Pocos son los ciclistas que no nacen y se crían con una bicicleta bajo el brazo. Los casos de profesionales que no pasaron su infancia dando pedales como locos se cuentan con los dedos de las manos: Primož Roglič (Adria Mobil) pasó de los saltos de esquí a las dos ruedas, Lance Armstrong se dio cuenta de sus capacidades sobre la bici cuando completaba triatlones por Texas y el joven Bas Tietema llegó tras probar suerte en el mundo del fútbol.
La juventud de Nacer Bouhanni (FDJ.fr) no estuvo rodeada de ruedas, suelas desgastadas por el roce con el suelo y caídas de la bici; el francés pasaba las tardes golpeando un saco colgado del techo. Hace poco conocíamos una peculiaridad en sus entrenamientos de pretemporada; alterna las salidas en bici con el disfrute de su otra gran pasión, el boxeo.
Como si de un combate de boxeo se tratase, Bouhanni ha logrado su segunda victoria en esta edición del Giro de Italia. Tras la cosechada el otro día en Bari, el francés ha sido el más rápido en completar los 214 kilómetros que sepran Frosinone – Foligno, en la provincia de Perugia.
La fuga, protagonista hasta escasos cinco kilómetros a meta, ha estado compuesta por Nathan Haas (Garmin Sharp), Winner Anacona (Lampre–Merida), Bjorn Thurau (Team Europcar), Nicola Boem (Bardiani–CSF) y Robinson Chalapud (Team Colombia).
A 30 de meta, y con el Alto de Vallico della Somma ya superado, los cinco fugados mantenían una ventaja de 3’50», por lo que la posibilidad de que la etapa se la jugaran el quinteto crecía a cada pedalada. Por detrás, Giant–Shimano era el encargado en llevar la batuta, con varios hombres marcando un fuerte ritmo. Diez kilómetros después, la fuga aún conservaba una renta de dos minutos. Era una lucha encarnizada entre los hombres de Cannondale, Giant–Shimano y FDJ.fr y los cinco de cabeza. Entrabamos en los últimos diez kilómetros con un minuto de ventaja. Los fugados, sabedores de la superioridad del pelotón, probaban a hacer la guerra por su cuenta, atacándose entre ellos. Sería a cinco de meta, tras un tremendo pulso, cuando claudicarían y firmarían su rendición.
Llegaba la hora del sprint, lo más parecido a un combate de boxeo en esto de las dos ruedas. Elia Viviani, uno de los máximos favoritos para hacerse con la victoria tras la baja de Marcel Kittel, tuvo sus más y sus menos con el belga Tosh van Der Sande. Con el ciclista de Cannondale fuera de la disputa por la victoria, las miradas se centraban en Nacer Bouhanni. Bert de Backer guiaba el treno de Giant–Shimano. Cuando el belga se apartó, a 150 metros de meta, reinó la anarquía. Bouhanni golpeaba por la derecha, Luka Mezgec respondía por el medio y el líder, Michael Matthews lo hacía por el otro lado del improvisado ring en las calles de Foligno. Los tres corredores mantuvieron una lucha encarnizada, al igual que los tres combates entre Ali y Joe Fraizer, ídolos de la infancia de Bouhanni.
El francés lograría vencer por milímetros a Giacomo Nizzolo, que realizó un rush final espectacular y superó a Mezgec y Matthews, tercero y cuarto respectivamente.
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