Por María Calderón, mundialista en Ponferrada
¡Por dónde empiezo! La preparación de los Campeonatos del Mundo fue más o menos la misma que de cara a los Nacionales. Seguí trabajando de la misma manera, pasando ya del fondo y haciendo entrenamientos más específicos y de mayor calidad. Las dos últimas semanas para el Mundial se tomaban con mucho cuidado de cara a alimentación, sobrecargas… Mi entrenadora pendiente de mí todo el día, y sobre todo mucha ilusión, ganas y motivación.
Llegué a Ponferrada el sábado, estaba en la habitación con Cristina Martínez, con quien tuve el privilegio de compartir esos días. Mi (nuestro) sueño es temporal. Nos dieron la ropa, salimos con las cabras a ver el recorrido de la crono, dimos dos vueltas apretando en algunos sitios, reconociendo todo bien. Era genial porque la gente de allí nos hacía fotos, nos animaba porque íbamos con la ropa de España y era una auténtica pasada. Al día siguiente salimos a entrenar por allí cerca, pero no podíamos ir al circuito porque estaban corriendo las cronos por equipos. Entrenamos con los sub-23 Julia, Juan, Mario, Cristina y yo y estuvimos por allí como hora y media o dos horas. Después masaje y ya a mentalizarse para correr al día siguiente.

El lunes desayunamos a las siete de la mañana, porque corríamos a las diez. Fuimos a Ponferrada en el autobús de Movistar y allí fue donde noté ya estar nervioso: iba de camino a disputar mi primer Mundial, y encima en España, en tu Comunidad, en una prueba que solo depende de ti, porque al fin y al cabo en la carrera en ruta pueden pasar mil cosas, pero en la crono solo es cosa tuya y todo es mucha concentración. Llegamos allí como con hora y diez minutos de antelación, yo salía antes que Julia, media hora antes, así que me puse a calentar. Hacía mucho frío y llovía, por lo que había que vestirse con perneras, chaqueta, chaleco… para entrar cuanto antes en calor. Calentamiento típico, vestirte y para la salida.
Todos los mecánicos, todo el mundo de la selección atento de nosotras… Cuando iba a salir había mucha mucha gente, incluidos amigos y familiares, y gente que me sonaba de vista y que me deseaba suerte. En la zona de los autobuses había gente con acreditación que te daba suerte y esas cosas, y eso se agradece. Cuando salí noté bastante frío, y me iba calando porque llovía. Cogí la postura, el ritmo, Ramontxu me iba animando mucho desde el coche —cosa que agradezco muchísimo, es algo que ayuda sobremanera—, y en el paso intermedio iba pasando 17 segundos. En la subida había gente animándome, fue donde más tiempo perdí, y bajando arriesgué: ¡si no arriesgas en un Mundial, dónde vas a arriesgar! Aun así iba con cabeza, por supuesto, porque no quería irme al suelo porque corría el viernes, pero no hay que dudar en hacer esas cosas. Luego ya hasta meta, y conseguí el segundo mejor tiempo, así que me mandaron a las famosas sillas calientes, que es una experiencia que no creo que todo el mundo puede disfrutar, aunque sean siete minutos como estuve yo en ellas. Luego me fui de camino al bus, me cambié de ropa y seguí viendo la crono. Es satisfactorio ver cómo va llegando gente y no mejora tu tiempo. Obviamente cuando empezaron a salir las mejores obviamente me lo mejoraban, pero para nada podía imaginar que iba a poder acabar entre las 22 mejores del mundo.
