Roman Kreuziger se encuentra en una situación muy delicada. Su continuidad en el ciclismo profesional se encuentra en peligro, al menos durante los próximos años.
El 28 de junio de 2013 el checo recibía una notificación de la UCI en la que le comunicaban anomalías en su pasaporte biológico en 2011, entre los meses de marzo y agosto, y en 2012 entre abril y mayo (Durante estos 2 años, Kreuziger era corredor del Astana). En cuanto se le comunicó, Kreuziger contrató personalmente a dos expertos acreditados, que en octubre del año pasado llegaron a la conclusión de que los valores estaban bien definidos y las anomalías registradas no eran debidas a la utilización de sustancias o métodos dopantes.
La UCI solicitó los informes de los expertos (A día de hoy, no se sabe quienes fueron estos investigadores) los cuales Kreuziger entregó inmediatamente. El procesó se estancó hasta el día 30 del pasado mes de mayo, cuando el checo del Tinkoff Saxo recibió una notificación de la UCI explicando que los informes entregados no eran válidos y que tenía un mes de plazo para responder ante estas anomalías. Kreuziger contrató a un tercer experto que, al igual que los dos anteriores, comunicó que los valores del pasaporte biológico del corredor en los años 2011 y 2012 eran completamente normales. Sin embargo, esto tampoco le valía a la UCI y el corredor era sancionado provisionalmente el pasado 30 de junio. El Tinkoff Saxo manifestaba su apoyo al corredor, que a su vez comunicaba que se encontraba a entera disposición de su equipo. Todo esto quiere decir que Kreuziger ha corrido todo un año sabiendo que había anomalías en su pasaporte biológico. Ni siquiera el Tinkoff Saxo, actual equipo del checo, lo supo con anterioridad.
Como dicta el reglamento ciclista, el caso pasó a la federación checa de ciclismo (Esta normativa va a cambiar y los futuros casos de supuesto dopaje no pasarán por las respectivas federaciones nacionales), que el pasado mes de septiembre, tras dos meses de investigación dictaminó que Kreuziger no había hecho uso de sustancias dopantes por lo que era absuelto y podía volver a competir. En estos casos, el reglamento dicta que la UCI tiene un mes para apelar estas decisiones. Y como era de esperar (Por experiencias pasadas, más que nada), hace unos días la UCI apeló ante el TAS, que acaba de abrir un procedimiento siguiendo la apelación de la UCI contra Kreuziger y la federación ciclista checa. La UCI solicita una sanción de entre 2 y 4 años. Kreuziger mantiene que él nunca se ha dopado, y hace unas horas escribía esto en su twitter: «Nunca me he dopado. ¡¡Tener los dedos cruzados por mi!!»
De momento, hasta este punto ha llegado el caso. La decisión final está en las manos del TAS, que esperemos que a no mucho tardar, proporcione una sentencia.
Como bien nos indica la palabra, una sanción por dopaje se ejecuta cuando existe dopaje. Parece fácil de entender, lo sé, pero la UCI no lo ve siempre así. Si se demuestra que Kreuziger se ha dopado, entonces merecerá una sanción ejemplar, de 2 o 4 años (A valorar en los juzgados) pero, sino, aquí se es inocente hasta que se demuestra lo contrario. Raro sería que el checo no se llevase algún tipo de sanción, se haya dopado o no. Pero de nuevo, la UCI ha obrado muy lentamente. No se puede tardar 8 meses en valorar unos informes sobre un corredor, primero por respeto al propio ciclista, y porque se da una imagen bastante mala de lo que es el ciclismo cuando sale a la luz que un organismo como es la UCI, que ingresa millones de euros al año destinados a elaborar técnicas cada vez más sofisticadas para detectar el dopaje, tarda más de un año en tomar una decisión sobre un corredor que ni siquiera ha llegado a dar positivo. Desde luego, la UCI tiene que prosperar en este aspecto. Sin embargo, han ampliado la sanción que supone el doparse. Hasta ahora, la sanción solía ser de 2 años en todos los casos de dopaje y no dopaje que se detectaban y ahora, con la nueva regla, las sanciones van a pasar a ser de entre 2 y 4 años. Esto es bueno, ya que se dará una imagen más sería y el que piense en doparse, se lo pensará dos veces.