Los catalanes siempre hemos sido muy nuestros, pese a ser un catalanista convencido siempre iré con los corredores españoles, aunque, si es paisano mío, pues no te negaré que me hace mucha más ilusión. Pero en materia ciclista la verdad es que nunca hemos sido una potencia que acaparase grandes victorias cómo si lo hiciesen los países que nos rodean cómo España, Francia y cruzando el Mediterráneo, Italia. Nuestras hazañas sobre las dos ruedas son pocas, de aquí que sean más especiales.
En la historia del ciclismo tan sólo dos corredores catalanes tienen hueco, Miquel Poblet y Joaquim Rodriguez. Pero los amantes de este deporte en Catalunya convertimos en héroe a aquel que lleve nuestra identidad por las montañas, adoquines, y carreteras del mundo. Cada pedalada suya es una hazaña, cada vez que levantan los brazos es una emoción muy intensa y única, cada vez que caen derrotados son lágrimas que maximizan su leyenda entre los Pirineos y el Ebro, cada caída es un escalofrío y un dolor que sentimos todos.
Lloré en ese fatídico sprint de Florencia, también lo hice en Milán, esas lágrimas en Fuente Dé, lágrimas de rabia cada vez que Flecha besaba la gloria en los temibles adoquines, ese llanto al conocer la muerte de Xavi Tondo. Pero de estas decepciones nace nuestra leyenda, de derrotas y más derrotas, de mala suerte y más mala suerte, hacen que cada victoria sea especial. Que cada victoria sea un recordatorio para aquellos que se quedaron en el intento, que aunque estemos en el salón de casa sintamos que esa victoria también es un poco nuestra.
Eso nos hace especiales, nunca nos aburriremos de triunfos, ni los echaremos en falta por escasos que sean, tan sólo esperamos pacientemente a que la victoria llegue para cerrar un paréntesis de decepciones. Tras esa victoria saboreamos la gloria durante poco tiempo, y allí, abrimos otro paréntesis que cerramos con otra tarde triunfal de ciclismo.
Pero este artículo no es sólo para los que ponen cara y ojos a las victorias, también es para aquel que recorre las carreteras catalanas subiendo puertos creyendo por unas horas, ser uno de esos héroes, también para el que se deja la piel en que cada año haya “la Volta”, al que le costó lágrimas la desaparición de la “Escalada” y la “Setmana Catalana”, ese que no deja caer en el olvido las hazañas de nuestros antepasados ciclistas.
Aunque no todo han sido lágrimas, ni lo serán, creo en el futuro de nuestro ciclismo ya que con poco nos vale. Esas victorias que se harán esperar pero que llegarán, que cerraran un paréntesis y abrirán otro, porque así es nuestra historia en el ciclismo, pinceladas breves y pequeñas pero que nos convierten en únicos y especiales.
“Lo bueno, si breve, dos veces bueno”
Foto: www.telegraph.co.uk