Al día siguiente salí a entrenar, comer, siesta, masaje, descansar en la habitación, cenar, dormir. Así fue prácticamente hasta el jueves. El jueves por la mañana fuimos a ver el circuito a las diez de la mañana, que era cuando lo cerraban. Fuimos allí y fue una pasada: estábamos posando para una foto que nos habían pedido y aparece Emma Johansson por detrás del chico que estaba haciendo la foto y yo: «Buah, chaval, ¡qué pasada!»; y por detrás de nosotras llegó el autobús de Rabobank y se bajó Marianne Vos, y yo flipando. Bueno, y algún día antes llegaron los pros de la selección española y Purito se acercó y nos dio a todos la mano, supersimpático y superamable, y creo que es un gesto bonito. Salimos toda la selección menos los pros a ver el recorrido, dimos una vuelta, y luego dimos otra Coral y yo con Cristina. Disfrutábamos mucho cuando nos pasaba Cancellara e intentábamos ponernos a rueda, o Tony Martin, Greipel, Gilbert, Kwiatkowski… Es una pasada, y como íbamos con la ropa de España la gente nos hacía muchas fotos. En una parte había un colegio y los niños salieron, e hicieron una fila para que les chocáramos la mano. Nos volvimos, nos duchamos, comimos pronto, a la una, porque a la tarde teníamos la conferencia júnior. Allí estuvieron la directora de Wiggle, Elisa Longo Borghini, Brian Cookson, Eddy Merckx, Perico; Mikel Zabala hablando del dopaje; Navardauskas, Mohorič y por último Gilbert, con el que nos hicimos fotos. Allí estábamos con los mejores júniores de todo el mundo y es increíble ver a la gente sin casco, como son realmente. Llegamos al hotel a las seis y media o a las siete, masaje, cena y a dormir. Ese día Sheyla me dijo que en su primer Mundial, cuando veía un hueco y no sabía si podía pasar, cerraba los ojos y que pasase lo que tuviera que pasar. Y lo apliqué un par de veces (¿locura compartida?).
Y el viernes corría un Mundial y no sé por qué no era capaz de dormirme. Pasé una malísima noche, fatal, dormí poquísimo y me ponía cada vez más nerviosa porque pasaba el tiempo y veía que no me dormía… Al final conseguí descansar un poco y a la mañana calentamos un poco rodillo y salimos. Se empezó superdeprisa desde el principio, o esa era mi impresión. Pensé «Seguro que al salir de Ponferrada paramos». Je, ojalá, así todo el tiempo. Al principio no sabes cómo corren, no condes a ninguna, no sabes quién traza bien, si hay alguna que sea un auténtico peligro y claro, me iba comiendo todos los latigazos. En la segunda vuelta ya me puse en cabeza, me dije que no mas latigazos, e intentar dejarse ver también es algo bonito y no es lo mismo que estar a cola de pelotón. Estuve muy atenta a mis compañeras, de que se alimentasen bien, de que bebieran, y de intentar colocar a Cris sobre todo en la subida de antes de la presa. Ahí yo casi me quedo, pero volví a coger, a colocar a Cris antes del puerto, la intenté dejar lo mejor colocada que pude y ya no podía más. Cris coronó por delante de mí, como unos 150 metros. Vi a Macey Stewart, campeona del mundo de crono, y dije «María, esta es la rueda buena, a esta hay que seguirla». Formamos un grupito, cogimos a Cristina y a más gente que había delante, la metí un poco dentro del grupo y me dijo que como se iba a llegar al esprín me lanzaba. Hizo un trabajo perfecto y pude entrar 26.ª, segunda en mi grupo, supercontenta. Trabajamos en equipo lo mejor que pudimos, una pena la caída de Rocío, quizá nos flaquearon un poco las fuerzas al final y aquí tienes que darlo todo, no puedes reservar ni un gramo de fuerza.

Luego cada una nos fuimos por nuestra parte, yo me quedé disfrutando de los demás días y de amigos que fueron a ver a los profesionales y ahora lo pienso y voy a seguir trabajando mucho para mejorar y aprender como ciclista en 2015. Aparte de haber disfrutado esta experiencia con ilusión, me ha abierto los ojos de cómo es el panorama internacional: ají encuentras tu límite físico pero el psicológico te hace querer dar más en un futuro, querer volar. Me gustaría dar las gracias a la gente que me ha apoyado este tiempo, sobre todo a mi entrenadora, porque creo que sin ella estas cosas no se habrían conseguido, por su constancia y su paciencia conmigo; y a mi equipo y a la Federación Española por la confianza depositada en mí.