El año pasado el Giro de Italia, haciendo algo poco común quiso escuchar a sus tifosis, a sus aficionados, para concretar cuál debería ser la etapa reina del 2013. El resultado fue una etapa no muy larga que no llegaba a los 140 kilómetros, pero que en ellos se concentraba mucha historia de la ronda transalpina: Gavia, Stelvio y Val Martello. Unos 4000 metros de desnivel acumulado. 60 kilómetros de los 140 en ascenso. La Cima Coppi en ella con los 2758 metros de altitud del Stelvio, ahí donde apenas se deja ver el oxígeno y unas rampas terroríficas que en muchas partes de la etapa alcanzan porcentajes cercanos al 15 y 16 por ciento. Todos los ingredientes necesarios para que desde el banderazo de salida hasta la llegada del último corredor los espectadores no quisieran perderse ni un solo detalle.
Pero el mayo del 2013 en los Dolomitas italianos fue pasado por nieve, y aunque nuestras esperanzas nos querían hacer creer que el 24 de mayo saldría el sol en la cima de estos tres puertos míticos, la cosa no fue así. Las carreteras estaban colapsadas de nieve y la organización se vio en la obligación de suspender la 19ª etapa de la 96ª edición del Giro de Italia. A muchos se le vino a la memoria aquella imagen de 1988 de los ciclistas apareciendo entre la nieve en la cima del Gavia completamente helados, muchos de ellos llegando a sufrir episodios de hipotermia. Con el corredor holandés Van der Velde pasando primero por su cima con más de dos minutos de ventaja con respecto al resto de perseguidores y perdiendo finalmente más de tres cuartos de hora en meta de Bormio ya que era incapaz de poder mantenerse encima de la bicicleta debido a la tiritona que arrastraba. De hecho, muchos dicen que la carrera de este prometedor corredor neerlandés terminó en aquel descenso de Gavia. Con muchos corredores huyendo de la carretera y entrando en el cobijo de coches y caravanas de aficionados para entrar en calor, y con un Kenny Hampsten que se llevó aquel triunfó agónico, que fue definido por nuestro Perico Delgado, séptimo aquel día como «una pesadilla, no sabías que pensar, si era un sueño o una realidad».
Volviendo al 2013, al día siguiente del fallido intento de la etapa de los tifosis, Vincenzo Nibali sentenciaba el Giro (si no lo estaba ya) en la subida a Lavaredo, etapa que también se vio modificada debido a la nieve y que corrió serio peligro de disputarse. En su caso sí que nos dejó la imagen de los ciclistas alcanzando la línea de meta bajo una gran nevada, dándole ese toque heroico imprescindible en un deporte como es el ciclismo.
Un año después, las carreteras del Gavia, Stelvio y Val Martello volverán a estar repletas, pero esta vez de aficionados. Todas las previsiones hacen pensar que en esta ocasión los días en los que el Giro transcurrirá por los Dolomitas la nieve no hará acto de presencia, por lo que un año después y al segundo intento, los aficionados tendremos la oportunidad de disfrutar de nuestro «tappone» sin miedo a quedarnos con las ganas. El mantel está puesto, la comida está hecha, así que solo falta que los protagonistas decidan dejarnos con un grandioso sabor de boca. ¡Bon appétit!