás, una locomotora rosa superaba corredores a un ritmo endiablado. No importaron la fatiga de la persecución o los nervios que pudiera haber en el madrileño. Supo mantener la cabeza fría y tan sólo le hicieron falta 4 kilómetros para dar caza a Landa y Aru, a los que atacaba segundos después de haber llegado a su altura. Pero todos los esfuerzos pasan factura y Contador, aunque no lo parezca, es humano. No pudo irse en solitario y se marchó con Landa y Kruiswijk, dejando atrás a un Aru que decía adiós al Giro. Ya en Aprica, Contador continúo tirando del grupo y a falta de 3 kilómetros no pudo con el ataque de Landa, que venía reservando fuerzas. No ganó, pero el resultado final supo a victoria. Acaba de realizar una etapa que quedaría para la historia del ciclismo. Además, dejaba prácticamente sentenciado el Giro.

Y es que es muy difícil ganar a un genio. En el día de hoy, el pelotón se enfrentaba a la 1º de las tres etapas de montaña que van a suponer el espectáculo final de este Giro. Pese a no ser excesivamente dura, la etapa, con final en Verbania, presentaba un puerto exigente (Monte Ologno) que se coronaba a casi 30 kilómetros de meta al que le seguía un largo descenso camino de meta. Poco antes de comenzar la subida, el “karma” hacia su aparición y Landa pinchaba, como hiciera Contador tres días antes, y comenzaba el puerto con más de 1 minuto perdido con el madrileño, que aceleraba en las primeras rampas de la subida y se marchaba con una facilidad pasmosa. Sin emplearse a fondo, el líder del Tinkoff Saxo abría hueco y coronaba 1 minuto y 30 segundos de ventaja sobre el grupo en el que marchaba Landa. Con la ayuda de Hesjedal, Contador obtenía en meta otro minuto más de margen en la clasificación general, dejando el Giro sentenciado, si es que no lo estaba ya. El campeón madrileño ha sabido superar, a base de esfuerzo y dedicación, todas las dificultades que la carrera le está poniendo por delante, que no han sido pocas. Hoy hemos asistido a otra clase magistral de un genio llamado Alberto Contador que, si no tiene algún percance, agrandará su leyenda el domingo por las calles de Milán.