Las cosas como son, en los últimos tiempos las tierras leonesas han sido epicentro del ciclismo nacional y mundial con celebración de etapas importantes y claves de la Vuelta a España, con la disputa de los dos últimos campeonatos nacionales en ruta tanto en Bembibre como en Ponferrada y sobre todo con la fiesta mundial del ciclismo celebrada el pasado mes de septiembre en la capital berciana.
Este año en la Vuelta descubrimos un puerto que deslumbró a propios y extraños y que dejó sin aliento y sin palabras a ciclistas de la talla de Alejandro Valverde, como fue La Camperona. En esa búsqueda de lo imposible, de puertos inconquistables para la mayoría de los mortales la provincia de León tiene mucho que ofrecer, ya que no deja de ser una provincia inmensa en la que la montaña es uno de sus símbolos.
En los últimos tiempos por los medios de la tierra y por los círculos del ciclismo de la zona ha salido a la palestra un nuevo nombre que parece que ha gustado a aquellos que deciden el color de carreras de trascendencia como la propia Vuelta a España, conocido por todos los cicloturistas leoneses que se precien, pero que realmente no ha tenido nunca nada de repercusión a nivel competitivo, a excepción de su ascenso en alguna edición de la Vuelta a León y nunca al completo. Este es el Cueto Rosales.
Muy cerca de la localidad de Riaño, en las tierras de Omaña, rodeada de zonas de León más conocidas como Laciana o Babia, pero aquí son muchas las carreteras que también se retuercen en busca del cielo, y este Cueto Rosales es una de ellas. Su ascensión comienza en un pequeño pueblecito llamado El Castillo, que debe su nombre precisamente a eso, a un castillo en ruinas que se encuentra al lado del río Omaña por el que hay que cruzar por encima para comenzar la subida a Rosales.
Un puerto precioso, que sin ser excesivamente largo, no llega a los seis kilómetros en total, se hace durísimo para cualquiera con su media al 8,6% pero con muchas zonas donde se llega a los dos dígitos y con tramos y no cortos donde el 20% hace aparición. Muy del «rollo» Unipublic, es decir, carreterita estrecha que puede dar pie a que la gente se eche encima de los corredores, de una longitud para nada excesiva, con muy pocos descansos, con un asfalto rugoso o muy rugoso en los últimos kilómetros y con las últimas rampas criminales donde retorcerse encima de la bicicleta es obligatorio.
Los tres primeros kilómetros son muy parecidos por una carretera bastante decente, entre árboles que dan sombra durante casi la totalidad de esta primera parte de subida, sin un metro de respiro para los ciclistas y con unas rampas constantes que siempre rondan el 10% con algún pico que sube hasta el 14%. Hasta ahí todo, aún dentro de la dureza, más o menos normal, es más hasta aquí un puerto más en la historia de la Vuelta a León, que hace tres ediciones fue la última vez que se ascendió, pero al acabar esos tres primeros kilómetros llega lo inédito. A mano derecha aparece una «carreterita» muy estrecha que nos lleva al fin del mundo, bueno en realidad a un mirador forestal, pero que en apenas otros algo menos de tres kilómetros de un firme mucho más inestable que el anterior nos puede deparar un espectáculo impresionante. Imaginarse a los mejores ciclistas del panorama internacional ascendiendo por aquí sería una auténtica delicia para cualquier aficionado al deporte de los pedales.
Tramos impresionantes los que hay que superar con varias zonas que superan el 15%, y con una última rampa de casi un kilómetro en el que casi no se baja del 13% con picos que superan el tan temible 20%, encima con los últimos 300 metros que prácticamente podrían hacerse en una especie de «sterrato», es decir que lo asfaltado brilla por su ausencia.
Una subida muy del estilo que tanto está predominando en las últimas ediciones de la Vuelta a España, que hasta los responsables políticos de la zona han dejado caer que ellos han ofrecido esta subida como una posible llegada y que esta posibilidad no ha sido vista, ni mucho menos, con desagrado por parte de gente de peso dentro de nuestro ciclismo. Veremos si Cueto Rosales coge el relevo de La Camperona. Si así fuera, de nuevo, León demostraría lo mucho y bueno que puede ofrecer a este, nuestro deporte.